Como si nada. En rigor, las aguas se habían movido unas semanas antes. El 10 de junio de 1969, los Rolling Stones anunciaban la salida de su guitarrista fundador, Brian Jones. Solo tres días se demoraron en presentar a su reemplazante. También era rubio y su nombre era Mick Taylor, había tocado con John Mayall y parecía el nombre perfecto. Su presentación en sociedad -cual ceremonia propia de una aristocracia musical a la que comenzaban a acostumbrarse- estaba fijada para el 5 de julio de ese año en el Hyde Park de Londres.
Para esa fecha, su último álbum había sido Beggars Banquet, en diciembre de 1968, y se encontraban preparando su siguiente placa, que se llamaría Let it bleed.
Sin embargo, y en un giro cruel del destino, Brian Jones falleció dos días antes que sus compañeros se presentaran en la capital inglesa. Fue encontrado en su piscina. Citada en el libro La Verdad : Yo fui un Rolling Stone, de Enrique Viñuela, una enfermera que cuidaba de Jones, Janet Lawson, declaró: “Sobre las 10:30 de la noche Brian quiso darse un baño en la piscina. Había estado bebiendo y andaba un poco tambaleante. No estaba en condiciones de nadar, pero no me hizo caso”.
La muerte de Jones, probablemente hizo impacto en la fibra más íntima de Jagger, Richards y compañía. Pero había un recital que hacer y ni siquiera la muerte de su antiguo contertulio alteró los planes. Tal como en 2021, el show tenía que continuar.
Aunque tampoco fueron de todo fríos. Mick Jagger, como muestra el documental que se filmó de recital -The Stones in the Park-, recitó un poema de Percy Bysshe Shelley, Adonais, a modo de homenaje a Jones. Luego, tras los aplausos del respetable -una multitud de jóvenes hippies- se lanzaron cientos de mariposas al aire.
Y eso fue todo...
El resto fue solo rock and roll. Partieron con algo habitual en ellos, un cover, I’m Yours and I’m Hers, de Johnny Winter. Luego fueron pasando canciones del Beggars Banquet como: No Expectations, Stray Cat Blues, Street Fighting Man, la cual tocaron por primera vez en directo.
Además, adelantaron una canción que aparecería en su próximo disco: Midnight Rambler. Y pasaron (I Can’t Get No) Satisfaction, Jumpin’ Jack Flash y Love in Vain.
El final, como solían hacerlo en otras ocasiones, fue con Sympathy for the Devil, del Beggars Banquet. Con percusionistas invitados, los Stones parecían más de fiesta que de haber venido de enterrar a un antiguo compañero. El show debía continuar.