“No quiero que me lloren cuando me vaya a la eternidad. Quiero que me recuerden como la misma felicidad”. Así plasmaba sus deseos póstumos Roberto Sánchez Ocampos -más conocido como Sandro- en su hit Una muchacha y una guitarra. Feliz o no, lo cierto es que el argentino triunfó en la escena musical argentina, siendo reconocido hasta hoy como uno de los artistas latinoamericanos más revolucionarios y arrolladores de todos los tiempos.
Tras varios años reversionando clásicos del rock anglosajón al español, en 1963 grabó los primeros temas de su autoría. Ese sería el inicio del despegue de su carrera. Al poco tiempo, la crítica argentina lo apodó como el Elvis criollo, en base a su performance energética y cargada de movimientos pélvicos que caracterizaron su estilo sobre los escenarios.
Cinco años después, con éxitos bajo el brazo como Porque yo te amo y Como lo hice yo, Chile vivió el primer arribo del cantante argentino, quien volvió a pisar territorio nacional varios años después, en 1975. Ambas visitas fueron en el Festival de Viña del Mar y quedaron catalogadas como dos presentaciones históricas del evento viñamarino. Inolvidables y rotundas.
Pese a que el año 1968 la principal transmisión del certamen estuvo a cargo radioemisora Minería, existen algunos registros audiovisuales del debut de Sandro en Viña. Aunque los videos no gozan de buena calidad, sí queda claro el fervor que su presentación generó en la Quinta Vergara. El argentino lucía sus pasos sensuales en medio de gritos y aplausos del público, que no escatimó en ovaciones, las que reafirmarían la fama incipiente del gitano en nuestro país.
Para esa presentación, el Gitano compartió escenario con artistas como el mexicano Armando Manzanero y el cuarteto chileno de la Nueva Ola, Los Bric a Brac. La llegada de Sandro al escenario viñamarino sucedió el mismo año en que César Antonio Santis tuvo su debut como animador del festival con sólo 21 años, siendo uno de los presentadores más jóvenes de la historia.
Aunque fue su primera presentación en Chile, Sandro ya venía con una maleta cargada de logros y reconocimientos. El mismo año de su presentación en la Quinta Región, el cantante lanzó uno de sus discos más exitosos y recordados: Una muchacha y una guitarra. Además, el año anterior se coronó como el ganador del Festival de Buenos Aires con la canción Quiero llenarme de ti. Y en su filmografía ya figuraban cuatro películas: Convención de vagabundos; Tacuara y Chamorro, pichones de hombres; Quiero llenarme de ti y La vida continua.
Ídolo salvaje
Siete años más tarde, en 1975, fue la segunda visita de Sandro al certamen viñamarino, ya consolidado como un cantante reconocido internacionalmente y encabezando la lista de artistas de la XV versión del Festival, que también incluyó a cantantes de la talla de Camilo Sesto y Jeannette. Para su retorno a Chile, el argentino venía de grabar cerca de seis discos nuevos, además de protagonizar más de ocho películas –como Gitano y Embrujo de Amor-, que terminaron de subrayar su condición de ídolo.
Al bajarse del escenario, fue el mismo cantante quien declaró tener una relación especial con la fanaticada chilena, la que el definía como una “electricidad” que el público le transmitía. “Yo creo que hay ondas. Esto es como el pingpong, uno lanza una bola y el público te la devuelve. Te das cuenta de que se va calentando el juego y se crea una especie de corriente eléctrica, exactamente”, declaró frente al micrófono de Canal 13.
Sin embargo, el último show de Sandro no sólo quedó en la historia como una de las presentaciones más exitosas del festival, sino que marcó un hito para la TV chilena de esos años.
En medio de experimentaciones con la tecnología de punta de la época, Televisión Nacional (TVN) logró el primer registro televisivo a color de la historia de Chile. Con cintas de dos milímetros que actualmente se guardan en las instalaciones del canal público, el concierto de Sandro de América se coronó como la primera presentación del festival grabada a todo color. Gracias a ello, hoy es posible disfrutar de uno de los shows más recordados del Festival de Viña del Mar de la forma más fidedigna posible a cómo lo presenciaron los espectadores instalados en la Quinta Vergara.
El año 2011, a casi un año de su muerte provocada por un shock séptico a los 64 años, el Festival de Viña realizó un homenaje para el fallecido cantante, que contó con la presencia de su viuda, María Olga Garaventa. En dicha ocasión, el público chileno despidió al cantante a través de las voces de Camila Silva y Andrés Olivos, vocalista de Los Difuntos Correa, dando el broche de oro a la relación entre Sandro de América y sus fanáticos nacionales.