Fue de la manera más pública y sobre el lugar donde se convirtieron en históricos del rock chileno: arriba de un escenario. Y fue también de la forma más inesperada.

En 2009, los tres miembros de Los Prisioneros ya contaban tres años sin hablarse, instalando la idea de que difícilmente algunas de sus partes volverían a mirarse de frente. Pero Claudio Narea y Miguel Tapia dijeron lo contrario.

El 11 de enero de ese año, el guitarrista llegó como invitado a la Cumbre del Rock Chileno que se hizo en el Club Hípico de Santiago. Su nombre era uno de los más esperados, no sólo por tratarse de un integrante de la banda más popular de la música nacional; en los días previos, corrían los rumores de una posible reunión en escena con el baterista, amigo y compañero en gran parte de su trayectoria, pero también de quien se había distanciado cuando partió del conjunto en 2003.

Miguel Tapia y Claudio Narea en la Cumbre del Rock Chileno de 2009.

De hecho, fue el propio Tapia quien esa vez le comunicó que estaba despedido del trío, aunque la decisión había sido de Jorge González. Luego de un show en Colombia, el percusionista lo citó para el día posterior a una reunión en una oficina-estudio cerca de Plaza Egaña, sin revelarle la razón.

Cuando llegó el minuto y todos se juntaron en pleno, Tapia comenzó diciéndole sin mayor anestesia: “Hemos decidido que no queremos tocar más contigo”.

Narea se vio obligado a reactivar su carrera en solitario, aunque el reencuentro con el hombre de ¿Quién mató a Marilyn? no tardó demasiado. En 2007, Tapia llegó como parte del público hasta un show de Narea en La Batuta y se saludaron sin rencores en camarines, aunque no profundizaron en demasiados temas. Un año después se dio la oportunidad de hablar con más tranquilidad, sellar una reconciliación mayor y empujar una posible dupla que reviviera en vivo la magia Prisionera.

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Había un dato clave: Tapia por ese entonces también estaba distanciado de González. De alguna manera, a ambos lo unía el cortocircuito con el cantante.

Y así llegó esa tarde veraniega de 2009 en la Cumbre del Rock Chileno. El espectáculo comenzó con Amar es complicado y Estás ganando, dos temas de la etapa solista de Narea, y después siguió con un repaso al repertorio de Profetas y Frenéticos.

Fue en ese punto donde llegó la oportunidad de invitar a Tapia bajo los focos. Fue lo más cercano que se vivió por esos días a algo así como una reunión de Los Prisioneros. ¿Quién mató a Marilyn? y Lo estamos pasando muy bien fueron adecuadamente los temas escogidos -uno lo canta Tapia, el otro Narea-, donde por lo demás el percusionista no se sentó tras las baquetas, sino que acompañó a su camarada como voz principal.

El entusiasmo fue tal que los músicos de Los Indicados y Profetas y Frenéticos - también presentes en el show- se unieron al escenario para interpretar en masa las composiciones. Incluso el vértigo y la emoción trajo costos: en medio de los saltos y bailes, el escenario cedió y Narea se cayó un par de metros, debiendo ser asistido por un grupo de colaboradores y por personal médico del recinto.

“Me caí, pero no me dolió”, dijo el músico al finalizar la presentación, aplaudida por cerca de diez mil personas.

Efectivamente el dolor fue algo fugaz: Narea y Tapia se mantuvieron firmes como sociedad escénica y fijaron su siguiente show apenas un mes después, en el festival Antofagasta junto al mar.

Ahí, ya bautizados de forma definitiva como Narea & Tapia, enfrentaron una presentación propia y debieron ampliar su repertorio, por lo que vino la siguiente fase de la misión: ahora ambos cantarían temas de Los Prisioneros también escritos por Jorge González. El ex amigo con el que estaban peleados.

Por esos mismos días, Narea promocionaba la primera edición de su autobiografía, donde profundizaba en los conflictos personales que lo separaron de González.

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Más allá de los matices propios de una historia galopante e intensa como la de Los Prisioneros, la dupla continuó de modo próspero. Durante 2010 grabaron tres canciones: No me ves, Legitimar y Fiesta nuclear. Esta última había sido compuesta para el disco Los Prisioneros de 2003, pero quedó fuera. Los tracks fueron publicados para su descarga gratuita en el sitio web del dúo en diciembre de ese año.

Pero así como la unión entre ambos fue sorpresiva y espontánea, el fin del tándem Narea - Tapia fue igual de inesperado. Incluso para una de sus mitades.

En mayo, durante la transmisión en vivo del programa Sesiones Intimas de Culto de La Tercera -en el marco de la promoción de la reedición de La Voz de los 80- Tapia lanzó una “bomba”: “Como persona, he tenido una sensación de que me estoy jubilando, como que tal vez ya no haga más música y cuelgue las baquetas”. Narea, que también participaba del streaming, observó atónito.

Con un rostro sereno, Tapia continuó: “He pensado en desconectarme de lo público dentro de lo que se pueda y jubilarme. La semana pasada cumplí 57 años, que no es tanto, pero he hecho bastante y este encierro (por la pandemia) me ha dado esa oportunidad de parar un poco. Con Claudio tuvimos mucha actividad durante los 10 años en que estuvimos trabajando juntos y fue bien agitado”.

Por lo demás, entre ambos se notaba una absoluta frialdad y lejanía, sin nunca mostrar algo de la química que en sus inicios habían despuntado.

En plena entrevista, el baterista daba por finalizado el proyecto. Desde entonces, no han vuelto a hablar, salvo mensajes acotados vía WhatsApp y correo electrónico. La última vez que se vieron fue el 28 de febrero de 2020, día en que se presentaron en Monte Patria, en la Cuarta Región.

Incluso, en una entrevista del pasado domingo 17 de octubre en Culto, el guitarrista sostuvo que su ex compañero no actuó de buena manera en las negociaciones por los derechos de Los Prisioneros para la próxima serie de Movistar Play, producida por Parox y cuyo estreno se espera para el verano de 2022. Aunque Narea no se ha referido públicamente a ambos temas, sí forman parte central de una nueva edición de su libro Los Prisioneros: Biografía de una amistad (2014), la tercera desde Mi vida como prisionero, publicado en ese ya lejano 2009.

En la entrevista, el músico dijo: “Yo quería seguir tocando con Miguel. Para mi fue sorpresivo que dijera que se retira de los escenarios. Yo esperaba solucionar los temas con él, pero el discurso prisionero es incoherente si hay chanchullos por debajo. Él inscribió la marca Los Prisioneros en los 80, pero ahora la ha usado para su propio beneficio. No sé si es venta, cesión o arriendo, pero llegó a un acuerdo en solitario para que contaran nuestra historia, que es la de Jorge, Claudio y Miguel. Y cobra él no más, pero los ingresos deben ser para todos”.

En los nuevos capítulos del texto, Narea apunta a que tras una reunión con Parox, “me fui a la casa bastante molesto (…): era insólito que hicieran una serie sobre la banda y le pagaran solo a Miguel, más allá de que la marca efectivamente la inscribió él”. Pero el guitarrista no solo alude a un tema económico, sino que también apela a una suerte de contradicción vital entre el discurso prisionero y los negocios, especialmente en el contexto del estallido social.

“La avaricia no es buena compañera, y sobre todo en este caso, porque el discurso sobre injusticias y desigualdades que hemos tenido siempre no queda nada bien en la voz de una persona que se apropia de algo colectivo, de algo que es de cada uno de los miembros de Los Prisioneros, aunque la banda no exista como tal”, narra en un capítulo que tituló ¿Quién mató a Marilyn?

“Es inconsecuente ir con el discurso prisionero durante el estallido social y quedarse con toda la plata”, complementa en la entrevista con este diario. “En todo caso no tengo nada contra la nueva serie y tampoco es que con Miguel hayamos peleado ni discutido en mala, sino que simplemente cada quien toma sus decisiones. Pero no tiene sentido hacer ningún concierto más con él, porque solo ve su interés personal y no puedo tocar con alguien así”, puntualiza. “Narea y Tapia no van nunca más”, sentencia.

Queda de manifiesto que los giros en la historia de Los Prisioneros siempre son tan sorpresivos como dramáticos. El nuevo cisma Narea/Tapia así lo demuestra.

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