Cada cierto tiempo, los Premios Nobel de Literatura entregan alguna sorpresa, dado que galardonan a alguna autora o autor que no pertenece a algún país occidental, tendencia que al menos desde los 80 ha ido en aumento. Así recibieron galardones el colombiano Gabriel García Márquez, en 1982; el oriundo de la isla de Santa Lucía (en el Caribe), Derek Walcott, en 1992; el japonés Kenzaburō Ōe, en 1994; los chinos Gao Xingjian, en 2000, y Mo Yan, en 2012; el turco Orhan Pamuk, en 2006 o el peruano Mario Vargas Llosa, en 2010.
En 2021 el galardonado vino del África profunda, Abdulrazak Gurnah, pero su caso no fue el único. Se trata del quinto Premio Nobel de Literatura del llamado “continente negro”.
Wole Soyinka (Nigeria)
El primer hijo de África en adjudicarse el galardón fue el nigeriano Wole Soyinka, en 1986. ”En una perspectiva cultural amplia y con matices poéticos, innova el drama de la existencia”, señaló la Academia Sueca en esa ocasión. Nacido en 1934, con estudios superiores en la Universidad de Ibadán, y en la Universidad de Leeds, Inglaterra, Soyinka no solo ha sido narrador, también un destacado dramaturgo, de hecho, gran parte del corpus de su trabajo son obras de teatro.
Es más, entre 1957 y 1959, trabajó en el Royal Court Theatre de Londres como director y actor. Eso sí, tiene dos novelas: The Interpreters (1964) y Season of Anomy (1972). En su trabajo se ha caracterizado por acercar las tradiciones africanas con una narración tipo occidental. También ha escrito ensayos y poesía.
Naguib Mahfuz (Egipto)
Luego de Soyinka, no hubo que esperar mucho tiempo para ver a otro africano galardonado con el Nobel, y vino del África musulmana. Desde la tierra de las pirámides, fue galardonado Naguib Mahfuz, en 1988. “A través de obras ricas en matices — a veces con clarividencia realista, y a veces evocativamente ambiguo — ha formado un arte narrativo árabe que se aplica a toda la humanidad”, dijo la Academia. El egipcio fue un escritor prolífico, puesto que publicó en vida alrededor de 34 novelas, 350 cuentos, cinco obras teatrales a lo que se suman columnas periodísticas.
Influenciado por el existencialismo, lo central en su trabajo fue la llamada “Trilogía de El Cairo”, que completó antes de la Revolución de julio de 1952 (que terminó tanto con la monarquía como con el domino británico e instaló en el poder a un hombre fuerte: Gamal Abdel Nasser). Estas novelas fueron Entre dos palacios (1956), Palacio del deseo (1957) y La Azucarera (1957). Todas fueron ambientadas en la ciudad de El Cairo. Mahfuz falleció en 2006, a los 94 años.
Nadine Gordimer (Sudáfrica)
Tras Mahfuz, en 1991 fue el turno de una mujer, la sudafricana Nadine Gordimer, “a través de su magnífica épica escritural ha sido —en palabras de Alfred Nobel— de gran beneficio para la humanidad”, puntalizó la Academia Sueca en la ocasión. En sus libros, cómo no, Gordimer trata los conflictos interétnicos y el apartheid. De hecho, nació en un país que hoy no existe, la Unión Sudafricana, la que luego pasó a ser Sudáfrica, en 1961, pero recién el sistema racista se terminó en 1992, por lo que el premio tuvo bastante de político.
Fundamentalmente novelista, entre los libros más importantes de Gordimer podemos señalar El conservador (1974), A Soldier’s Embrace (1980), July’s People (1981), Something Out There (1984), A Sport of Nature (1987), y su más conocida novela La Historia de mi hijo (1990) donde aborda de la relación entre un hombre negro y una mujer blanca. Además, su libro de ensayos The Essential Gesture (1988) también vale la pena, puesto que se explaya en sus posiciones políticas de cara al problema del apartheid. Parte de su obra está traducida al castellano y se encuentra vía Tusquets. Falleció a los 90 años, en 2014.
J. M. Coetzee (Sudáfrica)
Tras Gordimer, el siguiente Nobel de Literatura adjudicado a un africano fue el de J. M. Coetzee, en 2003. En la ocasión, la Academia Sueca lo premió por “la brillantez a la hora de analizar la sociedad sudafricana”. Aunque nacionalizado australiano desde 2005, vino al mundo en la entonces Unión Sudafricana. Como otros africanos, a comienzos de los años 1960 se desplazó a Londres, donde trabajó como programador informático. Posteriormente, se doctoró en lingüística computacional en la Universidad de Texas en Austin (EE. UU.) con una tesis donde hizo un análisis computarizado de la obra de Samuel Beckett, quien es una de sus influencias, junto con Miguel de Cervantes, Daniel Defoe, Fiodor Dostoievski, Ford Madox Ford, Franz Kafka o Luigi Pirandello.
Con un amplio corpus de libros, entre sus obras podemos destacar sus novelas Juventud (2002), Desgracia (1999), Hombre lento (2005) y Esperando a los bárbaros (1980), considerada la mejor puerta de entrada a su obra. En castellano se encuentra fundamentalmente por Literatura Random House y DeBolsillo.
Otras plumas africanas
Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria)
No ha ganado el Nobel, cierto, pero es quizás la autora africana más conocida en la actualidad, por descollar en el ámbito de una literatura dedicada en gran parte al feminismo, y quien perfectamente podría obtener el prestigioso galardón. La nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie (44), es, según destacó la crítica literaria Patricia Espinosa a Culto: “Una escritora feminista, cuya figuración mediática es un gran apoyo para un galardón como el Nobel. Además, su escritura no es académica, por tanto hay una mayor cercanía con sus lector@s. La ubicaría en la misma zona de Bob Dylan”.
En el caso de Ngozi Adichie, sus libros están disponibles en castellano. Así, destacan Todos deberíamos ser feministas (2015), Americanah (2013) o Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo (2017), publicados por Literatura Random House.
Yaa Gyasi (Ghana)
Otra destacada autora de la actualidad es la ghanesa Yaa Gyasi (32), también una autora asentada en el feminismo. Fue con su novela Volver a casa (2016) llamó la atención de la crítica especializada, la cual le adjudicó varios premios: el John Leonard para libro debut del Premio del Círculo de Críticos Nacional del Libro, el premio PEN/Hemingway para novela debut de ficción y el reconocimiento “5 under 35″ del National Book Foundation. No es poco.
En la novela, Gyasi toca el tema de esclavitud africana en Estados Unidos, a través de varias generaciones, aunque sus protagonistas son mujeres, y desde una perspectiva intimista, narra sus vidas y sus descendencias, a la manera de Cien años de soledad. “Armé un árbol de familia, e incluí fechas y un acontecimiento de cada periodo, como las leyes Jim Crow de segregación o la etapa de la reconstrucción tras la Guerra”, dijo Gyasi en declaraciones con El País. Este 2021 volvió a las librerías con Más allá de mi reino, publicada en castellano vía Salamandra.
NoViolet Bulawayo (Zimbabwe)
Otra exponente destacada de las nuevas letras africanas y feministas es NoViolet Bulawayo (39). Oriunda de Zimbabwe, reside en Estados Unidos desde los dieciocho años, donde se graduó en un máster de Bellas Artes en Escritura creativa en la Universidad de Cornell. Su mayor publicación es la novela Necesitamos nombres nuevos, de 2018, la cual fue publicada en castellano vía editorial Salamandra.
En sus páginas, la novela narra la infancia de un grupo de niños de Zimbabwe, desde la mirada de una chica, Darling. Ante la difícil situación de su país, debe emigrar a los Estados Unidos, donde deberá adaptarse a una cultura radicalmente diferente.
Fatima Mernissi (Marruecos)
En el África musulmana, del norte, también encontramos autoras destacadas y relevantes en los últimos años, así llegamos a Fatima Mernissi. En sus novelas, colocaba en el centro a las mujeres. Así, publicó un importante corpus de las cuales incluso hubo algunas que se tradujeron al castellano, como Marruecos a través de sus mujeres (1990), El harén político: el islam y las mujeres (1992) o Las sultanas olvidadas (1997).
Su labor fue reconocida con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en el año 2003 por “una obra literaria en varios géneros que, con profundidad de pensamiento y calidad estética, aborda cuestiones esenciales de nuestro tiempo desde una perspectiva complementaria en el diálogo de las culturas”. Mernissi falleció en 2015, a los 75 años.