Antes de que se volviera habitual que los cineastas más renombrados del mundo se aliaran con HBO, Netflix y Amazon Prime Video en proyectos televisivos, Jane Campion encontró en 2013 su refugio en el formato de la ficción seriada.
Pensando en aquellos que están “sentados en casa con sus hermosas pantallas planas esperando que suceda algo emocionante” –como definió en su momento–, la directora despachó un soberbio thriller de siete episodios sobre una detective especializada en delitos sexuales (Elisabeth Moss) que investiga la desaparición de una niña de 12 años en una localidad rural de Nueva Zelanda.
Top of the Lake –como bautizó a su serie producida por la BBC que acaba de llegar a HBO Max con sus dos temporadas– abrió un nuevo espectro en la filmografía de Campion, reconocida por sus agudas aproximaciones a lo femenino y a la represión en títulos como La lección de piano (1993) y Retrato de una dama (1996).
El poder del perro, su primer largometraje en 12 años (disponible en el catálogo de Netflix desde este miércoles 1 de diciembre), se instala como otra clase de hito en la carrera de la cineasta nacida en 1954 en Wellington, Nueva Zelanda: es su primera película en que el rol protagónico lo asume un hombre. Uno que, por cierto, encarna muchos de los rasgos más cuestionados en el presente.
En las montañas de Montana en 1925, Phil Burbank (Benedict Cumberbatch) es dueño de un amplio rancho en el que se dedica a entrenar caballos y criar ganado junto a su hermano, George (Jesse Plemons). El hombre lleva las riendas del negocio y de su vida con un machismo recalcitrante propio de su época y repudiando todo aquello que escapa su control, por lo que se desata lo peor de su carácter una vez que ingresan dos extraños a su casa: Rose (Kirsten Dunst), una viuda con la que el amable George contrae matrimonio, y el hijo adolescente de ella, Peter (Kodi Smit-McPhee).
Campion, quien también escribe el guión de la cinta –adaptación de la novela homónima de 1967 de Thomas Savage–, estudia con minuciosidad la tensión entre los hermanos, agudizada con la llegada de los nuevos habitantes del lugar, y sobre todo las complejidades y las sombras del iracundo Phil, estupendamente interpretado por Cumberbatch.
“El poder del perro son todos esos impulsos profundos e incontrolables que pueden venir y destruirnos”, explicó la directora a IndieWire en relación al título. “Incluso Donald Trump tiene problemas para mantener su poderosa fachada masculina. Por ejemplo, cuando las cosas no le iban bien, se desmoronó. Ni siquiera pudo decir la palabra ‘Perdí’”, agregó. En otra entrevista profundizó en ese punto: “El estilo de masculinidad de Phil, y el espíritu de masculinidad que se anuncia en el mundo de los vaqueros, está muy romantizado”.
Si por un lado la figura de su protagonista canaliza los males del mismo expresidente de Estados Unidos, la creación de la película obedeció en parte a la conversación instalada por el MeToo en los últimos años.
“Fue una fuerza tan poderosa que creo que abrió un espacio completamente diferente para explorar este tipo de temas. Era como si esas mujeres, en su mayoría mujeres jóvenes, hubieran pelado tantas capas de la cebolla en lo que respecta a la masculinidad, que se creó un espacio para que viejos guerreros como yo exploraran una historia muy masculina como esta”, explicó a The Guardian.
De vuelta a la primera plana con un filme elogiado (reconocido en el último Festival de Venecia), ahora la cineasta va al frente en la carrera por los Premios Oscar, donde intentará repetir la histórica nominación de 1993 que la convirtió en la primera mujer en aspirar al galardón a Mejor dirección.
“Una vez más, al demostrar su propia visión fuerte y clara, sin mencionar el excelente control de su oficio, Campion demuestra su capacidad para iluminar verdades ocultas y dejarnos ver lo que se escondía a plena vista todo el tiempo”, señaló The Washington Post.
Llamándola “un psicodrama con conciencia social que se acumula con el tiempo hasta que hierve por completo”, Variety aportó matices en su crítica: “Para una película que en realidad, en su corazón, es bastante ordenada y anticuada en su destreza triangular, El poder del perro necesitaba llegar a una catarsis más contundente. En su último acto crucial, la película se vuelve demasiado oblicua”.