El arrojo para conducirse a través de una cuerda floja y no caer. Es una de las imágenes a las que recurre el actor Jonah Hill para describir el trabajo de su último socio creativo, el director y guionista Adam McKay. El mismo que en sus inicios fue responsable de títulos como El reportero: La leyenda de Ron Burgundy (2004) y Hermanastros (2008), y que en su nuevo largometraje sale al paso de la emergencia del cambio climático y la crisis global de la política, elaborando una sátira con un elenco estelar.
“Creo que es casi imposible y lo logró”, dice Hill en una conferencia de prensa a la que asiste Culto. “Tomar cosas que son aterradoras y usar la comedia para tal vez hacerlas digeribles, agradables o entretenidas, de alguna manera. Así que me pareció que toda la película era aterradora e hilarante”.
En la historia de No miren arriba (estreno este viernes 24 en Netflix y ya en Cine Arte Normandie y Cine Arte de Viña del Mar), el actor de El lobo de Wall Street encarna al jefe de personal de la presidenta de Estados Unidos, Janie Orlan (Meryl Streep). Una mandataria que desoye el alarmante mensaje que tienen dos astrónomos (Jennifer Lawrence, Leonardo DiCaprio): un enorme cometa caerá cerca de la costa de Chile y generará un impacto devastador en el planeta.
Luego de brindar una mirada corrosiva a la crisis financiera de 2008 (La gran apuesta, 2015) y a la administración Bush (El vicepresidente, 2018), la cinta parece un paso lógico para las inquietudes de su director. En esta oportunidad, la amenaza del cambio climático, reconoce Mckay durante la misma instancia, puede ser algo abrumador, incluso paralizante. “Pero si eres capaz de reír, eso significa que tomas cierta distancia, y creo que eso es realmente importante. Puedes sentir urgencia, puedes sentir tristeza y puedes sentir la pérdida, al mismo tiempo que tener sentido del humor”.
“Después de los últimos cinco o diez años locos que hemos tenido en todo el planeta, pensé, ‘Dios ¿no sería bueno reírse un poco de esto y tocar otros sentimientos?”, señala el cineasta, junto con llamar a la risa “un gran unificador” que “no es una cuestión política”.
De paso, la cinta permite que DiCaprio se acerque a través de la comedia a un área en que se ha involucrado como activista desde fines de los 90. “He estado buscando una película sobre este tema durante décadas. Es un problema ante el que todos se preguntan: ¿qué tipo de diferencia podemos hacer? ¿Qué podemos aportar a esta causa? Y Adam realmente descifró el código con esta narrativa”, explica el intérprete.
“Creo que es probablemente el tema más importante del que todos podríamos estar hablando de forma regular. Y se necesitan artistas como él para cambiar la narrativa, para generar conversación, y es un honor ser parte de ella”, agrega.
La base del filme –dos expertos en la materia que descubren el inminente desastre y no cuentan con respaldo por parte de las autoridades– opera como ácida crítica a la creciente desconfianza que se ha instalado en ciertos sectores en contra de la ciencia, desde incluso antes de la aparición del Covid.
“Es tan triste y frustrante ver a personas que han dedicado su vida a aprender la verdad, ser rechazadas porque a la gente no le gusta lo que la verdad tiene que decir”, apunta Jennifer Lawrence, cuyo personaje (Kate Dibiasky) entrega su nombre al cometa que se estrellará en la Tierra.
Ni ella ni el científico al que da vida DiCaprio son tomados en serio una vez que ingresan al Salón Oval, donde los recibe una presidenta que evoca a Donald Trump y es interpretada por Meryl Streep. “Hay tantas personas absurdas que se han ubicado en lo público recientemente”, dice la actriz sobre un papel, cuya fin es “amasar poder, dinero, más poder y más dinero”.
En lo más personal, el rodaje de la película –en plena pandemia– también semejó una catarsis para parte de los involucrados. “Fue increíble reír, reflexionar y crear algo en un momento el que todos estaban encerrados en sus casas. Fue emocionalmente significativo para mí”, concluye Jonah Hill.