La cantante María Francisca Cuevas trabajó casi siempre rodeada de hombres. Así fue desde que partió en la música y hoy asegura que todas esas experiencias “fueron siempre fomes, de comentarios, de acercamientos innecesarios, de acoso”, lo que le impedía sacar su voz. Literal y figurativamente.
Su carrera, así como su relación con los estudios de grabación y los procesos de creación colectiva, dieron un giro drástico hace un par de años, cuando conoció a su actual equipo de trabajo. Desde entonces la solista, conocida bajo la chapa de Una Típica Francisca, despacha canciones de juerga, erotismo y amor entre mujeres con una mezcla de dulzura e intensidad bailable que define como “perreo lésbico”.
“Me imagino que muchas personas desistieron de seguir en la música por este tipo de experiencias, que a lo mejor nadie supo. Entonces esto fue súper importante y súper liberador también”, dice Cuevas sobre su llegada a La Peluquería Records, el primero sello musical del país dedicado abiertamente a desarrollar las carreras de artistas mujeres, trans, no binarios y en general la comunidad LGBTI+.
Creado por la productora y beatmaker Francisca Herrera, al alero de las marchas feministas que crecieron en el país a contar de 2018, del estallido social y también de los coletazos del #MeToo, el proyecto nació en 2019 con el objetivo de generar una plataforma y un refugio inexistentes hasta entonces para la comunidad disidente, aseguran sus protagonistas. “Un espacio protegido y seguro para poder hacer música -explica la gestora del sello-, con una buena infraestructura, que permitiera generar resultados y contenidos de alta calidad, con tinte profesional”.
En dos años la discográfica acumula una veintena de canciones publicadas y disponibles en las plataformas digitales -además de un colorido compilado de 2020 inspirado en la revuelta social-, a cargo de los cerca de 15 autores e intérpretes que hoy forman parte de su catálogo. La lista incluye a cantantes como Siempre Barle, Anamías Ixaya -quien acaba de lanzar un epé de temática veganista-, a 14 mujeres que desarrollan freestyle bajo el nombre de Cabronas Gang, además de algunos sencillos con pasta de hit como Heterocuriosa (de Aylín Sobrino), Pololo mononormie (La Lola) y Gata bata, lo último de Una Típica Francisca.
“Los relatos que estamos presentando con las canciones son el reflejo de las vivencias, de la existencia de nuestra comunidad. Y eso es lo que se intenta siempre, ser sinceros a esa esencia y no disfrazarnos de algo que no somos, para darle fuerza al proyecto, porque somos una comunidad más grande de lo que parece”, explica Herrera sobre el ADN del sello, dedicado exclusivamente a carreras de mujeres y disidencias que hagan música fuera de los cánones heteronormados y con protagonismo de lo rítmico.
“Bailable, reflexivo, urbano”, enumera la productora sobre un catálogo en crecimiento que cuestiona los patrones y estereotipos del pop que hoy domina la pista de baile, y en el que hay espacio para el rap, el reggaetón, el dembow, la guaracha e incluso ritmos haitianos, como parte de una línea editorial que se ha ido abriendo a experiencias migrantes. “Gente que también sufre mucho odio y xenofobia, ya que la música permite generar espacios de encuentro y salir de los prejuicios que uno tiene”, señala Herrera.
“Aquí los artistas son bien líderes de su propio proceso, no trabajamos con exclusividad, trabajamos por tema”, agrega la productora sobre otra de las particularidades de La Peluquería y su apuesta por una dinámica más colaborativa y horizontal, en línea con otros grupos de trabajadores disidentes de la música -de cantautores a sonidistas- que hoy proliferan en Chile. Una red que intenta “salir de la lógica de la competencia, de la búsqueda del éxito individual, sino más bien crecer en conjunto, ayudar a lo que están partiendo, democratizar los conocimientos”, explica su creadora.
Sobre las aspiraciones de masividad de una iniciativa que se construye desde los márgenes, Cuevas reflexiona: “Cuando chica soñaba con llegar al Festival de Viña, y sería genial llegar a festivales como Lollapalooza, pero para nosotras exponerse no es tan simple, tenemos que crear una red de apoyo, una contención, que es lo que nos hace distintas”.
Herrera explica que “con mucha responsabilidad nos gustaría llegar a ser masivas, pero entendiendo también que eso implica organizarse, prepararse, para que en ningún evento a alguien le pueda pasar algo. Sabemos que vamos a tener mucho odio en el camino porque ya lo hemos vivido en nuestra vida cotidiana”.