Los difíciles últimos años de Phil Collins
Una rebelde lesión en su espalda que le impide moverse con normalidad, un complejo divorcio y una recaída en el alcohol han marcado el camino reciente de la leyenda británica de 70 años, quien esta semana reapareció en los escenarios junto a Genesis, evidenciando su frágil estado de salud. "Apenas puedo sostener una baqueta", ha confesado el músico, quien tras una depresión y hasta pensar en el suicidio ha decidido darse una última oportunidad frente al público.
Not dead yet y Still not dead yet (algo así como “Todavía no muerto” y “Todavía no muerto aún”), los nombres de las dos últimas giras de Phil Collins como solista en 2018 y 2019, resumen de buena manera la postura vital del prolífico compositor, cantante y baterista de 70 años durante su compleja tercera edad. Una mezcla de resiliencia, porfía y humor sarcástico inglés para enfrentar los serios problemas de salud que ha padecido durante los últimos 15 años. Los mismos que hoy le impiden tomar las baquetas, tocar el piano o incluso estar de pie por períodos prolongados de tiempo.
Por estos días, el autor de In the air tonight, Against all odds y otras cumbres del pop de las últimas décadas, mantiene vivo su legado y proyecta su voz desde un taburete, como quedó claro -para impacto de muchos- en su reciente show en Birmingham junto a Mike Rutherford y Tony Banks, en la primera fecha de la gira de reunión de Genesis, cuya formación más exitosa ha vuelto a los escenarios tras más de una década. Para Collins, quien tras la partida de Peter Gabriel condujo el destino del grupo desde fines de los años 70 hasta los 90, este será el último tour y la despedida definitiva del legendario conjunto, porque al parecer su frágil estado físico no le da para más.
“Esta gira por Inglaterra y Estados Unidos será suficiente para mí”, sentenció en una entrevista reciente. “Apenas puedo sostener una baqueta [de batería] con esta mano, así que hay ciertas cosas físicas que se interponen en el camino”, le confesó a la BBC, en una de las declaraciones más descarnadas y desoladoras que una leyenda de los escenarios ha entregado públicamente en el último tiempo.
Los esfuerzos del músico por volver a pisar un escenario han dividido a la prensa y a los fanáticos. Si bien hasta ahora las reseñas del regreso de Genesis han sido elogiosas, y medios como The Guardian y Rolling Stone han destacado la capacidad vocal de Collins y sus esfuerzos por sacar adelante los shows y hasta burlarse de sus limitaciones, para muchos seguidores de Genesis se trata de un trance innecesario.
“Lo de Genesis ya es abuso, dejen descansar a Collins por amor a Rao, el viejo se va a morir antes de terminar el tour, da pena”, tuiteó esta semana el escritor Francisco Ortega, reconocido fan de la banda. Para Marcelo Contreras, crítico de música de La Tercera, la interpretación en Birmingham de The Lamb Lies Down On Broadway fue decidora: “Una de las mejores canciones del progresivo termina convertida en esto por no saber cuándo decir adiós”.
Algo de todo esos problemas se habían visto antes en el país, en el último paso de británico por Chile, en marzo de 2018, cuando apoyado en un bastón caminó sobre el escenario del Estadio Nacional hasta un asiento, del que no se movió más hasta el fin del espectáculo, probablemente el último del artista en el país y una forma de decir, nuevamente, que sigue vivo pese a todo, como dice su canción, contra todo pronóstico.
“Vino tinto, vino blanco”
Los problemas motrices de Collins, quien además padece diabetes, comenzaron en 2007, cuando en medio de un solo de batería, durante la anterior reunión de Genesis, sufrió una lesión en la columna que le dañó las vértebras de la parte superior del cuello, causando un daño permanente en los nervios.
“Tal vez en un año más o menos cambiará, pero por ahora es imposible para mí tocar la batería o el piano”, detalló en su sitio web en 2009, donde se resignó diciendo que “en la vida pasan estas cosas”. Desde entonces el músico comenzó a despedirse de la batería y el piano, y según reportes de la prensa de su país, a sufrir también problemas domésticos, falta de autonomía y a necesitar ayuda para ir al baño.
Su ánimo decayó y se volcó a la bebida. Poco antes, se había divorciado de su tercera esposa, Orianne Cevey, con quien tiene dos hijos. El millonario acuerdo de separación, sumado a sus dos divorcios anteriores, le costaron a Collins cerca de un tercio de su patrimonio. “No anduve cayéndome borracho pero empecé a beber “, le reconoció poco después al Daily Mail. “Solía levantarme y empezar a beber y ver el cricket. Vino tinto, vino blanco”.
Incluso, en una entrevista de 2010 con Rolling Stone, dijo que había considerado quitarse la vida “en los últimos años”, en parte debido a su incapacidad para tocar piano y batería. “No me volaría la cabeza”, dijo. “Sería una sobredosis o haría algo que no me doliera. Pero yo no les haría eso a los niños”, aclaró.
Su depresión lo llevó a anunciar su jubilación de la música. En 2011 contó que se tomaría un descanso de su carrera, lo que alimentó cientos de titulares y columnas de opinión. “Voy a dejar de hacerlo para poder ser un padre de tiempo completo para mis dos hijos pequeños a diario”, dijo en su sitio web en ese momento.
En el apogeo de su dependencia de alcohol, en 2012, el cantante llegó a sufrir una pancreatitis aguda y según los informes de la época estuvo cerca de morir. Fue a rehabilitación y a pesar de una recaída durante unas vacaciones en Grecia -según el New York Post- se separó de la bebida por los siguientes tres años.
La separación de Cevey, eso sí, le siguió penando. Según la siempre incisiva prensa rosa británica, Collins tuvo una suerte de reconciliación con su exesposa y volvieron a vivir juntos en su mansión de 40 millones de dólares en Miami, aunque sin ser una pareja “exclusiva”. Incluso, sin que el músico lo supiera, Cevey se casó con otro hombre en agosto de 2020, lo que llevó al artista a demandarla, pedir que desalojara la casa y acusar a ambos de “ocupación armada y toma de posesión” de su mansión.
Todo esta teleserie se desarrollaba mientras el compositor ensayaba con Banks y Rutherford para su gira de reunión con Genesis, la que inicialmente se lanzaría el año pasado pero debió ser postergada hasta esta semana a causa de la pandemia.
Hasta el día de hoy, y a pesar de dos cirugías en su espalda, en 2009 y 2015 -la última de las cuales lo dejó dependiente de un bastón-, las limitaciones físicas del músico son evidentes y graves, pero al menos su estado de ánimo parece haber mejorado. Decidió volver a las giras en los últimos años y ahora, con la reunión de Genesis, Collins parece dispuesto a dar la pelea, aunque sea para un último round y poder despedirse de su público durante algunos minutos sobre el escenario, apoyado en los hombros de sus compañeros y burlando el complejo destino que la vida le tenía deparado.
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