Crítica de discos: regresan Adele, Coldplay y Silvio Rodríguez
Sólo nombres estelares para esta semana, aunque cada uno bajo sus principios y con resultados distintos: Adele y su impronta interpretativa y melódica, Coldplay y su ideario pop, y Silvio Rodríguez y su giro hacia el pasado.
Coldplay - Music of the spheres
El space rock solía abordar la soledad y los peligros mortales del ser humano en la conquista del cosmos, como ocurre con los personajes de Space oddity de David Bowie y Rocket man de Elton John, o la necesidad de abandonar un planeta dañado, el relato de Black Sabbath en Into the void. En manos de Coldplay, estas lecturas melancólicas y sombrías del subgénero, se superan con optimismo. Chris Martin y compañía presentan Music of the spheres como un relato conceptual que describe conexiones siderales y una comunidad intergaláctica. Producido por el as del pop Max Martin (Backstreet boys, Britney Spears), el álbum es un compendio de las grandezas y ligerezas que han marcado la carrera de Coldplay en 20 años, en su empecinamiento por heredar el reino de U2. Sónicamente propone un viaje placentero que redunda en una sensación de alta tecnología, con algún resabio a Muse en People of the pride, y una mezcla de Radiohead con Pink Floyd en la ambiciosa Coloratura. Las anodinas colaboraciones de BTS en My Universe y Let somebody go junto a Selena Gomez, retratan las concesiones de una banda cuyo rumbo se corrige a conveniencia de nuevos públicos.
Silvio Rodriguez - Silvio Rodríguez con Diákara
Aunque registrado en 1991, este disco perdido de Silvio Rodríguez cierra el ciclo de los ochentas del ídolo cubano, iniciado con apenas la voz y una virtuosa ejecución en la guitarra, para adentrarse paulatinamente en una coctelería de jazz fusión con raíces afrocubanas, y acrobacias propias del rock progresivo, manual que Ricardo Arjona decodificó como gimnasia instrumental y palabrería en nombre del amor.
Diákara fue una especie de súper grupo con virtuosos miembros de Irakere y Afrocuba, algunos de ellos en la alineación que acompañó a Silvio en el histórico show del Estadio Nacional, el 31 de marzo de 1990. La grabación realizada en México es paradigmática del sonido reinante en aquel tiempo: delgadito, con exceso de brillo y escasa profundidad. El trovador reveló que en una sola mañana hizo las voces de ocho temas. El esfuerzo y desgaste se advierte, y no combina del todo con la perfección interpretativa, como ocurre en una innecesaria reversión del clásico De la ausencia y de tí, Velia. Sobran florituras -escalas, remates de doble pedal-, como asoman grandes letras -Acerca de los padres, Canción del pasado-, ahogadas entre excesos.
Adele - Easy on me
Adele es un estado independiente y autónomo en el mapa musical, desinteresado en sostener relaciones con otras corrientes y firmar alianzas colaborativas. En un mundo donde el pop se fabrica preferentemente con máquinas y filtros vocales, la súper estrella británica de 33 años trabaja con los mismos elementos de una diva del jazz y el soul del siglo pasado: voz y acompañamiento tradicional. Easy on me, adelanto de 30, su cuarto álbum fechado para el próximo 19 de noviembre, repasa una infancia frágil y los recovecos de su separación matrimonial. “No puedes negar lo mucho que lo he intentado”, canta en alusión al quiebre.
La fórmula de Adele persiste, desafiando a quienes proyectan el arte como una ardua búsqueda entre ensayos y errores. El single es una balada al piano con la discreta presencia de un bajo, el espacio necesario para desplegar la progresión emotiva clásica de la británica, ese canto que emociona e identifica de manera universal. En Easy on me no hay espacio para rencores ni llantos amargos, sino la épica de quien se sobrepone a las dificultades de la vida entonando dolores con indiscutida belleza.
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