Red o la eterna reinvención de Taylor Swift
La artista acaba de editar una nueva edición de uno de sus primeros discos, Red, como consecuencia de un problema contractual. Para la crítica, el título suena mucho mejor y abre una interrogante: qué pasaría en caso que muchos artistas pudiesen regrabar hoy sus canciones de juventud bajo la experiencia de la adultez.
Hay artistas a los que se les etiqueta el concepto de reinvención para definir sus capacidades camaleónicas para cambiar entre un disco y otro, para inventarse otras personalidades creativas con el curso de los años, como un juego de máscaras que nunca cede, como el desafío que ellos mismos se han impuesto para modificar lo que ya hicieron en el lejano pasado.
Con Taylor Swift, tal acepción quedaría estrecha, injusta y hasta errónea: la artista no sólo ha debido reinventarse para superar los moldes de su propia carrera; ella misma ha debido grabar de nuevo sus propios álbumes. Tal cual. Pocos pueden contarlo de igual manera en la música popular. ¿Por qué reescribir lo que ya fue escrito?
Todo empezó por un conflicto., casi siempre el germen de toda travesía musical que captura la atención del planeta. En junio de 2019, los másteres de los primeros seis álbumes de estudio de la cantautora estadounidense fueron adquiridos por el gerente de talentos Scooter Braun como parte de su adquisición de Big Machine Records, la compañía discográfica de Swift hasta 2018.
Swift dijo que había estado tratando de comprar los másteres durante años, pero Big Machine había ofrecido condiciones muy adversas y desfavorables. Condenó la compra de Braun; aunque intentó hacer las paces, lo denunció como un “matón incesante y manipulador”, como el gran demonio de la industria de la música que le había arrebatado lo básico: poder quedarse ella con sus propias grabaciones.
El expresidente de Big Machine, Scott Borchetta, dijo que Swift había declinado la oportunidad de comprar los másteres y desafió las afirmaciones de Swift.
En lo puntual, la artista más exitosa de las últimas décadas estaba en una encrucijada: no podía editar los títulos que habían delineado sus primeros años, el trayecto previo antes de la consolidación global.
A partir de eso, hizo una jugada que desafió toda lógica de la industria, siempre anclada en la imediatez y en los resultados concretos: empezó a regrabar esos álbumes vetados para su control. Sucedió en abril pasado con Fearless, el primero que apareció bajo el apellido de Taylor’s version.
El pasado viernes fue el turno de Red, editado originalmente en 2012. Los cantantes Phoebe Bridgers y Chris Stapleton contribuyeron con las voces invitadas junto con las con los interpretaciones originales de Gary Lightbody de Snow Patrol y Ed Sheeran.
¿Y cómo ha recibido la crítica una producción que hoy revive con una segunda vida, con detalles mejorados de producción, la voz de la artista más madura, otro contexto?
“El nuevo Red es aún más grande, más brillante, más profundo, casualmente más cruel. Mirarlo por la propia artista con diez años más, te da la posibilidad de mejorarlo, de encontrar otro espesor”, apuntó Rob Sheffield, de la revista Rolling Stonne, marcando el gran punto del ejercicio actual de Swift: es como si los Beatles hubiesen podido “arreglar” Let it be un decenio más tarde.
Hannah Mylrea de la publicación inglesa NME subrayó que la instrumentación se oye mucho más enfocada, más concentrada y “pulida”, sólo un logro posible a través de métodos técnicos más actuales. USA Today y Consequence of sound coincidieron en el mismo punto: la artista puede hoy brillar mucho más rehaciendo suscomposiciones.
Y abre una puerte impensada: ¿qué pasará si muchos artistas -por asuntos contractuales, por madurez creativa o hasta por puro capricho- se aventuran a regrabar sus composiciones de juventud bajo la experiencia de la adultez? ¿Cambiaría demasiado la perspectiva de ellos de su propia carrera? Es como mirar fotos antiguas y sentir que puedes eliminar de un plumazo un viejo corte de pelo o una polera hoy fuera de época.
Taylor Swift lo seguirá haciendo: la reinvención como acto de escribir otra vez tu propia vida artística.
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