Grabada en una noche producto de la urgencia: la historia tras Arriba en la Cordillera

Patricio Manns

El mayor himno del fallecido Patricio Manns guarda una historia que mezcla el azar con un golpe a la cátedra que lo transformó en uno de los mejores y más agudos cronistas musicales de su era.


Fue en La Peña de los Parra, epicentro capital de la Nueva Canción Chilena a mediados de los 60, en pleno Santiago Centro, un lugar donde se batían ideas a intensidad volcánica en torno a la creación popular. En ese sitio, luego de presentarse con un repertorio aún limitado, Patricio Manns conoció al productor discográfico más importante de la época, Camilo Fernández, verdadero rey Midas para pulir y proyectar talentos.

En esos momentos como ejecutivo del sello Arena, Fernández le propuso hacer un disco juntos. Quería proyectarlo como figura juvenil del Neofolklore y de la Nueva Canción Chilena. “Sería bueno tener a toda la Peña en el mismo sello disquero. Así podrían hacer combinaciones entre ustedes, hacer dos voces, hacer cuecas...”, recuerda Manns que le dijo Fernández, según cita el libro En busca de la música chilena. “Llegué a su oficina y le mostré todas las canciones que tenía, las seis que cantaba todas las noches en la Peña”.

El sitio Música Popular puntualiza que el ejecutivo no quedó conforme: encontró que el catálogo mostrado no era suficiente ni numeroso. Entonces, desde la carencia y la urgencia vino el golpe a la cátedra: ahí recordó una vieja historia que él había vivido unos años antes, cuando, en virtud de algunas actividades ilegales desarrolladas con familiares, debió esconderse de la policía en el interior de Los Ángeles. En esa ocasión, Manns se adentró en la cordillera aledaña al volcán Antuco, y convivió con arrieros que robaban ganado del lado argentino durante el invierno. La historia de uno de ellos fue la base para el tema Arriba en la cordillera, compuesto en apenas una noche, posterior himno mayúsculo de la canción chilena y uno de los temas más representativos de ese período de mediados de los 60.

Era el año 1965 y Patricio Manns debutó como cantante con ese tema, grabado con el acompañamiento de parte de Los Cuatro Cuartos y dos integrantes de Las Cuatro Brujas convocadas por Chino Urquidi, su arreglador.

La canción obtuvo popularidad inmediata y convirtió a Manns en ídolo de masas, con su aspecto bien parecido y su sensibilidad poética. De hecho, según Música Popular, empezó a sonar en radios no habituadas al folclore y agotó las copias del single en casi todas las disquerías capitalinas.

“Era una locura: llegaba a mi casa, prendía la radio, y ahí estaba la canción. Cambiaba el dial, y de nuevo. Yo ya estaba enfermo con la historia”, ha contado el propio Manns.

De alguna manera, esa composición no sólo lo consolidó a él como cantautor en el sentido más tradicional de la figura; también empujó los límites de la Nueva Canción Chilena hacia una mirada más íntima y cotidiana, con personajes anónimos, aproblemados por conflictos del día a día. Surgía la figura de un cronista capaz de materializar los conflictos del universo rural y posteriormente citadino.

Un clásico grabado y publicado originalmente en 1965 para el álbum Entre mar y cordillera, y que estrenó su videoclip en 1972, bajo la dirección de Hugo Arévalo.

Hoy, tras su muerte acontecida en horas de esta mañana, de seguro sonará fuerte en radios y seguidores de gran parte del país.

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