Hace exactamente un mes, luego de una serie de acusaciones de concejalas y vecinos, una sesión del Concejo Municipal de Santiago resolvió que serían los propios vecinos de la comuna los que a través de una consulta ciudadana decidirían si arrendar o no el Parque O’Higgins a Lollapalooza. Una semana después, la productora a cargo del festival anunció que abandonaba el recinto que lo acogió durante una década. Tras el inédito impasse con la autoridad y con el reloj en contra para llegar a marzo, los organizadores del megaevento musical ya definieron cuál será su próximo destino.
Según diversas fuentes consultadas por Culto, la postergada décima edición del espectáculo se hará por primera vez en el Parque Bicentenario de Cerrillos. El mismo predio que en noviembre del próximo año albergará la primera versión santiaguina del festival español Primavera Sound.
Si bien la productora a cargo del evento barajó diversas alternativas y propuestas durante el último mes -según ellos mismos contaron días atrás a este medio-, y aunque una de sus primeras opciones fue trasladar el espectáculo a Las Vizcachas, finalmente optaron por el ex aeropuerto de Cerrillos. Un recinto que no es desconocido para la empresa de música en vivo, que en 2015 montó allí la primera versión del festival Santiago Gets Louder.
Se espera que el anuncio oficial se realice la próxima semana, en un actividad a la que asistirán diversas autoridades y con otra novedad para presentar a su público: pese a que en octubre pasado la organización confirmó el festival para el 18, 19 y 20 de marzo de 2022, en simultáneo con la edición argentina del evento, finalmente la cita se movería un par de semanas y quedaría programada para los primeros días de abril.
Lo anterior fue deslizado a su vez por el gobernador metropolitano, Claudio Orrego, quien en entrevista con Cooperativa señaló esta mañana que “Lollapalooza se va a hacer en Santiago y en abril”, dando a entender que el predio de Cerrillos corría con ventaja para recibir el encuentro por sobre otros recintos de la capital.
De esta forma, si la nueva fórmula se materializa, la edición santiaguina de Lollapalooza no coincidirá con la de Buenos Aires -como ha ocurrido en los últimos años- y sucederá a la de Brasil (25, 26 y 27 de marzo), cerrando el recorrido sudamericano de la franquicia. Los artistas que estarán en el evento chileno, que en su mayoría debiesen ser los mismos que los de los países vecinos -salvo los nombres nacionales y uno que otro grupo que por agenda no pueda asistir-, también se podrían dar a conocer en la conferencia de la próxima semana.
Fuentes al tanto de estas negociaciones detallan que un aliado clave para Lollapalooza en este proceso de cambio de casa ha sido el propio Orrego, quien ya en su momento y desde su cargo en la gobernación intentó acercar posiciones entre la productora Lotus y el municipio de Santiago para destrabar el conflicto. Un cortocircuito que empezó a quedar en evidencia cuando diversas concejalas y organizaciones vecinales de la comuna manifestaron su rechazo a la continuidad del festival en el Parque O’Higgins, a causa de los daños y el impacto negativo que -aseguran- deja la producción en el recinto y en las personas que viven en sus alredededores.
Al mismo tiempo, según estas mismas versiones, el acuerdo entre Rock Stgo -la productora tras el desembarco de Primavera Sound-, la alcaldía de Cerrillos y ParqueMet -administrador del parque- anunciado esta semana habría terminado favoreciendo a Lollapalooza, allanando el camino hacia su realización.
Esto, debido a que durante los últimos meses los productores de Rock Stgo y ParqueMet trabajaron en conjunto un hasta entonces inexistente protocolo para eventos masivos en los parques que administra la entidad, el mismo que ahora fue usado por Lotus y que terminó acelerando su acuerdo con el recinto.