Negligencias e irregularidades: cómo el caso Alec Baldwin retrata el lado menos luminoso de Hollywood
La semana pasada, el actor mató accidentalmente con un arma a la directora de fotografía de la cinta que ambos filmaban, lo que según medios de Estados Unidos ha puesto de manifiesto una serie de negligencias e irregularidades con que a veces se trabaja en los sets de filmación: desde la ausencia de expertos en armas hasta el escaso tiempo que se dedica a capacitar a los actores en el uso de pistolas. El equipo del filme también acusó falta de horas de descanso y malos pagos.
La industria cinematográfica sigue en shock. El pasado jueves, el reconocido actor Alec Baldwin mató de manera accidental a la directora de fotografía del western Rust, Halyna Hutchins, mientras ensayaba con un arma que debía ser de fogueo, dejando también herido al director del filme, Joel Souza.
La línea de investigación ha seguido la tesis de que Baldwin estaba practicando una escena donde debía apuntar la pistola hacia el lente de una cámara, momento en que disparó accidentalmente. Eso sí, aún no se ha resuelto por qué el objeto tenía balas reales en vez de balas de salva.
Más allá de las conjeturas y del futuro judicial del caso, diversos medios estadounidenses han postulado en los últimos días que lo acontecido retrata el costado menos glamoroso y preparado de una industria tan gigante y millonaria como la del cine de ese país, donde muchos proyectos deben lidiar con extenuantes jornadas laborales, falta de personal preparado para algunas funciones específicas, ausencia de protocolos claro para situaciones como el uso de armas, negligencias de seguridad e irregularidades varias.
“Los protocolos de seguridad estandarizados en la industria, incluidas las inspecciones de armas, no se siguieron estrictamente en el set de Rust”, estableció el periódico LA Times este fin de semana, trazando toda una cronología de infortunios del largometraje que inició su rodaje el 6 de octubre (ya contaba 12 de las 21 jornadas previstas).
De hecho, sólo un par de horas antes del evento fatal, media docena de trabajadores del staff abandonó el set alegando jornadas de trabajo que sobrepasaban lo acordado en contratos, pagos que aún no se habían hecho, largos e incómodos traslados al sitio de Santa Fe, Nuevo México, donde se filmaba la ficción, y en general condiciones poco dignas para la faena en ambientes exteriores.
Los propios trabajadores que renunciaron publicaron después un mensaje anónimo a través de la cuenta de Instagram oficial del colectivo Alianza Internacional de Empleados de Escenarios Teatrales. En el texto dice: “Hemos citado todo, desde que no nos pagaros por tres semanas, que nos quitaron nuestro hospedaje en hoteles a pesar de que estaba estipulado, falta de protocolos de COVID, y sobre todo eso, falta de seguridad con las armas”.
Ese último punto es el que más preocupaba a los trabajadores y, a la luz de los resultados, en el que más hubo negligencias o irregularidades. La investigación se está centrando en ese ítem para descifrar qué falló y por qué no se habrían cumplido las reglas correspondientes.
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Según el informe del mismo LA Times, dos camarógrafos, que no fueron identificados con sus nombres, aseguraron que hubo otro incidente el sábado, cuando el doble de acción de Baldwin disparó accidentalmente dos veces después de que le dijeran que el arma estaba “fría” (o sea, sin balas reales).
“Debe haber una investigación de lo sucedido”, dijo uno de los miembros del equipo al diario californiano. “No hubo reuniones de seguridad ni tampoco se nos aseguró que no sucedería otra vez. Lo único que querían es que nos diéramos prisa con el rodaje”, agregó. Al menos uno de los productores, según su testimonio, fue alertado de que no se cumplían las medidas de seguridad.
La productora emitió un comunicado oficial en el que aseguró que no había sido informada de esta preocupación. “Aunque no fuimos avisados oficialmente de ninguna queja relacionada con las armas o la seguridad, llevaremos a cabo una investigación interna mientras la producción está paralizada”, dijeron los encargados de la cinta.
Por ese lado, hoy todas las miradas caen sobre dos nombres: el armero de la película, Hannah Gutiérrez-Reed, quien revisó las armas de utilería; y el director asistente, Dave Halls, quien las habría vuelto a inspeccionar para después entregárselas a Baldwin.
Pero de ambos, Halls es quien se convirtió en el protagonista mayor e inesperado del desastre. Tiene antecedentes al respecto: hace unos años fue objeto de una queja interna por un equipo de filmación debido a una polémica similar.
En 2019, mientras era parte de la grabación de la setie Into the dark, se le acusó de haber pedido que se continuara la grabación pese a una emergencia médica que originó el disparo de un arma de fogueo.
La fabricante de utilería Maggie Goll, quien trabajó con Halls durante la grabación de la serie, recordó en los últimos días en la prensa de EE.UU. cómo era su metodología de trabajo, recordando que nunca hizo reuniones para explicar las características del uso de armas y sus potenciales riesgos.
“No mantuvo un ambiente de trabajo seguro”, expresó, para después agregar: “Casi siempre se permitía que los sets se volvieran cada vez más claustrofóbicos, no había carriles de incendio establecidos, salidas bloqueadas y las reuniones de seguridad eran inexistentes”.
En rigor, al no detallar con sus pares cómo sería el trabajo con pistolas, Halls estaba vulnerando uno de los principios básicos de los protocolos al respecto en gran parte del cine anglo. Es, en teoría, lo que también habría sucedido en Rust.
¿Y cómo son los protocolos? La BBC publicó estos días un documento para el tema aprobado por el Ejecutivo de Salud y Seguridad (HSE, por sus siglas en inglés) y el Comité Conjunto de Asesoría para el Entretenimiento (JACE, por sus siglas en inglés), el que con algunos pequeños matices se ocupa y se tiene de guía a ambos lados del Atlántico.
Entre sus guías se recomienda limitar el número de personas que entran en contacto con las armas, tener suficiente tiempo para explicar su uso al elenco, hacer una revisión completa del arma, usar técnicas de filmación que permitan minimizar los riesgos, ofrecer protección física al equipo técnico y a los actores, y tener una persona experta designada para todo lo anterior que se encargue del arma.
Además, hay instrucciones que se le pueden dar al actor para que no apunte directamente a una persona cuando vaya a disparar. El ángulo de la cámara puede compensar para que parezca que sí lo está haciendo.
Además, el instructivo subraya que es importante tener suficiente tiempo para entrenar a los actores, aunque sea un arma de utilería; el tiempo ideal es ojalá un par de días o semanas, pero como las producciones quieren apurar su tranco y terminarse lo antes posible, por lo general ese proceso se hace en sólo un par de horas.
Según cita la propia BBC, en EE.UU. no estaría tan masificado el trabajo de armeros para el cine o la TV, por lo que lo más común es asesorarse con utileros que han hecho cursos breves o capacitaciones elementales para obtener licencias en el manejo de pistolas
“Eso es malo, porque el utilero es responsable de muchos otros aspectos del rodaje y si lo llaman para atender otra cosa, su atención ya no está sobre el arma y ahí es donde se dan las situaciones complicadas. La comunicación y la concentración es fundamental en estos casos”, afirmó al medio inglés Simon Atherton, uno de los armeros más solicitados del circuito del espectáculo.
Atherton tampoco está de acuerdo con que se hagan ensayos con las armas cargadas, que es lo que sospecha que pudo haber pasado en la producción de Balwin.
Como fuere, la trama del caso Baldwin está abierta. La película donde funcionaba como protagonista y productor finalmente se convirtió en un drama trágico con el peor de los desenlaces y que abre los rincones menos amables de una industria que casi siempre parece sólo brillar.
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