En su trayectoria como escritora, Carmen García Palma ha probado diferentes formatos. Sus primeros libros fueron de poesía: La insistencia (2004), Gotas sobre loza fría (2011) y Máquina para hablar con los muertos (2016). También lo ha hecho con la novela, como fue el caso de Las oscurecidas (Planeta, 2018), y este 2021 incursionó en el formato breve.

Sí, porque la también directora de Fundación Plagio acaba de lanzar, a través de la editorial Neón, el volumen de cuentos María y el fuego. Son 10 relatos cortos (muy cortos, de hecho), de una escritura ágil y a la vez cuidadosa, donde la autora explora lo fantástico, pero también el terror, aunque siempre con una tecla de cotidianeidad. Una joven farmacéutica se encuentra un cadáver en su techo; una mujer observa un unicornio muy particular; una niña es entregada a una sacerdotisa de por vida; o también tenemos a una mujer cuya vida se invadida por unos fuegos que se encienden por nada.

“Desde Máquina para hablar con los muertos, que es prosa poética, se empezó a anunciar un tránsito en mi escritura, hacia una idea más narrativa que se desarrolló con Las oscurecidas -explica García con charla con Culto-. Este libro viene a generar un punto cúlmine de esta exploración narrativa, donde la lírica ya no está metida. Probar los formatos para un imaginario común. Tanto mis libros de poesía como Las oscurecidas, y como este, se pueden leer como si fuesen un mismo libro”.

¿No pensaste en algún momento tomar alguno de esos cuentos y alargarlo como novela?

Lo pensé, pero en realidad no tuve el impulso final para eso, creo que funcionan bien como cuentos. Hay atmósferas que pienso que se podrían extender y se podría habitar ese lugar un rato, como el cuento María y fuego, o Ningún otro lugar en el que estar. Pero al extenderlo se pierde la mitad del cuento que es justamente ese final un poco sorprendente.

En estos cuentos alternas entre elementos fantásticos, y hay cuentos como Aullido donde tocas temas más contingentes, donde narras una marcha feminista. ¿Qué fue lo que de alguna te disparó el interés en narrar esas temáticas?

Lo que me movió principalmente es el hecho de tener como protagonistas a mujeres atrapadas en diferentes circunstancias. De modo interno, por ejemplo, como la depresión de la protagonista de María y el fuego. El estar atrapadas obliga a que esa pulsión salga por otro lado. Esa energía va a tener que salir y cuando salga, salga de la mejor manera. Ese es un móvil, y tiene que ver también con mis miedos, yo sentirme atrapada es algo que temo.

¿Influyó el formato en el desarrollo de estas temáticas?

Para mí, el cuento como formato siempre ha estado vinculado al miedo. Es como por definición.

De estos 10 cuentos, ¿alguno que te haya costado escribir o te hayas tenido que dar vueltas?

Sí, Un paso más ceca del mar, es un cuento que tenía desechado y que la Ro (María Paz Rodríguez, la editora) lo revivió, es el que más edité antes de publicarlo. La versión que tenía no me gustaba mucho, después lo trabajé y me gustó cómo quedó al final. Cuando empecé a escribirlo tenía la idea del final, porque efectivamente estuve en un lugar donde los cuerpos de las monjas eran puestos en un subterráneo, en unos asientos de piedra con un hoyo, para que drenaran los líquidos de los cuerpos, y eso me quedó marcado para siempre y quise escribir algo al respecto. Ese cuento ocurre en un espacio parecido a una secta, hay un tema medio religioso, también esta relación lésbica, creo que el tratamiento del deseo en ese cuento me costó.

¿Algunos autores y libros que hayas tenido como referencia para este libro?

Leonora Carrington, me gusta mucho como creadora, porque así como me gusta su escritura, me gusta mucho su obra visual; Mariana Enriquez por supuesto, me gusta el tipo de horror que hace. No se si particularmente para este libro pero sí es una gran influencia la Natalia Ginzburg, la estoy leyendo siempre. La poesía de Gustavo Barrera también, tiene una locura particular. Alvaro Bisama, por supuesto, que tiene esos universos bien oscuros, distópicos, que a mí me resuenan harto. Y los poetas que leo siempre, como Olga Orozco, Pizarnik.