En enero de 2017, Meryl Streep recibió un premio a la trayectoria en los Globos de Oro, pero el hito fue eclipsado con un largo discurso con enemigo lógico, aunque nunca fue mencionado: Donald Trump, elegido sólo meses antes Presidente de Estados Unidos.
“Hubo una actuación este año que me sorprendió”, fueron las palabras con que la actriz realizó una suerte de preámbulo de su queja, al aludir al propio empresario, cuando meses antes en un discurso se burló de Serge Kovaleski, periodista discapacitado de The New York Times. Trump, en esa ocasión, hizo gestos para imitar los movimientos del profesional, además de doblar las muñecas y hacer contorsiones con el rostro.
En su discurso, la actriz siguió: “Esa actuación no me sorprendió porque fuera buena. No había nada bueno en ella. Pero fue eficaz y cumplió su función. Hizo reír a su público objetivo... y mostrar los dientes. Fue ese momento en que la persona que podía sentarse en el asiento más respetado de nuestro país imitó a un reportero discapacitado, alguien a quien superaba en privilegio, poder y en la capacidad de responder. Ese instinto de humillar, cuando es ejercido por alguien público, poderoso, se filtra en la vida de todos, porque da permiso a otros para hacer lo mismo”.
La intérprete sacó aplausos. Y para rematar, dijo que no se retrocedería ni un milímetro en lo avanzado en temas de derechos de la mujer y de las disidencias sexuales.
Hace muy poco, Streep pudo saltar de trinchera y personificar al mismo objeto de su odio y rechazo. Al propio Trump, aunque también sin mencionarlo. A un líder negacionista, que no confía en la ciencia y que ocupa cualquier truco para aferrarse al poder.
En No Miren Arriba, la recién estrenada película de Netflix, encarna a Janie Orlean, mandataria de Estados Unidos que tiene sobre sus hombros la misión de escuchar a dos astrónomos que la alertan sobre un cometa que chocará con la Tierra y que en seis meses arrasará con toda la raza humana.
Al principio, Orlean no lees cree nada. Luego, cuando ve que puede ser una herramienta para aumentar la popularidad -sobre todo de cara a las elecciones legistaltivas- y para camuflar algunos escándalos personales, abraza el evento científico y se pone a trabajar para frenar la hecatombe inminente.
Pese a lo que pudiera parecer, la tres veces ganadora de un Oscar ha dicho que el reto de interpretar a una réplica femenina de Trump no fue fácil, esencialmente por un factor temporal: las grabaciones de la película fueron en pandemia, cuando ella estaba totalmente paralizada, sin establecer relaciones sociales y casi “había olvidado actuar”.
En conversación con Entertainmet Weekly, comentó: “Me resultó muy difícil. Me sentía rara en el encierro. No hablaba con nadie en tres semanas. Pero cuando llegamos al set fue como ‘póngase la peluca, las uñas, el traje, y pronuncie su discurso para mucha gente. Olvidé cómo actuar, olvidé lo que estaba haciendo. De alguna manera desmantela tu humanidad estar aislado así. Pero gracias a Dios por Jonah, porque nos hizo reír”.
Su alusión es a Jonah Hill, actor que interpreta a su hijo y una suerte de asesor presidencial.
De hecho, una de las primeras imágenes que debió grabar la actriz fue su aparición como presidenta ante cientos de personas cuando en cadena nacional detalla el plan para ir contra el cometa fatídico. “He estado en cuarentena por mucho tiempo y mi primera escena en la película fue entrar a un estadio lleno de 20 mil personas, poner ahí mi cara, era un desafío muy grande. No podía recordar nada”.
“Obviamente no había 20 mil personas. Había mucho menos. La edición después hizo su trabajo. Pero fue muy extraño e inquietante volver a grabar”, calificó la norteamericana en la misma conversación.
Pese a lo intenso de su regreso a las pistas, Streep no ha aprovechado la promoción de la película para “repasar” a Trump o arremeter contra su figura. Incluso pese a que el mismo republicano, tras la intervención de la artista en los Globos de Oro, la trató de una actriz “sobrevalorada”.
Simplemente ha comentado que la inspiración para el personaje de Orlean lo tomó “de muchos lugares y personajes”. Luego siguió: ““Hay muchas personas en puestos públicos que tienen mucho que ver. Ha sido divertido ir poniendo en este personaje características de todos esos y sus apetitos de tener mucho poder, dinero, más poder y más dinero. Y luego un pelo fantástico y las uñas perfectas. Desafortunadamente eso lo estamos pagando ahora, para ser un representante público tienes que hacer muchos sacrificios y no todo el mundo puede hacerlo. Necesitamos a esa gente más que nunca”.
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