Sólo en las últimas horas el diario Los Angeles Times oficializó lo que subterráneamente ya era una verdad incómoda en la interna de los Rolling Stones. Pero lo cierto es que Brown Sugar, el clásico de Sticky fingers (1971) y uno de los temas más rollinga de la historia rollinga, ya había comenzado a volverse un problema y a desaparecer en silencio del radar.
La decisión conocida hoy de los británicos de quitar definitivamente la canción de su gira por Estados Unidos -paradójicamente bautizada como “No Filter Tour”- para evitarse críticas hacia su letra, tras haber estado inamovible en sus presentaciones por 52 años, no hace más que coronar la compleja convivencia de un viejo y sucio tema de rock and roll del siglo XX con las sensibilidades de la era #MeToo, del #TimesUp y de otros hashtags y consignas que configuran el zeitgeist de la generación Z.
De hecho, hace dos años, el productor musical Ian Brennan escribió un artículo para el diario estadounidense The Chicago Tribune condenando a Brown sugar por su mensaje, por su supuesta apología a la “esclavitud, violación, tortura y pedofilia” que se escuchan en su letra, pidiendo de paso que la canción fuera retirada de la radio y de los conciertos de la banda.
“La violencia y los estereotipos representados en la letra de Brown Sugar son repulsivos”, sentenció Brennan, “sin embargo, la canción continúa siendo transmitida por las estaciones de radio de todo el mundo y suena en cafés, aeropuertos, gimnasios y centros comerciales”, se lamentó.
Los reclamos del columnista apuntaban a las que durante décadas han sido consideradas una de las letras más polémicas firmadas por Mick Jagger. Una pieza que narra imágenes sobre “un barco de esclavos de la Costa de Oro rumbo a los campos de algodón / vendido en el mercado en Nueva Orleans”. Una nave al mando de un “viejo esclavista con cicatrices que sabe que lo está haciendo bien / Escúchalo azotar a las mujeres alrededor de la medianoche”.
En un sentido literal, una apología al racismo, la violencia y la historia de esclavitud de mujeres africanas en Estados Unidos. Yendo un poco más allá, posiblemente una oda de Jagger al sexo interracial y a sus propias historias sexuales con mujeres afroamericanas, mezclada con imágenes de látigos, sadomasoquismo, sexo oral, virginidad perdida y drogas, como alguna vez apuntó el célebre crítico musical Robert Christgau.
Incluso, hay quienes han visto en su letra una suerte de analogía de los orígenes musicales de los Rolling Stones, saqueando la historia musical de los afroamericanos y los esclavos del sur de EE.UU. (como el blues, el soul y el y el honky tonk) para además jactarse con orgullo de “lo bien que saben”, como reza el coro. “Tal como debería saber una jovencita”.
Ya sea una referencia sexual, musical o histórica -o todo eso junto-, lo cierto es que Brown Sugar tuvo como musa inspiradora a Claudia Lennear, ex cantante de soul y alguna vez integrante de las Ikettes, el trío vocal de formación cambiante que acompañó por años a Ike y Tina Turner. La misma artista, hoy de 75 años, a la que David Bowie le habría dedicado Lady Grinning Soul.
“La letra tiene que ver con la combinación de drogas y chicas. Esta canción fue algo muy instantáneo, un punto culminante definitivo”, dijo el propio cantante de los Stones a en las notas del álbum recopilatorio Jump Back (1993).
Grabada dentro de una sesión de tres días en los Muscle Shoals Sound Studio en Alabama, en diciembre de 1969, Brown sugar fue además uno de los primeros éxitos que registró Mick Taylor, el talentosísimo guitarrista que se integró a la banda tras la muerte de Brian Jones. Él mismo Taylor habría pedido que la canción se estrenara en vivo en el tristemente célebre recital de los ingleses en el festival de Altamont de ese año. Desde entonces, prácticamente nunca más salió del repertorio en vivo del conjunto. La tocaron casi al final de su concierto en el Estadio Nacional de Santiago, en febrero de 1995, y repitieron la fórmula en su regreso a Ñuñoa en 2016. La tónica se mantuvo hasta agosto de 2019, la última vez que la interpretaron sobre un escenario.
Debido a disputas con el sello anterior de la banda, el tema no se publicó hasta un año y medio después de su registro, como primer single de Sticky fingers (1971), para convertirse en uno de los grandes himnos del conjunto y en una marca registrada del sonido clásico del grupo, con la letra lasciva de Jagger y la guitarra endemoniada de Keith Richards.
En 2009, el vocalista ya daba cuenta que su célebre composición parecía empezar a ser incómoda para esos tiempos. En entrevista con Rolling Stone, Jagger analizó la letra, puso de manifiesto que gran parte de su éxito se debió a ella, pero también dio luces de la decisión que materializaría una década después.
“Dios sabe de qué hablo en esa canción. Es una mezcolanza. Todos los temas desagradables de una sola vez. Nunca escribiría esa canción ahora”, dijo el cantante entonces. Al ser consultado por sus razones, respondió: “Probablemente me censuraría a mí mismo. Pensaría: ‘Oh, Dios, no puedo. Tengo que parar. No puedo escribir así de crudo’”.
Si bien ahora Jagger prefiere no ahondar en los motivos que los llevaron a excluir Brown sugar de su gira actual (“la sacaremos por ahora y veremos cómo va. Podríamos volver a ponerla”, se limitó a decir), Richards se explayó más. “¿No entendieron que se trataba de una canción sobre los horrores de la esclavitud? Pero están tratando de enterrarlo. En este momento no quiero entrar en conflictos con toda esta mierda. Pero espero que podamos resucitar a la nena en su gloria en algún lugar de la pista “, comentó a Los Angeles Times.