Todos más menos coinciden en que era un día fresco y helado. Nada novedoso para un 30 de enero, pleno invierno en Londres, esta vez de 1969.
Lo que sí era novedoso era lo que sucedía al mirar hacia arriba. The Beatles, la banda que había trastocado sin retorno la cultura popular, salía de su hermetismo y se presentaba en vivo por primera vez en tres años, aunque esta vez en un escenario poco ortodoxo: la azotea de los estudios Apple situados en el número 3 de la calle Savile Row, en el centro de la ciudad.
El show más famoso de toda su historia había sido en el mismo lugar donde tocaban y grababan día a día, no necesitaron si quiera tomar un taxi, y por lo demás nació de modo totalmente improvisado. Más aún, nunca estuvo en los planes terminar por allá arriba despachando un concierto tan inusual como legendario.
Como todo en esa época en los Fab Four, el péndulo parecía moverse de un minuto a otro entre lo majestuoso y lo austero, lo extraordinario y lo trivial. En los primeros días de enero, habían partido grabando el proyecto televisivo Get back para mostrar los ensayos que los llevaría a su show de retorno sólo dos semanas después, el que tenía como recintos en vista a un anfiteatro romano en Túnez, un crucero de lujo que bordeara distintas zonas del Atlántico o incluso las pirámides de Egipto.
Tal como se puede apreciar en el documental Get back estrenado por Disney+, Paul era el más entusiasta. Cuando incluso el plan se pone en duda -por ganas, por plata, por esfuerzo o porque simplemente no llegarán a tiempo con las canciones comprometidas-, reta a sus compañeros a seguir con la iniciativa y no aflojar.
Ringo es el que menos ánimo tenía de aventurarse en locuras: “no salgo del país”, dice medio en broma medio en serio en el registro. O George, que sobre la primera semana lo deja todo y se va a su casa sobrepasado con el ritmo cansino y demasiado exigente que adquiere la iniciativa. “Nos vemos en los clubes”, dice al retirarse, para estar un par de días alejado del conjunto.
O incluso John, a quien casi siempre se le ve despistado, distraido, pendiente de Yoko, quizás sumergido ya en esos momentos en la adicción a la heroína que lo golpearía sobre el final de los años 60.
Como fuere, la poca química con la idea de un recital imponente y para la historia era compartida. Michael Lindsay-Hogg, el director del documental de 1969, había planeado filmar la presentación en un recinto de dos mil años de antigüedad en África u Oriente, “con la música resonando como el cántico del almuecín para conovocar a decenas de miles de fieles”, como apunta la biografía de McCartney escrita por Philip Norman.
No sucedió. El agotamiento y los conflictos internos abortaron la misión, intercambiándola por la simpleza de subirse al techo para cantar en el lugar donde trabajas a diario. Así describe ese momento un comunicado de Disney+ que presenta el documental Get back: “Michael Lindsay-Hogg tenía nueve cámaras que filmaban el concierto simultáneamente para documentar exhaustivamente todos los momentos desde múltiples puntos de vista. Había cinco cámaras en la azotea, una en un edificio enfrente que tomaba planos generales, una en la recepción del edificio (oculta detrás de un espejo polarizado) y dos en la calle para documentar la reacción del público. El metraje capta interacciones entre John, Paul, George y Ringo, reacciones de los fans y los empleados de negocios cercanos, y un cómico interludio con miembros de la policía metropolitana de Londres que respondían a denuncias por ruidos molestos”.
“Un escenario improvisado, completo con tablas de andamiaje para soportar los considerables equipos de la banda, ya estaba instalado. Debido al fuerte viento que había, los micrófonos de estudio utilizados para grabar el concierto habían sido envueltos en medias para reducir el ruido. Kevin Harrington, asistente de Los Beatles, se arrodilló al frente del escenario con las letras de las canciones para John Lennon, y hacía tanto frío que Ringo Starr le pidió prestado a su esposa en ese momento, Maureen, su impermeable rojo. ‘O sea, la azotea me pareció algo realmente deprimente durante unos 40 años de mi vida, y ahora es el metraje más alegre que existe de Los Beatles –dice Peter Jackson, el director de Get Back–. Es fantástico, podría mirarlo infinitas veces’”.
Para muchos conocedores, el paso por la azotea no es más que una suerte de ensayo más largo y actuado, algo chapucero y que sólo vale por su estatura simbólica.
Esto fue lo que interpretaron:
Get Back
I Want You (She’s So Heavy) (Jam)
Get Back
Don’t Let Me Down
I’ve Got a Feeling
One After 909
Dig a Pony
God Save the Queen (Jam)
I’ve Got a Feeling
Get Back
Don’t Let Me Down
Get Back
Incluso para quienes trabajaban con la agrupación, el recital fue una sorpresa. Fue tan improvisado que casi no se dieron cuenta que los músicos y parte de su staff se habían trepado varias metros en las alturas. “Yo estaba abajo cuando tocaron en la azotea, hecho un flan de nervios por si acababa en la comisaría de Savile Row por alterar el orden público”, revela el productor histórico George Martin en el libro The Beatles Anthology.
En el mismo texto, Derek Taylor, el encargado de prensa, asevera: “Ese concierto les abrió nuevas vías. Nadia se imaginaba que iban a tocar en vivo, aunque siempre andaban diciendo ‘puede que hagamos otro concierto’ y cosas por el estilo”.
John lennon reconocería por esos días que lo que más extrañaba de los Beatles era una sola cosa: tocar frente a una audiencia.
La gente -en su mayoría oficinistas que transitaba por el lugar- miraba incrédula sin saber lo que estaba sucediendo. Entre bocinazos y un ruido, no se entendía mucho que pasaba más allá. La policía llegó alertada por unos vecinos y avisando que no se podían montar recitales en espacios públicos y sin permiso.
Dio exactamente igual: The Beatles nuevamente había subrayado un hito y había creado un molde que se replica hasta hoy por las bandas más disímiles de todo el planeta. El de tocar desde un techo como encarnación de músicos con carácter, aplomo y ganas de mostrarle los dientes a la vida urbana.
En el Get back de Peter Jackson, que este jueves 25 muestra su primera parte para el viernes 26 y sábado 27 seguir con las otras dos entregas, está por primera vez el show completo, sin cortes, 42 minutos para juzgar con ojos propios si fue diversión pura o uno de los últimos compromisos comerciales de un grupo de creadores que nuevamente parecía inventarlo todo.
*Get Back se estrenará en tres partes en la plataforma Disney+, los días jueves 25, viernes 26 y sábado 27.