Denis Villeneuve tendrá la oportunidad de volver a Arrakis. Luego de pasar semanas declarándose “optimista” respecto al futuro de Dune, el director canadiense consiguió luz verde para realizar la segunda parte de su versión de la novela de Frank Herbert, hoy fijada para llegar a salas en octubre de 2023.
“Creo que era la única forma de hacer justicia”, ha señalado el cineasta sobre su acercamiento al libro de 1965, para luego especificar: “Tal vez alguien más hubiera podido hacerlo en una sola parte. Quizás. Pero yo no pude”.
Nacido en Quebec en octubre de 1967, el director se enamoró de la obra de Herbert cuando era adolescente y ya aspiraba a dedicarse a hacer cine. Según ha contado, era el proyecto de sus sueños, incluso cuando era un recién llegado a Hollywood y pese al historial maldito con el que cargaban las adaptaciones de la historia centrada en Paul Atreides.
“Siempre vinculé el nacimiento de mi relación con Dune con el amor por un libro, con las sensaciones, las imágenes, la inspiración que brota de las páginas. Así que habría hecho Dune incluso si nadie lo hubiera intentado antes. Creo que habría sido complicado si hubiera descubierto Dune a través de los ojos de David Lynch o de Jodorowsky. Así quizás habría sido más difícil. Pero tengo mi propia relación íntima y muy pura con el libro”, explicó al medio británico Little White Lies este año.
Antes de saltar a la industria norteamericana, Villeneuve se ganó el favor de la crítica con cuatro largometrajes de producción canadiense (August 32nd on Earth, Maelström, Polytechnique, Incendies), prueba de que contaba con una voz propia y una debilidad por explorar el lado más visceral del ser humano.
Su salto a Estados Unidos consolidó su peso como cineasta (La sospecha, Enemy, Sicario), al tiempo que se introdujo con autoridad en la ciencia ficción, primero con la excelente La llegada –que le reportó su primera nominación como Mejor director en los Oscar– y Blade Runner 2049, la continuación del icónico filme estrenado por Ridley Scott en 1982.
A pesar de las loas, el director se lo toma con calma. “Me gusta pensar que todavía estoy aprendiendo mi oficio y que cada película es una experiencia de aprendizaje. Si un día siento que tengo el control y que he dominado totalmente las herramientas, entonces tal vez me puedan llamar maestro, pero no es el caso en este momento”, indicó a The Hollywood Reporter.
Aquí, un repaso por otras definiciones del cineasta del momento:
“Creo que Imax es el futuro del cine. Quiero usar Imax en totalidad en las próximas películas que haga. Creo que es un formato muy poderoso. Y creo que ver a Dune en una pantalla de televisión o en casa es, para usar una analogía, como conducir una lancha rápida en una bañera o tratar de usar una motocicleta en la entrada de su casa. Quiero decir, nunca tendrás la experiencia real de Dune si la miras en la pantalla pequeña. Es una película que ha sido diseñada, soñada, pensada, construida y realizada para una experiencia completa de Imax y en pantalla ancha, por lo que no recomendaré ver esta película en una pantalla pequeña. Es como una pérdida de tiempo para mí”. (2021, Little White Lies)
“Creo que estoy obsesionado con la idea de los ciclos y la repetición, el hecho de que la violencia crea violencia y de qué manera podemos romper el ciclo y ser libres. Cómo podemos evolucionar como seres humanos y dejar de repetir nuestros errores es algo que me obsesiona y es un tema recurrente de un proyecto a otro”. (2021, Esquire).
“Si quisiera tener el control total y ser un dictador, haría esculturas de hielo en mi sótano. Si quiero hacer una película, voy a trabajar con 500 personas y tendré que trabajar con sus fortalezas y sus debilidades. La idea, como director, es poder involucrar a todos e inspirarlos y darles energía y explicarles un color específico, un ambiente específico. Necesito ser muy preciso, pero creo que soy mejor director cuando soy más un canalizador que un dictador. Cuando miro el resultado, es mejor que lo que tenía; entonces, es difícil para mi ego pero es (mejor). Y esa es la poesía. La belleza del cine consiste en 400 personas filmando a las cuatro de la mañana durante un mes, tratando de crear poesía”. (2015, Deadline).
“Cada película tiene sus cargas e implica alegrías, enojos, victorias, fracasos. Así que es difícil para mí volver a ver mi propio trabajo sin pasar por todas esas emociones nuevamente, y toma mucho tiempo para que esas emociones se desvanezcan. Así que fue una buena experiencia ver la película (Maelström, 2000) y finalmente poder verla tal como es. Pero no es que no me guste mi trabajo; es solo que acarrea muchos fantasmas”. (2021, The Hollywood Reporter).
“Creo que Enemy (2013) es mi película más personal (…) Es el miedo al fracaso, a una amenaza, la amenaza de no poder evolucionar como ser humano. La amenaza del poder del subconsciente, por qué es tan poderoso y cómo nos dice que nos deshagamos de ciertas piezas de nuestro interior. Siempre que tengo que tomar una decisión que está relacionada con un sentimiento dentro de mí, siempre tengo miedo de no tener el control. Me pregunto mucho si realmente tenemos el control de nosotros mismos. Esta película es, para mí, una exploración de una preocupación”. (2014, Film Comment).
“Es para el público en general (Sicario, 2015), más que cualquier otra película que haya hecho, y es el tipo de cine que quiero hacer (…) El cine es arte pop. No se trata de si es cine de autor o no. Esa es una distinción falsa. El cine es cine”. (2015, The Guardian).