La música popular chilena está de luto. Esta jornada se anunció el fallecimiento del músico y escritor Patricio Manns, a los 84 años.
La noticia llega tras el paso de Manns por la UCI de la clínica Bupa de Reñaca durante agosto y septiembre pasados, donde estuvo internado hasta el 20 de septiembre, producto de una grave descompensación.
Patricio Manns fue un nombre relevante en el circuito artístico nacional. Oriundo de Nacimiento, en la región del Biobío, llegó al mundo en una familia de músicos, puesto que su padre era un antiguo pianista de jazz y su madre, concertista en piano, aunque ninguno se dedicaba profesionalmente a la actividad musical. Su infancia transcurrió sobre todo en Chiloé. Ahí, al calor de las fogatas, el curanto en hoyo y el guitarreo, comenzó a dar sus primeros pasos como cantautor.
Ya a los 18 años compuso su primera canción, se llamaba Bandido, y llevado en su espíritu inquieto la presentó en el Festival Folclórico de Cosquín, en Argentina, en 1959, y obtuvo el primer lugar. No la interpretó él, sino un grupo de la Universidad de Concepción.
Pero los pasos en el mundo de la música los daría sin prisa y sin pausa. Comenzó a trabajar como periodista en radios de Concepción, y en el canal Canal 9 de la Universidad de Chile. Fue durante esas jornadas de micrófono en la amplitud modulada donde conoció a un nombre importante del ambiente artístico chileno de los 60.
“Ricardo García llegó un día con un programa radial a radio Balmaceda, donde yo trabajaba como periodista -contó Manns a Culto el 2019-. Ahí le mostré su respuesta a una carta que yo le había escrito desde Chiloé unos años antes. En ella le preguntaba qué requisitos se exigían para que yo desarrollara una carrera musical. Su respuesta fue muy cordial, pero me advertía que me preparara para un sinnúmero de dificultades. Se emocionó mucho con la historia”.
Un nombre clave de La Nueva Canción Chilena
En Canal 9, Manns conoció a Luis Urquidi, el “Chino”, un compositor y arreglista quien laboraba junto a otros amigos suyos en Los Cuatro Cuartos, un grupo que cultivaba el neofolklore y que entre sus filas tenía a nombres como Pedro Messone o Willy Bascuñán. Así empezó lentamente a tejer sus redes.
Así llegó 1965, un año crucial para él, porque llegó al círculo que fundó la llamada “Peña de los Parra”, administrada por los hermanos Isabel y Ángel Parra. En esas noches de música y vino navegado nació un movimiento que hizo historia en la música chilena. “Siempre se dijo que Ricardo García bautizó a la Nueva Canción Chilena y al Neofolclore. El movimiento nació en la Peña de Carmen 340, luego conocida como la Peña de los Parra. Eso fue en abril de 1965. Los integrantes éramos Isabel y Ángel Parra, Rolando Alarcón y Víctor Jara”, recordó Manns en 2019 con Culto.
Además, Manns tuvo su debut oficial en un álbum. Era un single 7 pulgadas que incluyó una canción que se transformó en algo grande. Arriba en la cordillera.
La canción trata de un hecho habitual en las zonas descampadas de la cordillera. El abigeato, o el robo de ganado. Manns se inspiró en una vivencia particular. “La urgencia por una canción lo llevó a recordar una vieja historia que él había vivido unos años antes, cuando, en virtud de algunas actividades ilegales desarrolladas con familiares, debió esconderse de la policía en el interior de Los Ángeles. En esa ocasión, Manns se adentró en la cordillera aledaña al volcán Antuco, y convivió con arrieros que robaban ganado del lado argentino durante el invierno. La historia de uno de ellos fue la base para el tema”, cuenta el sitio musicapopular.cl.
Compuesta en una noche, y grabada con el acompañamiento de Los Cuatro Cuartos y dos integrantes de Las Cuatro Brujas, llevó al mundo popular marginal y sus rudas condiciones de sobrevivencia, a una dimensión que hasta entonces no había tenido.
Ahí nace el primer gran punto de trascendencia del chileno: con las imágenes de Violeta Parra y Víctor Jara como fuentes incomensurables, establece la figura del cantautor inquieto, del hombre que busca entre el folclore, la Nueva Canción, el cancionero latinoamericano, la poesía y hasta algunas vanguardias propias de la época. En rigor la figura del cantautor se ayudó a consolidar en Chile gracias a la huella de Manns.
Una vez lanzado en su propia carrera, Manns se contactó nuevamente con Ricardo García, quien fue una pieza crucial para la difusión de precisamente el tema Arriba en la cordillera. “Le llevé mi primer disco, Arriba en la cordillera, y le dio una gran difusión. Él era muy escuchado en el extranjero así que muy pronto mi canción fue grabada por solistas argentinos y chilenos y otros conjuntos foráneos”, señaló Manns a Culto.
Así inició una prolífica carrera musical, que combinó con la actividad literaria. Sí, porque Manns publicó una serie de libros, el primero fue en 1963 llamado De noche sobre el rastro. Una novela reeditada solo cuatro años después con ese título, ya que en su versión original se llamaba Parias en el vedado. Con ella ganó el Premio Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile, cuando la entidad era un faro de la literatura nacional. En su obra mezcló géneros como la novela histórica, el ensayo e incluso el periodismo.
Tras el golpe, debió partir al exilio, primero a Cuba, luego a Francia, donde conoció a Alejandra Lastra,, quien sería su esposa y algo así como la mujer que lo sacó del período más áspero de su existencia. Con ella partió a Suiza. Regresó a Chile en 1990. No se separaron más y en las últimas décadas ella funcionó como su mánager.
La única ruptura fue obligada: musa e inspiradora de composiciones como La Balada de los amantes del camino de Tavernay, Lastra falleció en septiembre pasado afectada por un cáncer al colon, justo cuando ambos habian sido internados por complicaciones de salud. En el caso de él, empezaba a lidiar con la gravedad de su diabetes.
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En el exilio, ya está dicho, su faena creativa también fue fértil y sólida. Cuando me acuerdo de mi país, La dignidad se convierte en costumbre, El Che y Llegó volando son canciones de este período de destierro, caracterizado por una regular colaboración con Inti-Illimani. El vínculo entre Manns y el grupo quedó establecido a partir del disco Canción para matar una culebra (1979), en el que se incluyeron los temas Vuelvo y Sambalando, que el cantautor trabajó sin intermediarios con el conjunto, trasladándose a Roma en los días previos a la grabación, en 1978.
Aunque nunca dejó su trabajo en solitario, los mayores hitos de esos días estuvieron marcados por su cooperación recíproca con el conjunto residente en Italia; y, sobre todo, con su director, Horacio Salinas, con quien estableció una de las duplas creativas fundamentales de la música chilena.
En sus últimos años, ya de vuelta en el país, se encontraba viviendo en Concón. Sus últimos trabajos artísticos fueron los álbumes La tierra entera (2010) y La emoción de vivir (2016), y los libros Cantología (2004), Los dolores del miembro fantasma (2014) y Música prohibida (2014).
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Cada cierto tiempo daba entrevistas para hablar de su momento artístico -a veces aparecía tocando en recintos pequeños de Santiago- y para abordar temas de coyuntura. Quizás el más impactante se dio en octubre pasado, cuando en el programa Mentiras Verdaderas reveló una historia poco conocida; su cooperación en el fallido atentado contra Augusto Pinochet, el 7 de septiembre de 1986.
“Como yo soy un gallo que de repente se las puede, participé, y esto lo digo por primera vez en mi vida, en el atentado en el cajón del Maipo contra el dictador”. Ello ocurrió durante los años de exilio en Europa, en que además de una fructífera colaboración artística con Inti-Illimani, las ofició de vocero para el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, el grupo que orquestó y ejecutó la operación, de la que Pinochet salió ileso, pero que se cobró la vida de cinco de sus escoltas.
“Se reunieron en mi casa en Francia algunos comandantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y allí cada uno aportó algunas ideas para ver como darle el bajo a este gallo”, señaló el músico. “Yo era vocero del FPMR en Europa, también en EE.UU, fui a EE.UU. En Canadá, por ejemplo me presenté en televisión con el primer ministro, que nos apoyaba”.
A momentos, también aparecía para subrayar que su condición de salud y su difícil trance de los últimos años. “Estoy en medio del mar con olas muy grandes”, fue la frase que le soltó a Horacio Salinas mientras estaba internado hace cerca de un año.
En otras oportunidades, tanto él como sus compañeros de generación lo alzaban como candidato natural al Premio Nacional de Literatura y de Música. Finalmente, se fue sin recibirlo.