El emotivo reencuentro de Los Jaivas y David Lebón: “Somos los protagonistas del cambio musical del siglo XX”
La banda volverá a verse las caras con el ex Serú Girán el sábado 11 de diciembre en el evento De la cordillera al mar que se hará en San Carlos de Apoquindo. Eso sí, antes se juntaron en un Zoom con Culto para revivir sus historias en común y la intensa vida en Argentina del grupo chileno a mediados de los años 70, donde forjaron su amistad.
Son los comentarios naturales a los que obliga todo reencuentro luego de décadas, como cuando te abraz otra vez con un amigo de infancia o juventud.
“Qué increíble volver a vernos. Estamos todos barbudos y con pelo blanco”, expresa el músico argentino David Lebón en un Zoom para Culto y cuando ve ingresar en otras pantallas a Claudio Parra y Mario Mutis de Los Jaivas, a quienes tuvo enfrente por última vez hace más de cuatro décadas, en 1977, cuando los chilenos finalizaban su vida en Argentina para partir en barco a París.
Pero también hay baches lógicos abiertos por toda marcha del calendario. “¿Cómo van ustedes? Supe que el Gato ya se fue porque cuando estuvimos con Pedro (Aznar) allá en el Víctor Jara de Santiago su señora nos contó. ¿Qué fue de Albertito Ledo?”, pregunta ahora Lebón, en alusión al colaborador estable y fundamental de Los Jaivas durante los 70 y 80, llegando incluso a contribuir en el proyecto Alturas de Machu Picchu (1981).
“Alberto ya falleció. De leucemia. Hace ya varios años”, le cuenta Parra, lo que lleva al ex miembro de Pescado Rabioso y Serú Girán a soltar un espontáneo “¡ay, la puta madre!”.
Es posible que esos diálogos y esas sensaciones se repitan el próximo sábado 11 de diciembre, cuando Los Jaivas se vuelvan a ver las caras con Lebón en el show De la cordillera al Mar, que los tendrá en el estadio San Carlos de Apoquindo junto a otros invitados, como Los Tres y Javiera y Los Imposibles (entradas en Ticketplus).
“Vamos a tener que darnos un abrazo muy grande”, promete el argentino, como una forma de revivir una complicidad que empezó en 1973, cuando los hombres de Todo juntos se trasladaron a Zárate -al norte de la provincia de Buenos Aires- luego del golpe militar chileno y abrieron uno de los capítulos más intensos y prolíficos de toda su carrera: tocaron en lugares como los teatros Coliseo o Gran Rex, grabaron discos como El Indio (1975) o temas como Pregón para iluminarse, La conquistada y Mambo de machaguay, pero debieron enfrentar la detención de Eduardo Parra por parte de militares trasandinos, lo que los llevó a dejar ese país.
“Era primera vez que salíamos al exterior y en ese momento Argentina para los músicos era como el cielo. En Chile no teníamos infraestructura para hacer conciertos, no había escenarios, no había equipos de iluminación, ni siquiera de sonido, el público no estaba acostumbrado a ir a shows. En Argentina tenían todo eso y hasta prensa especializada, que hablaba sólo de música, lo que para nosotros era alucinante, porque acá sólo se hablaba de ópera y ballet”, rememora Mario Mutis, quien en esa etapa por asuntos familiares debió ir y venir entre Buenos Aires y Santiago.
Claudio Parra adhiere: “Santiago era muy provinciana en comparación a lo que estábamos descubriendo en Buenos Aires, que era una gran metrópolis que nos impactaba a todos. Salir en la noche y los cines abiertos hasta medianoche, librerías después de la doce de la noche, uno podía encontrar librerías abiertas, mucha gente caminando por las calles, restoranes abiertos. Había una vida nocturna muy intensa. Teníamos un referente que era el Grupo Arcoíris, con Gustavo Santaolalla. Con ellos fue con quienes primero tuvimos contacto, nos conocimos, nos acercamos, sabíamos que hacíamos algo similar, estábamos más o menos basándonos en las mismas cosas y ellos fueron verdaderamente nuestros anfitriones musicales en Buenos Aires. Yo al escuchar la música que hicimos allá, siento que se puede ver una presencia argentina en cómo sonábamos y en lo que terminamos creando”.
Juanita Parra también está en el Zoom, pero cuando Los Jaivas residían al otro lado de la cordillera tenía alrededor de cinco años: “Yo no tenía muy claro qué es lo que tocaba David en ese momento de la infancia, pero sin embargo, era un nombre que yo sabía que reflejaba amor, cariño, amistad, así que fue muy bonito que estuviera ahí”.
En el horizonte de mi mente
Lebón era uno de los tantos músicos que frecuentaban a Los Jaivas y que asistían sus shows, maravillado por su alquimia de folcore y electricidad. “Fui a casi todos. Me encantaba ir a sus casas también y verlos ensayar con esas trompetas largas que sonaban tan raras y extrañas”, describe, en referencia a las trutrucas.
Además, revela cuál era su letra favorita del conjunto: “Me acuerdo siempre una frase que decía ‘en el horizonte de mi mente se ha escondido el sol’”: esas líneas claramente pertenecen a La conquistada.
Pero sus mejores historias están bajo el escenario, incluso cuando en 1976 ya había comenzado la dictadura de Jorge Rafael Videla: “Me acuerdo una vez que hicimos un asado en la casa de ustedes. Estábamos fumando y todo, y de pronto apareció la policía. Y como ustedes estaban tocando folclore, ellos pensaron que eran un grupo de folclore, y no hicieron nada. Es más, se quedaron ahí escuchando y comieron un buen rato. Yo andaba re paranoico y pensé que nos iban a llevar a todos presos”.
Hay también otros capítulos menos anecdóticos. “Cuando detuvieron a Eduardo, me acuerdo patente cuando llegó de vuelta. Fue muy emocionante y él estaba muy callado. Me acuerdo de la felicidad que tenían todas las mujeres de Los Jaivas. Me gustó estar en ese momento, que ustedes sintieran que había un compañero de otro lugar que los entendía. A nosotros también nos iban a empezar a pasar esas cosas”.
Mutis prefiere resumir toda la empatía de esos años en una mirada más generacional: “Nosotros somos los protagonistas del cambio musical del siglo XX”.
Pero Lebón se la devuelve con una sensibilidad mucho más personal: “Yo acabo de pasar un momento muy difícil, así que va a ser muy hermoso encontrarlos en Santiago. Así como yo les hice bien a ustedes cuando no estaba Eduardo, quizá ahora ustedes me pueden hacer bien a mí”.
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