La historia que une a la música popular inglesa con las oleadas de inmigración en Reino Unido del último medio siglo es compleja y de extremos. Ya a mediados de la década del 70 surgieron los casos de grupos como The Clash, Gang of Four, UB40 y The Specials, que abrazaron desde el comienzo la multiculturalidad en su música y se nutrieron de la diversidad que empezaron a ver en sus calles, con vecinos provenientes de África, India, Pakistán, Medio Oriente y sobre todo Jamaica. Por esos mismos días, en la otra vereda, un David Bowie consumido por las drogas duras pedía una dosis de “fascismo” en su país y comparaba a Adolf Hitler con una estrella de rock, mientras Rod Stewart se declaraba admirador de Enoch Powell, político del Partido Conservador y emblema del mensaje anti-inmigración.
Pero el episodio que caló más fuerte en el imaginario colectivo de aquel entonces y en toda una generación de jóvenes ingleses fue el que protagonizó Eric Clapton, quien el 5 de agosto de 1976 dio uno de los discursos más tóxicos e incorrectos de su carrera durante un show en Birmingham, al lanzarse con todo contra los extranjeros residentes y las olas migratorias en su país. Un sermón tan cuestionado que terminó motivando la creación de un frente anti racista integrado por distintos grupos y solistas de la isla, algunos de gran popularidad por aquel entonces.
Visiblemente intoxicado -según él mismo reconoció años después- el músico, que ya en ese momento era una deidad del rock y una suerte de heredero blanco de la tradición del blues afroamericano, se manifestó contra el aumento de la inmigración en medio de un alto en su show de esa noche en el Birmingham Odeon, apoyando de paso las políticas del entonces implacable Enoch Powell
“¿Tenemos extranjeros en la audiencia esta noche? Si es así, levanten las manos. ¿Así que dónde están? Bueno, donde quiera que estén, creo que deberían irse. No solo salir del salón, salir de nuestro país. No te quiero aquí, en la habitación o en mi país”, comenzó diciendo Clapton, en una perorata que recuerda a la protagonizada este año por el rapero estadounidense DaBaby, quien durante un show en Miami pidió a la audiencia que encendiera la luz de sus teléfonos “a menos que sean VIH positivos u hombres homosexuales”.
Lo del autor de Layla, eso sí, iba más por lo del racismo. “¡Escúchame, hombre!” -continuó su discurso de esa noche- creo que deberíamos votar por Enoch Powell. Enoch es nuestro hombre. Creo que Enoch tiene razón, creo que deberíamos enviarlos a todos de regreso. Evitar que Gran Bretaña se convierta en una colonia negra. Saquen a los extranjeros. Saca los wogs (indios), saca los coons (negros). Mantengan a Gran Bretaña blanca. Antes me gustaba la droga, ahora me gusta el racismo. Es mucho más intenso, hombre. Malditos tontos, malditos sauditas tomando el control de Londres. Wogs bastardos. Gran Bretaña se está superpoblando y Enoch lo detendrá y los enviará a todos de regreso. Los wogs negros, los coons, los árabes y los jodidos jamaiquinos no pertenecen aquí, no los queremos aquí. Esto es Inglaterra, este es un país blanco, no queremos que vivan aquí negros wogs y coons. Tenemos que dejarles claro que no son bienvenidos. Inglaterra es para los blancos, hombre. Esto es Gran Bretaña, un país blanco, ¿qué nos está pasando, por el amor de Dios? ¡Fuera los wogs! ¡Mantengan a Gran Bretaña blanca!”.
Si bien por ese entonces no existían trending topics ni funas virtuales, el speech del ex Cream se tomó la agenda por esos días en Inglaterra, al menos en la prensa cultural. Mal que mal, se trató de un hecho por lo demás sorprendente: conocido por su carácter reflexivo y quitado de bulla, Clapton no sólo era por ese entonces un héroe del blues admirado por su habilidad en la guitarra y su talante anti-rockstar. Además era un discípulo de los esclavos afroamericanos que crearon el blues en los campos de algodón del sur Estados Unidos un siglo antes, “un músico cuyos héroes incluían a Muddy Waters y Robert Johnson, y alguien que idolatraba a Jimi Hendrix incluso cuando trató de rivalizar con él a fines de los años 60″, consigna un artículo en el sitio The Quietus.
“Mantener a Gran Bretaña blanca” (”Keep Britain white”), era, en tanto, un lema que en ese momento promovía el Frente Nacional (NF) de extrema derecha en Inglaterra. Un lema que recuerda algunos sloganes políticos usados en años recientes por candidaturas políticas nacionalistas y populistas.
Según la historia oficial, fue ese discurso de Clapton en Birmingham el principal catalizador para la creación de Rock Against Racism (Rock contra el Racismo o RAR), un movimiento cultural y político que nació ese año y se mantuvo activo formalmente hasta 1982, como respuesta a los ataques racistas que se acrecentaban por esos días en las calles de Reino Unido, así como al auge del Frente Nacional en las elecciones.
Si bien los dichos de Bowie en favor del fascismo también incidieron en la gestación del colectivo RAR, así como el uso de imágenes relacionadas con la iconografía nazi por parte de artistas punk como Sid Vicious y Siouxsie Sioux, fue el Clapton-gate el que impulsó la gestación del colectivo, cuyos fundadores - Red Saunders, Roger Huddle, Jo Wreford y Pete Bruno- enviaron días después del concierto una carta a la revista NME en respuesta a “Mano lenta”, los que calificaron de “repugnantes” e incoherentes con la popular versión que este grabó de de I shot the sheriff de Bob Marley.
“Cuando leí sobre el concierto de Eric Clapton en Birmingham, donde pidió apoyo para Enoch Powell, casi vomité”, comenzaba diciendo la carta. “¿Qué está pasando, Eric? Tienes un daño cerebral. Así que vas a representar a MP y piensas que estamos siendo colonizados por negros. Vamos ... has estado tomando demasiado de esas cosas del Daily Express, sabes que no puedes con eso. Confiesa. La mitad de tu música es negra. Eres el colono más grande de la música rock. Eres un buen músico, pero ¿dónde estarías sin el blues y el R&B? Tienes que luchar contra el veneno racista, de lo contrario degenerarás en la cloaca con las ratas y todos los hombres del dinero que estafaron la cultura rock con sus talonarios de cheques y basura de plástico. El rock fue y puede ser una verdadera cultura progresista, no una pesadilla de basura mediocre que se envía por correo. Mantén la fe, blanco y negro unidos y lucha. Queremos organizar un movimiento de base contra el veneno racista en la música rock”.
Rock Against Racism recibió cientos de respuestas a esa misiva y se constituyó formalmente gracias a ese episodio. A partir de entonces, el movimiento empezó a hacer conciertos abiertos al público en distintos puntos de Londres para promover sus ideas -el primero de estos en noviembre de 1976-, creó su propio fanzine y sumó aliados ilustres de la escena rockera y punk de aquel entonces, como Gang of Four, The Clash, Elvis Costello, The Jam, X-Ray Spex, The Specials, Buzzcocks, The Fall y Graham Parker, entre otros.
Muchos de ellos participaron en los masivos carnavales que RAR comenzó a organizar en ciudades como Manchester, Liverpool y Londres, donde el movimiento fue creando células con nuevos adherentes. Y aunque el colectivo se fue diluyendo con el correr de los años, dio pie a organizaciones similares -como Rock contra el Sexismo- y tuvo un resurgir a inicios de este siglo, cuando en 2002 un grupo de personas preocupadas por el nuevo auge resurgimiento del nacionalismo y el racismo en Reino Unido, organizaron un nuevo grupo, Love Music Hate Racism (uno de los lemas de RAR), presentado en un concierto en el Astoria en Londres con Mick Jones, Buzzcocks y The Libertines.
Clapton, por su parte, se ha mostrado arrepentido de lo ocurrido esa noche de 1976 con el paso del tiempo, aunque su mea culpa nunca ha sido determinante y sus explicaciones, algo ambiguas. En una entrevista de octubre de 1976 con la revista Sounds confesó que no “sabía mucho sobre política” y sobre su discurso anti inmigración declaró: “No sé qué me pasó esa noche. Debe haber sido algo que sucedió ese día, pero salió en esta cosa confusa”. Eran días en que el músico le daba duro al alcohol y ha tratado de sacársela por ahí. “Dije cosas ofensivas, era una persona desagradable”, dijo hace algunos años.
Pero 2004, con la revista Uncut, el guitarrista volvió a defender a Powell -que murió en 1998- y lo calificó como una persona “escandalosamente valiente “. Tres años después en The South Bank Show dijo que no era racista pero que aún creía que los comentarios de Powell eran “relevantes”.
Una polémica que vuelve a reflotar por estos días, en que Clapton es cuestionado por sus pares y por la prensa musical del Hemisferio Norte, a causa de sus canciones y comentarios contra las cuarentenas y la vacunación contra el Covid-19, además de una comentada foto que se tomó tiempo atrás con el gobernador de Texas, Greg Abbott, conocido por su férrea oposición al aborto y al matrimonio homosexual.
Por de pronto, el bluesman ya perdió algunos amigos, incluyendo uno de sus aliados históricos, el guitarrista Robert Cray, quien se alejó del músico y se bajó de la gira que tenían planificada en conjunto, decepcionado -según reconoció- por los dichos del artista y luego que este comparara las políticas de restricción de desplazamiento para controlar la pandemia con la esclavitud.