Dune, Top Gun, Indiana Jones, Gemelos. Todos son éxitos ochenteros que, ya sea en forma de continuación, remake o nueva adaptación de su material original, vuelven a la pantalla bajo el tratamiento del Hollywood actual.
Por ahora se mantiene intocable Volver al futuro, a la que los ejecutivos le quieren hincar el diente hace años pero cuyo retorno parece inviable en la medida que no ceda el guardián de la franquicia, el guionista Bob Gale.
En el caso de Los Cazafantasmas, sus nuevas encarnaciones han contado con al amén de sus mentores. En el reinicio con elenco mayoritariamente femenino (Las Cazafantasmas, 2016) Ivan Reitman y Dan Aykroyd –director y actor/guionista de los filmes de 1984 y 1989– participaron como productores ejecutivos. Ambos, además, tenían cameos en la historia protagonizada por Melissa McCarthy y Kristen Wiig.
El respaldo de sus cerebros no bastó. Por el simple hecho de tener a mujeres como protagonistas, esa cinta enfrentó virulentos ataques desde mucho antes de que los fans pudieran verla. Una recepción tibia de la crítica tampoco ayudó a mejorar su acogida, y el largometraje de Paul Feig terminó siendo un desastre en taquilla. Cualquier plan de realizar una segunda parte quedó en el olvido.
Ghostbusters: El legado, en cambio, funciona como secuela directa de la primera entrega, escrita a cuatro manos por Aykroyd y el fallecido Harold Ramis (el Egon Spengler de la trama). En una acción que puede ser tildada como un gesto entrañable o simple nepotismo, la dirección de la nueva película queda en manos de Jason Reitman, el hijo también cineasta de Ivan, quien tuvo un inicio promisorio con Juno (2007) y Amor sin escalas (2009) y luego ha dibujado una carrera algo más irregular.
Bajo su batuta, la cuarta película ligada a la saga –ya en cartelera de los cines chilenos– se sitúa en Oklahoma para contar la historia de la hija de Egon, Callie (Carrie Coon), y sus dos retoños adolescentes, Phoebe (Mckenna Grace) y Trevor (Finn Wolfhard). En una aventura construida a partir de los secretos del abuelo de la familia, también se les une un profesor de la escuela de los niños, encarnado por Paul Rudd.
¿Está el nuevo filme a la altura de ese legado que celebra en su propio título? ¿Abre la puerta a que la marca se constituya como una franquicia del siglo XXI sólida económica y creativamente? Esto es lo que ha dicho la crítica sobre la labor de Jason Reitman y compañía.
¿Nostalgia a cualquier costo?
“Ningún aspecto está a salvo de la sobrecarga de nostalgia, desde que Ghostbusters: El legado trae de vuelta a los Cazafantasmas sobrevivientes (Murray, Dan Aykroyd y Ernie Hudson) de una manera decepcionantemente predecible, hasta que resucita la banda sonora de la película original”, expresó USA Today, asegurando que la nueva cinta apela a la fórmula pero “no aprovecha las cualidades ingeniosas, subversivas y refrescantes que en primer lugar nos hicieron querer llamar a los Cazafantasmas”.
“Es difícil escapar de la sensación general de, bueno, un cadáver exhumado”, disparó por su parte Entertainment Weekly. “Entre Stranger things y la próxima secuela de Top Gun, la nostalgia por la cultura pop de los 80 parece estar en su punto más alto, pero Ghostbusters: El legado intenta no apoyarse demasiado solo en ese sentimiento. Está diseñada para funcionar para aquellos que nunca han visto ninguna de las encarnaciones anteriores de la franquicia”, señaló Variety en una de las críticas más entusiastas hacia el filme. “No es necesario haber crecido con esas películas para apreciar cómo se eleva a los adolescentes rechazados al estatus de héroes”, añadió.
Reconociendo que la nueva entrega está “escrita con mucho cariño por Reitman y el guionista Gil Kenan”, The Playlist apuntó que “el fan service del final es honesto, terrible y se siente como un cruce indulgente entre el holograma de Tupac Shakur en Coachella y la condescendiente aparición de las superheroínas en el desenlace de Avengers: Endgame”.
La influencia de Los Goonies y Amblin
Como consecuencia de que sus dos personajes principales son una pareja de hermanos adolescentes, el corazón de la película cambia respecto a la original. A tal punto, señalan los especialistas, que la cinta termina bebiendo fuertemente del espíritu de títulos realizados bajo el alero de Amblin –como Los Goonies (1985), de Richard Donner– y otras encarnaciones más recientes de esa misma apuesta, como Super 8 (2011), de J. J. Abrams. “El hijo de Ivan Reitman ha convertido a Los Cazafantasmas en Super 8. Solo que Super 8 tenía diálogos mucho más divertidos”, señalo el medio especializado The A.V. Club.
The Playlist, por el contrario, celebró ese rasgo de la cinta. “Ghostbusters: El legado reimagina a Los Cazafantasmas en la línea de ET, Cuenta conmigo y Los Goonies. Y maldita sea, aunque molestará a los puristas (sí, aparentemente existen en el fandom de Los Cazafantasmas), realmente funciona. Al menos al comienzo”, sostuvo.
El carisma de sus protagonistas
Carrie Coon junto a los jóvenes Finn Wolfhard (18) y Mckenna Grace (15) cargan con el peso dramático de la historia. Según The Hollywood Reporter, el trío de madre e hijos pasa la prueba, en especial la más joven del grupo. “Grace triunfa completamente como una sabelotodo impaciente y desdeñosa que sutilmente sufre un cambio sísmico, no muy diferente que la madre con la que a menudo se enfrenta”, planteó el medio.
“Es agradable ver florecer un romance mucho más tonto entre los personajes de Coon y Rudd (la estrella de Ant-Man continúa demostrando ser un MVP de la comedia, adjudicándose la mitad de las principales risas de la película”, comentó Variety sobre los actores detrás de los roles adultos.
¿Mejor que la película de 2016?
La cinta de hace cinco años tributó el humor y la apuesta de la película original –cuatro figuras formadas en Saturday Night Live como protagonistas–, pero no encontró buena acogida. Sin embargo, de a poco el tiempo ha ido acomodando las cosas, al punto que para muchos el largometraje de Paul Feig no luce como un paso en falso frente al intento de Jason Reitman (que, por cierto, ignora su existencia).
“La única secuela de Los Cazafantasmas que tuvo algún tipo de sentido fue el reinicio puntiagudo con cambio de género de 2016 con Melissa McCarthy, Kate McKinnon y Leslie Jones, una película que entendió que, como la original, se suponía que era una comedia. Eso (en Ghostbusters: El legado) se borra con este nuevo enfoque inofensivo y orientado a los niños del tipo Una noche en el museo”, indicó The Guardian.
“Considerando el fracaso de la versión de Paul Feig de 2016 –que, en retrospectiva, se acercó mucho más a la idea de la versión de 1984 de una comedia irreverente con personajes valientes–, realmente tiene sentido que Ghostbusters: El legado vaya en otra dirección, especialmente cuando Sony ha estado tan desesperado por convertir la serie de películas en una franquicia”, concluyó The Playlist.