El guión del documental, “es una manera espléndida de centralizar las ideas principales y dejar lo secundario aparte”. Al mismo tiempo, ese texto tentativo compone “una manera de tranquilizarse por no poder estar, de adelantar lo que vas a hacer”. La etapa de montaje, por el contrario, es “el fin de la expedición”.
Durante las últimas cuatro semanas, desde que regresó a su casa en París, Patricio Guzmán (80) ha concentrado su trabajo en aquella fase concluyente del cine. Junto a Renate Sachse, su esposa y productora, el director de Nostalgia de la luz (2010) volvió a su domicilio en Francia tras completar una segunda filmación en Chile para su nuevo largometraje, que abordará el estallido social, así como el plebiscito de octubre de 2020 y la formación de la Convención Constitucional.
“Hay muchas secuencias de la gente en la plaza y en la calle, del personal que sale y se manifiesta y forma grupos, se desplaza. Sin ese material de movimiento, de dinamismo, la película no se podría hacer”, explica. Aunque estima que finalizará el documental entre marzo y abril del próximo año, ya maneja certezas. Como que el inicio de la cinta es con el mismo estallido y los hechos se cuentan cronológicamente. “Desde que arranca, es pura acción. No hay ningún momento en que se detenga”, define.
A favor del testimonio de sus entrevistados –casi solo voces femeninas, como Elisa Loncón y el colectivo feminista Lastesis–, en esta oportunidad la narración de Guzmán ocupa un lugar más reducido. Mucho más acotado, afirma, que por ejemplo en La cordillera de los sueños (2019), el documental que le acaba de dar su primera nominación a los Premios Goya. “Me gustó mucho haber elegido a solo mujeres en este caso, en que la información tiene que venir directamente de los entrevistados. No es una película de reflexión, es una película de acción”.
Sin apuntar a nombres en específico (“porque la película aún no está terminada”), señala: “Hemos encontrado a unas diez o 12 personas que nos han ayudado mucho, que son interesantes, que pertenecen a sitios opuestos de la sociedad y son gente espléndida. Un documentalista está más que nada agradecido de los personajes. El hecho de que se te entreguen y te digan cosas es lo que te hace recuperarte para seguir haciendo el documental”.
-¿Cómo logró el acceso a los miembros de la Convención?
Nuestra productora en Chile, Alexandra (Galvis), es quien busca a esas personas. Yo le digo que necesito a 11 mujeres de 50 años y el resto entre 30 y 20. Ella me propone nombres, me envía fotos y yo elijo. Las cito en un departamento o un exterior, eso depende, y hago las entrevistas, que son completamente diferentes unas de otras. Es muy agradable confrontarte a una persona y que te dé información, te cuente qué hace, por qué está ahí, en qué momento empezó a participar, por qué no lo hizo antes, cuándo se va a retirar, si ha recibido alguna herida, si tiene algún problema. Eso sale poco a poco y cada personaje se transforma en una torre de acontecimientos.
-¿Tuvo acceso a algunas sesiones de la Convención? ¿Era algo que le interesaba?
Sí, fuimos a algunas sesiones, no a todas, porque es imposible. Pero sí a varias. También existe un archivo que filma la propia institución. Puedes pedirlo y ellos te proporcionan un trozo de la grabación de una persona que tú has señalado. Es muy bueno pero es una cámara fija, estática. De buena calidad, pero es un rodaje menos expresivo que práctico.
-¿Buscó entrevistar a quienes encabezan la Convención, Elisa Loncón y Jaime Bassa?
Sí, los entrevistamos a los dos. Es gente muy valiosa. Sin que hablen, ya son buenos personajes. Fueron muy cordiales y nos indicaron cosas muy bonitas de la relación que han logrado sostener entre ellos para que esta asamblea funcione bien. No es fácil, pero ya están muy acoplados.
Al principio había ciertas dificultades, incluso faltaban cosas materiales. Pero hoy día están trabajando muy bien. La gente tiene una relación de cordialidad, incluso con las personas que no están de acuerdo en general con algunas ideas. Se dialoga mucho, y digamos que todo es un diálogo en esa parte de la película.
-Ha mencionado que en esta cinta deseaba entrevistar mayoritariamente a mujeres. ¿En qué momento se decidió por esa idea?
Al principio. Me dije a mí mismo que era necesario hacer una película basada en las mujeres. En particular porque lo que pasa en Chile tiene un montón de voces femeninas, que hablan muy bien, que se expresan muy bien. Grupos feministas y grupos de trabajadores, de gente de todas las clases sociales. Al principio tenía dudas, pero apenas empezó el montaje me di cuenta de que funcionaba y, ahora en el montaje, con mayor razón. Es estupendo tener este abanico de mujeres. Las mujeres son más explícitas, más concretas. Hablan de cosas específicas y eso es muy bueno para una película en general.
-También entrevistó a Lastesis.
Sí, aparecen, hay una entrevista a ellas. Pero sobre todo aparece el grupo grande, la enorme coreografía que se multiplica. Ellas son muy claras, son un grupo coherente, muy bien fundamentado. Es notable el equipo de ellas.
-¿Cree que este documental también pueda funcionar como un retrato del presente de los movimientos feministas en Chile?
La película no es feminista y la mayoría de las entrevistadas no son feministas. El hecho de que haya elegido a mujeres no lo hice en relación el feminismo. Simplemente hay una variedad de personas que aparecen que son muy diversas. El feminismo en sí no me interesaba para nada desarrollarlo. Si alguna de esas personas se adscribe al movimiento feminista, está muy bien, pero no es mi interés. Lo que me interesa es qué es lo que están haciendo en relación al gran movimiento social que en Chile se desató. Realmente es una explosión única en el país. Eso sí me asombra. Es un momento único, interesante, clave, que remeció Chile entero.
Entre el Goya y La Batalla
“Es una bonita sorpresa, pero es de esas sorpresas que te alegran pero no confías mucho en ella”. Es la opinión del director ante la inclusión de su cinta La cordillera de los sueños entre las cuatro nominadas al Goya a Mejor película iberoamericana, con lo que se convirtió esta semana en el segundo documental chileno en aspirar al premio de la industria española, tras la candidatura de El agente topo hace un año. “Me encanta que haya sido seleccionada y ya veremos lo que pasa… Es difícil, porque hay una inercia muy grande alrededor de la ficción”, advierte.
Mientras su último largometraje continúa su camino en el circuito internacional –más de dos años después de ganar el Ojo Dorado al Mejor documental en el Festival Cannes–, localmente se produjo otro hito en relación con su obra más recordada. Entre el viernes 10 y el domingo 12 de septiembre, La Red estrenó en televisión abierta La Batalla de Chile, su filme de tres partes (1975, 1976, 1979) sobre el país durante el periodo de la Unidad Popular.
-¿Cómo observó lo que ocurrió en el país durante esos días, en que su obra estuvo en pantalla y muy comentada?
En primer lugar, me agradó mucho que después de 40 años se proyectara en un estreno de verdad. Eso estimula mucho. El hecho de que una película tan importante en mi vida como esa, no se hubiera proyectado ante un gran público, te frustra un poco, te preocupa, y después lo olvidas. De tal manera que cuando llegó la noticia de nuevo me refrescó la memora y me alegré enormemente. Fue estupendo pasar la película durante días buenos, en una hora estupenda. Y ver cómo mucha gente, sobre todo una enorme cantidad de jóvenes, la vio con interés y se enteró de cosas que nunca nadie le había dicho, o que no habían vivido el proceso de la Unidad Popular de la manera tan apasionante de las tres películas.
-Visitó Chile durante las semanas previas a la primera vuelta presidencial y antes, a fines de 2020, estuvo en las semanas previas al plebiscito, dos de las elecciones más importantes de las últimas décadas. ¿Haría algún tipo de paralelo entre lo que Ud. observó en esas dos ocasiones y el país que retrató en La Batalla de Chile?
Sí, el Chile de Allende y el Chile actual se parecen, porque hay una efervescencia política, porque hay un movimiento político que entusiasma a mucha gente. Hay un eco, un lejano eco de una cosa con la otra, pero son totalmente diferentes. La Unidad Popular tenía un programa, una trayectoria, un presidente, un jefe, lo que no tiene nada que ver con lo que hay hoy día. El movimiento colectivo que se generó no tenía ningún jefe detrás, empezó solo, de una manera auténtica, espontánea. Se cantan algunas canciones de la Unidad Popular, y es curioso, porque su contenido no tiene nada que ver con lo que está pasando, pero, en fin, es la canción que existe, y está muy bien que la memoria coloque estas canciones en el presente. No es la misma articulación, es diferente, pero en ambos casos son movimientos revolucionarios que tendrán una continuidad interesante, sin duda alguna, que marcarán nuestras vidas para siempre.
-¿Le interesa seguir retratando cómo evoluciona el país durante los próximos años?
Por supuesto. Casi toda mi obra está basada en Chile, y naturalmente seguiré en lo mismo. Ma atrae lo que pasa, me gusta, me interesa. Me han ofrecido desde América Latina, Europa y Estados Unidos filmar determinados temas, pero yo no quiero apartarme del tema chileno. En ese sentido, es bastante repetitivo lo que te puedo contar, pero quiero segur haciendo películas sobre Chile.
-¿Antes de la segunda vuelta presidencial tiene considerado manifestar en público su apoyo por algún candidato?
Yo creo que sí, yo creo que sí. Tengo un apoyo por un candidato. Tú te lo puedes imaginar.
-Entonces podemos esperar un anuncio en las próximas semanas.
Cómo no, cómo no.