Guillermo Calderón está directamente vinculado a un laureado historial marcado por trabajos de escritura en una multiplicidad de países y en una amplia variedad de formatos.
De hecho, en aquella vertiente creativa aparecen aplaudidas obras de teatro como Neva (2006) o Villa + Discurso (2010) y así también películas chilenas tan reconocibles como Violeta se fue a los cielos (2011) o Neruda (2016).
“Me siento muy cómodo trabajando con directores y colaborando con Pablo Larraín o Andrés Wood. No es trabajar aisladamente sino que en permanente colaboración y diálogo con una persona que ve la historia desde otro punto de vista. Creo que por ahí va mi mayor placer en la escritura últimamente”, dice el dramaturgo a Culto en un contacto telefónico.
Claro que este año, y más allá de los vínculos con el cine, el destacado guionista y director se encargó de ampliar la lista de formatos y sumar una serie web. Se trata de Bestia, una historia escrita por Calderón, de corte teatral y hablada en alemán que se estrenará la próxima semana bajo el alero de la Fundación Teatro a Mil.
“Un grupo de personas que trabaja en una oficina tiene que escribirle una tarjeta de despedida a uno de sus compañeros que ha sido acusado de un crimen y va a ir a la cárcel. Es básicamente el misterio: ¿por qué se va a la cárcel?, y también cómo reaccionan sus compañeros al hecho de que se vaya preso”, cuenta el escritor sobre la trama.
Muy en la senda de la programación en línea, el realizador creó el texto originalmente para el teatro Residenz de Múnich, donde se dirigió y grabó. Claro que aquel trabajo también conllevó que el director teatral se tuviera que adaptar a un estilo más rupturista y moderno: capítulos de escasos minutos (de 2 a 3) y destinados exclusivamente a plataformas digitales.
Una serie de nueve episodios que se publicarán diariamente en la cuenta de Instagram de la fundación (IGTV) y en Teatroamil.tv desde el 5 de noviembre a las 21:00 horas.
“Me entretiene, es un formato distinto”, indica frente al inminente estreno simultáneo en una red social y en un sitio web. “Al principio había una especie de temor o resistencia extraña, era como no ceder y defender la idea del escenario en vivo con gente presente a toda costa. Yo creo que después de este par de años de pandemia hemos ido aceptando estos nuevos formatos y encontrando que pueden ser interesantes”, destaca.
El proyecto es una suerte de antesala a la programación del Festival Internacional Santiago a Mil del próximo año. Una instancia cultural a lo largo del país que nuevamente se celebrará en formato híbrido, entre actividades online y presenciales.
En esa instancia también estará presente Calderón con dos proyectos: Aldea, una obra comisionada por la fundación, y el pre-estreno de Colina, espectáculo sobre las tablas cuya fecha tentativa de estreno al público sería en junio. Por lo demás, se trataría del cierre de la trilogía que inició con Escuela (2013) y continuó con Mateluna (2016).
“Nos ganamos un fondo”, dice hoy sobre las novedades de Colina. “Mateluna sigue preso, entonces para nosotros es natural hacer obras para intentar hablar de ese tema e intentar obviamente de que quede libre”, dice en referencia al caso del exfrentista condenado a 16 años de cárcel por un asalto bancario en 2013 y que sirvió como inspiración para sus proyectos.
“Nosotros dentro del proceso de investigación cuando estábamos acercándonos al tema de Mateluna le hicimos una entrevista en la cárcel de alta seguridad. Ese material documental nunca lo hemos ocupado, entonces ahora queremos usarlo como la base de la nueva obra. Va a ser una especie de diálogo con este material documental que tenemos. Seguir la idea de tomar documentos y llevarlos al escenario”, continúa.
Una serie de planes que también incluyen programar las tres obras de manera conjunta durante el 2022, tal vez confiando en la reactivación de la escena en vivo. Hoy medianamente paralizada por la pandemia pero con una cartelera que sigue moviéndose.
“Ha sido una especie de experimentación colectiva para todo el mundo y creo que ha funcionado súper bien”, comenta sobre los nuevos escenarios, amparados en plataformas de reuniones virtuales durante los meses del virus. “No creo que sea tan fácil, porque también hay que pensar en las condiciones materiales en las que se hace. Es difícil vender entradas, es difícil que se transforme en una especie de salvación efectiva para la crisis de sobrevivencia que hay en el mundo del teatro. Pero entiendo que ha sido un mundo muy activo, la gente ha hecho cosas muy interesantes”.
Aunque también repara en otro punto actual: “No es que ame el formato, como Zoom lo vinculo con trabajo, es difícil que uno lo entienda desde el placer, comparándolo a una sala. No sueño con escribir obras con respecto a eso y espero que el género evolucione y pase. Sin embargo, yo creo que toda la gente de teatro entiende que es un género nuevo, interesante y que llegó para quedarse. No me extrañaría que en el futuro estuviéramos escribiendo más radioteatro y más obras para Zoom”, dice quien adaptó Neva hace un par de meses a aquel formato sonoro de antaño.
Eso sí, se muestra enfático frente a lo más actual: “No creo que el resurgimiento de algunas funciones en algunas salas vaya a significar un cambio. Aunque sí es muy emocionante ver que ahora empiezan a volver”, cierra.