Los meses recientes de Nano Stern han sido ajetreados. Quizás aprovechando el impulso de los nuevos espacios y oportunidades para la música en vivo, el cantautor mantiene un itinerario inquieto y no únicamente dedicado a los encuentros digitales, aquellos que lo acogieron durante los períodos más duros de la pandemia.
De hecho, en agosto pasado reabrió el Teatro Nescafé de las Artes con un emotivo espectáculo. “Fue maravilloso, tres semanas muy vertiginosas en las que tuve dos conciertos llenos, donde había una emoción, no solo nuestra sino que de ellos también”, rememora el compositor al hablar con Culto.
“Una experiencia un poquito contenida, pero después de dos años de no tocar, enfrentarse a un teatro así, y dispuesto a disfrutar de un concierto, fue mucho más predominante la sensación de alegría y de ‘vamos que se puede’. Aunque también de entender que esto es probablemente una etapa intermedia para volver a los conciertos con tutti”, dice hoy.
Tras eso sumó algunas presentaciones más por el país y coronó el mes en Antofagasta tocando con la orquesta sinfónica de la ciudad. En su agenda incluso existió espacio para su primera gira fuera de Chile en los tiempos que corren y que culminó hace un par de días tras seis presentaciones en España.
“La situación allá está mucho más normalizada y más abierta. Fue realmente sentir eso propio de estar en un local lleno con la gente disfrutando como antes. Fue una inyección de energía súper nutritiva”, comenta.
Aquella inyección estuvo lejos de bajar sus revoluciones, porque Stern vuelve a sonar tras el lanzamiento de Inventemos un país. Se trata de un nuevo sencillo, disponible desde el viernes pasado en plataformas digitales, que funciona como adelanto a un disco que planea su debut para marzo de 2022.
La tonada reflexiva es una colaboración con el poeta y cantautor peruano Omar Camino. Curiosamente, supone la última creación del trabajo de estudio y también es la primera en ser mostrada al público.
“Es una canción que yo siento que resume un poquito muchos pensamientos y muchas sensaciones reunidas durante todo el tiempo de encierro de la pandemia y las cuarentenas. Que nace de un estado de ánimo quizás un poco apocalíptico, que compartimos todos, pero que es una reflexión positiva”, comenta sobre lo nuevo.
“Más que pensando en la contingencia, en realidad la escribí digiriendo la experiencia, sintetizando lo que significa haber pasado por el derrumbe de las certezas. Yo creo que tiene que ver con eso. Apunta a un: ‘ojo, el mundo como lo conocemos y cómo hemos vivido nuestras vidas hasta ahora no es algo que podamos dar por hecho. Es algo que posiblemente puede derrumbarse así como se han derrumbado todas las civilizaciones de la historia humana’”, profundiza el compositor sobre el single que ayer martes estrenó su videoclip en la web, una animación en stop motion dirigida por Luis Briceño.
Y si bien el disco que recoge la canción podría salir hoy, el cantante aún afina las 13 pistas de aquel proceso de largo aliento cuyas grabaciones fueron frenadas en dos ocasiones por las restricciones sanitarias. Aunque aquellos traspiés logísticos que impidieron ensayos y fueron cambiando el calendario, también entregaron ciertos beneficios creativos, según asegura.
“Pude hacer maquetas súper acuciosas de cómo yo me imagina todo en la calma de la casa”, detalla. “El hecho de que pasara mucho tiempo hizo un proceso de selección natural de las canciones, hubo muchas más. Eso es bueno, porque obviamente te permite decantar y entender cuáles hacen sentido y cuáles son parte de. Finalmente es un disco bien cerrado, bien redondo, bien interrelacionado. Y eso es justamente porque hubo el tiempo necesario para ir complementando, para ir releyendo las cosas que se decían”, puntualiza sobre una creación que pone énfasis en letras poéticas y que indirectamente se vio influenciada por el contexto de los últimos años.
Envuelto en proyectos altamente demandantes como su primer libro Décimas del estallido y un álbum sinfónico a modo de homenaje a Congreso (Ya es tiempo, 2020), el músico ve con buenos ojos los meses pasados en los que se mantuvo activo y donde también fue labrando el retorno.
“Miro hacia atrás este tiempo con la gratitud de saberme muy privilegiado, de haber podido hacer buen uso de este tiempo y ahora de enfrentar la vuelta paulatina de a poco y con un disco nuevo, con ganas de otras cosas, con otras miradas y otra maduración. No podía pedir más”.
Por lo pronto, Stern prepara una fecha doble en Santiago fijada para el sábado 20 de noviembre a las 19:00 y 21:00 horas en la sala SCD de Plaza Egaña. Será otro de los espacios que afianzará su reencuentro con aquella conexión en vivo y cuyas entradas están disponibles en eventrid.cl. “Vamos a estar presentando Inventemos un país y también adelantando algunas otras cositas del disco que andan por ahí con ganas de ser tocadas”, cuenta sobre el evento.
“La música en vivo no solamente tiene una dimensión de espectáculo, también tiene una dimensión de ritual y eso nos estaba haciendo falta. Una dimensión comunitaria que es súper importante para que estemos contentos, felices y para vivir la catarsis propia de las artes.”, aclara. “Sobre todo después de estos años tan peludos y en el momento tenso que estamos viviendo en Chile. Creo que más que nunca hay que cantar juntos, abrazarse, verse y disfrutar en torno a la música”, concluye.