Jorge González
“Para mí, en particular, fue complicado, porque soy el cantante y el que va adelante. Fue súper difícil, en realidad. Fue bueno que pasara, pero me alegro que haya terminado, también, porque fue demasiado”.
“Ensayamos mucho y cuidamos que el espacio para lo espontáneo no se anulara con los nervios”.
“Yo creo que la gente que nos había visto antes se acordaba que éramos malos, entonces como que no importaba, igual íbamos a sonar mejor. Pero claro, sin duda en el Estadio Nacional sonamos mucho mejor que lo que sonábamos en los ‘80″.
“Al año después de que nosotros tocamos en el Estadio Nacional, dejaron de tocar a Los Prisioneros en la radio. Antes los tocaban siempre, me llegaban los tremendos choscos del derecho de autor, porque tocaban a Los Prisioneros en distintas radios, todo el día. Los Prisioneros se juntaron y ya no los tocan más en la radio, porque ya nos vieron”.
“En esos conciertos, además, Claudio y Miguel tocaron increíble. Claudio sonaba y tocaba mucho mejor que en los ‘80, y Miguel siempre ha tocado bien, así que no hay rollo”.
“[El axé] coincidió con la época de nuestra vuelta en el Estadio Nacional, y vi montones de cabros chicos disfrutando tanto del axé como de Los Prisioneros”.
“Volvemos porque nos parece una buena idea, no porque volviéramos a ser amigos, porque Miguel y yo nunca dejamos de serlo”.
“[Con Narea] Había una relación así de: ‘Volvamos a tocar y no tengamos rollos y subamos al escenario y pintemos el mono y que salga como tenga que salir’”.
* Frases extraídas desde el libro Maldito sudaca: conversaciones con Jorge González (RIL, 2005).
Claudio Narea
“[Jorge] Al teléfono sonaba muy distinto a la vez en que me propuso tocar. Había transcurrido un mes desde esa ocasión y ahora parecía más sincero y amable. Lo sentí de nuevo como si hablara a un amigo y de repente le digo: ‘¿Qué has pensado sobre juntarnos? ¿Todavía quieres juntarte a tocar? Él contestó: ‘Sí, claro’. Entonces le dije: ‘juntémonos’”.
“Imaginé el Estadio Nacional repleto de gente contenta de vernos tocar juntos. Personas que me habían preguntado a diario, por más de diez años: ‘¿cuándo se van a reunir?’ No podía sacar la idea de mi cabeza”.
“El día que fijamos para empezar los ensayos Jorge llevó su bajo y amplificador. Miguel compró para la ocasión una batería usada, pero que sonaba muy bien. Comenzamos a meter ruido. Me sentía muy contento de tocar junto a los muchachos, como siempre con mi vieja Telecaster conectada al Twin. Existía una genuina buena onda y todos estábamos seguros que el resultado sería el que esperábamos: un lleno total”.
“En los ensayos practicábamos clásicos como ‘Muevan las industrias’ o ‘La voz de los ‘80′ como también rarezas de la talla de ‘Generación de mierda’ y ‘Mal de Parkinson’. Queríamos mostrar todos los aspectos musicales del grupo”.
“El 9 de octubre fue el día en que anunciamos el concierto en una conferencia de prensa realizada en la Feria del Disco. Los flashes nos escandilaban. Nunca vi tantos periodistas y fotógrafos reunidos en un solo lugar. Como si fuera poco, el Paseo Ahumada estaba repleto de gente”.
“Todo lo que imaginé fue poco ante la experiencia real de estar frente a tantas personas que cantaban las canciones de Los Prisioneros”.
“Yo miraba las caras del público mientras tocábamos y reconozco que era una alegría que contagiaba Según después nos comentaron, tocamos varios temas bastante más lento de lo que eran”.
* Frases extraídas desde el libro Los Prisioneros: biografía de una amistad (Thabang Ediciones, 2014).
Miguel Tapia
“Fue espectacular, yo estaba en una situación un poco parecida a la de ahora. Vivía también por acá, a las afueras de Santiago. Estaba muy tranquilo. Llevaba una vida muy de campo, de gallinas, de acequias, de montañas, de viento, el Raco”.
“De repente apareció la oportunidad de reunirnos, luego de 10 años de no haber estado juntos, salvo una vez que nos juntamos a tocar, a mediados de los 90, los tres Prisioneros en forma clandestina. Fue en la sala de ensayo de Claudio si no me equivoco”.
“Fue toda una experiencia, porque más allá que terminó con el Estadio Nacional, venía de un año de reuniones, un año de reencontrarnos los tres originales. Juntarnos en la casa o departamento de Carlos Fonseca donde nos reuníamos a escuchar música, a recordar viejos tiempos, escuchar mucho vinilo. Como tenía la disquería Fusión, Carlos tenía muchos vinilos y sus equipos de música”.
“Nos reunimos periódicamente a masticar, a armar la idea de hacer un concierto grande en el Estadio Nacional. Un concierto. Así fue tomando cuerpo y forma”.
“A medida que fuimos avanzando, Carlos Fonseca pide en arriendo el Estadio Nacional pero no para una reunión de Los Prisioneros, porque todo se mantuvo en secreto hasta donde se pudo. Lo pidió para un concierto de Inti-Illimani”.
“Pasaron los meses y fue madurando la idea. Empezamos a hacer la lista de las posibles canciones que podíamos tocar, hasta que llegó un momento en que arrendamos una casa, por allá cerca del centro de Santiago. Nos hicimos de los equipos. Hicimos dos set. Uno con batería electrónica y teclados, y otro set en el otro piso de la casa con guitarra-bajo-batería. Ahí empezamos a armar, ensayar”.
“Hasta que llegó el día del concierto. Fue impactante. Independiente de que al lado de Jorge y Claudio siempre me he sentido tremendamente seguro, igual sentí nerviosismo. Cuando llegamos al Estadio, miré por un espacio del escenario, como a las 7 de la tarde, y estaba lleno”.
“Solo al momento de poner el pie en el escenario y hacer sonar los primeros acordes y el primer golpe de batería, uno se vuelve a empoderar del personaje y se parte adelante”.
“Era bacán sentir que venía un nuevo proyecto, que venía así de grande y que íbamos a tocar para mucha gente que no nos había visto tocar en vivo. Fue increíble”.
* Frases extraídas desde entrevista del programa Sesiones íntimas de Culto, de La Tercera, mayo de 2021.