Crítica de discos de Marcelo Contreras: una oferta diversa con U2, Alejandro Sanz y Benjamín Walker

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Mientras el cuarteto irlandés viaja a su pasado más glorioso con un repaso por una de sus obras maestras, el español exhibe su personalidad única a la hora de despachar composiciones. Lo propio hace el cantautor chileno, con un álbum representativo de su generación.


Alejandro Sanz - Sanz

“Siempre fui introvertido”, describe Bio, pieza inaugural de este duodécimo álbum de Alejandro Sanz, un relato formateado en spoken word, donde el artista cuenta su vida con la sazón de un Oliver Twist madrileño. “Yo relleno y él flaquito, en la escuela me hice el malo”, narra sobre un solemne fondo. A los 52 años con cuatro Grammy estadounidenses y otros 24 Grammy latinos -el español que más gramófonos ha conquistado-, Alejandro Sanz continúa como un modelo único e irrepetible, artista con reglas personalizadas para componer donde los estribillos prácticamente no tienen cabida, con unas letras kilométricas que su afición memoriza sin problemas.

Esta obra a tres décadas del debut oficial Viviendo deprisa, es una parada más taciturna. Las poderosas baladas pasan a la reserva y junto a ellas las guitarras de distintos calibres que solían apuntalar su repertorio, ahora en un plano más secundario. En el resto figura lo habitual: trazos de flamenco y fusión (La Rosa), las baladas profundamente dramáticas (Y ya te quería), el pop de medio tiempo (Mares de miel) y el soul (No sé qué me pasas). Alejandro Sanz sigue imperturbable en su propia órbita de grandeza.

U2 - Achtung baby (30th anniversary edition)

The Joshua Tree (1987) no sólo consagró a U2 como la banda más grande de la Tierra, sino que implicaba una declaración de principios en cuanto a restringir el uso de la tecnología, en un periodo donde el pop era dominio de programaciones y teclados.

A partir de Achtung baby (1991) no solo borraron con el codo sus principios, sino que se entregaron impúdicos a las remezclas. Esta edición aniversario de su trabajo más radical y audaz, parte con la remasterización de 2018 a cargo de The Edge, sin aportar absolutamente nada a versiones previas. Los siguientes tres discos se distribuyen entre remezclas y lados b, incluyendo cortes como Lady with a spinning head, que sirvió de base para composiciones que quedaron en Achtung baby como The Fly.

El material remix deconstruye con espíritu bailable canciones que rara vez tienen ese cometido en su estructura rítmica. Asociar a U2 con la idea de una fiesta no es precisamente un acto reflejo, y todas las remezclas del mundo jamás convirtieron al cuarteto irlandés en una carta discotequera. Cortes en vivo de la monumental gira que promocionó esta obra maestra habrían tenido más sentido.

Benjamín Walker - Libro abierto

Este tercer disco de Benjamín Walker (29) es una continuación natural y un progreso respecto de Brotes (2017), que focalizó sus fuerzas autorales y redujo la expresividad en un tono más contenido mediante una arquitectura acústica y electrónica, fundiendo la tradición trovadora con este milenio. La producción de Javier Barría, que se repite en Libro abierto (con la excepción de la coqueta Querernos bien, a cargo de Francisco Victoria), se plasmó en estilo y sonido -pulcra y mullida-, con suficiente aire para apreciar detalles.

Aún contiene trazos retrofuturistas -”si las palabras se hacen polvo en el momento”, canta Walker-, sobre un cascada sintetizada agujereada por guitarras acústicas y una suave base rítmica, en un gran inicio. La guitarra de palo escoltada con ligeras percusiones y teclados atmosféricos dominan, mientras cierta feminidad aflora en la voz. A pesar de esta última herramienta, persiste cierta tendencia a encarar melodías con un par de ángulos repetitivos.

Benjamín Walker se consolida como un artista genuinamente generacional, capaz de representar anhelos colectivos con belleza y poesía -Octubre-, y vivencias íntimas de fácil empatía.

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