El género de la película biográfica es una institución en sí misma en Hollywood. Además de ser un tipo de cinta que no caduca por el simple hecho de que ya exista otro filme sobre el mismo personaje, es una especie de examen de grado para aquellos actores en ascenso que buscan consolidarse como estrellas que infundan respeto.
Un treintañero Will Smith lo entendió de esa manera en el año 2000. Tras encadenar una hilera impresionante de éxitos en los cines (Dos policías rebeldes, Día de la Independencia, Hombres de negro), además de un fracaso estrepitoso (Las aventuras de Jim West), ratificó que sería el protagonista de Ali (2001) y encarnaría a una de las mayores leyendas del deporte bajo la dirección de Michael Mann.
“Al tratar de aprender a interpretar a Muhammad Ali, recuerdo lo intimidante que fue. Hay boxeadores profesionales que no pueden moverse y pelear como él”, señala el actor de 53 años sobre la película que le dio su primera nominación a los Oscar.
Sentado en una cancha de tenis durante una rueda de prensa virtual en la que participa Culto, Smith les rinde tributo a quienes son sus coprotagonistas en su nueva incursión en los biopics, Rey Richard: Una familia ganadora, un drama que gira en torno al padre de Venus (Saniyya Sidney) y Serena Williams (Demi Singleton).
“Hay tenistas profesionales que no pueden jugar como Venus y Serena”, afirma. “Saniyya (Sidney) es zurda, ¡y aprendió a jugar con la mano derecha! ¡Aprendió a jugar como una de las mejores tenistas de todos los tiempos con su mano derecha!”, exclama apuntando a la joven actriz.
En la cinta –que llega a salas chilenas este jueves 2 de diciembre y en marzo podría darle el primer Oscar de su carrera–, el intérprete se pone en la piel de Richard Williams, un hombre que anticipó que sus dos hijas serían megaestrellas incluso antes de su nacimiento y trazó un estricto plan para su formación en el deporte.
Visionaria para algunos, excéntrica a ojos de otros, la figura del papá-entrenador adquiere matices en la actuación de Smith, quien lo encarna desde que intenta ejecutar sus ideas a pesar de los embates que producen los costos económicos y las dificultades propias de vivir en Compton, California. Tampoco se omite, por cierto, la complejidad detrás de ser afroamericano en Estados Unidos: por un lado, encontrar inspiración en un referente como Michael Jordan y, por otro, lidiar permanentemente con el racismo de una sociedad y un deporte hegemonizados por blancos.
En algún punto, ese personaje real lo enfrenta con su propio rol de padre (del actor y rapero Jaden Smith y la cantante y actriz Willow) y la relación con su fallecido papá, quien –según detalló en sus recién lanzadas memorias, Will– agredía a su madre cuando era niño.
“Cuando elijo un papel, también lo tomo para explorar algo, para aprender algo. (En este caso) eso fue una nueva idea de crianza para mí, la de aliarse con los hijos en vez dirigir a los hijos. Es un concepto y enfoque muy, muy diferente, que fue mágico en la familia Williams”, explica el intérprete. “Es un enfoque muy diferente que me abrió los ojos”, agrega sobre las lecciones que extrajo del largometraje.
La estrella dice que se “enamoró” de Richard Williams a comienzos de los 90, cuando este interrumpió una entrevista en que a una adolescente Venus se le preguntaba con insistencia por qué se sentía tan confiada de derrotar a su rival. “Cuando surgió la oportunidad de ser parte de esto (la película), eso fue lo primero que recordé. Sabía que quería mostrarle al mundo cómo un padre protege a una hija así”, afirma.