Un compositor de película: John Williams, un viaje a través de sus bandas sonoras
A partir del 13 de enero, el Teatro Municipal de Santiago ofrecerá una serie de conciertos que mostrarán varias de las mejores obras de Williams. En Culto repasamos la carrera de uno de los compositores más importantes de la historia del cine, responsable de inolvidables musicalizaciones como Tiburón, La guerra de las galaxias e Indiana Jones.
Febrero de 1937. Un pequeño John Williams, con cinco años apenas recién cumplidos, daba sus primeros pasos en las técnicas del solfeo y el dominio del piano. Nació y creció en un mundo lleno de música. Su padre fue un importante percusionista de jazz que llegó a ser parte de la 20th Fox Orchesta. Así, desde la ciudad de Los Ángeles se cimentaría la carrera de uno de los compositores más importantes en la historia del cine, ganador de cinco premios Oscar y merecedor de 52 nominaciones de la Academia, superado sólo por las 59 obtenidas por Walt Disney.
Sobre John Williams pesa la mística de ser considerado el hombre que cambió el paradigma de las bandas sonoras: además de ser la mente detrás de recordadas melodías que se han instalado en el inconsciente colectivo de nuestra época, logró nada menos que 4 millones de copias vendidas de la edición discográfica de la banda sonora de La guerra de las galaxias, en una época donde era impensado tal éxito comercial para la musicalización de una película. De esta forma, Williams se consagró definitivamente como el compositor más relevante de la industria cinematográfica.
Su carrera musical estuvo influenciada no sólo por su padre, sino también por su paso en la banda de la Fuerza Aérea estadounidense, donde participó tras ingresar al servicio militar en 1951. Aunque partió como pianista, terminó incluso dirigiendo y creando arreglos musicales para la banda. Allí adquirió el conocimiento sobre los ritmos bélicos y marciales que inspirarían varias de sus composiciones, como The imperial march, uno de sus temas más recordados, conocido también como el tema de Darth Vader.
Tras cumplir su tiempo en la milicia, Williams dedicó sus noches libres a trabajar tocando en clubes nocturnos de jazz en Nueva York. Tras volver a Los Ángeles comenzó su carrera en los estudios cinematográficos, pero lejos de la composición. Su participación en los primeros proyectos estuvo avocada al piano, y fue parte de reconocidas películas de los años cincuenta y sesenta, entre las que destacan Los siete magníficos (1960) y Matar a un ruiseñor (1962), del compositor Elmer Bernstein.
Luego de un par de años componiendo para series televisivas, Williams dio el salto a la industria del cine con Daddy-O, un filme de serie B estrenado en 1958 y dirigido por Lou Place. Pero la consagración llegaría en los años 70, cuando el compositor se hizo de su primera estatuilla de los Oscar al ganar en la categoría de Mejor banda sonora original con la película El violinista en el tejado (1971), dirigida por Norman Jewison.
Con Spielberg al estrellato
“Probablemente soy la única persona que puede presumir de haber colaborado con John Williams exactamente la mitad de su vida. Tengo que decir, sin lugar a dudas, que John Williams ha sido el contribuyente más importante a mi éxito como cineasta”. Así se refería el director Steven Spielberg el año 2012 sobre su amigo y colaborador de tantos años, en el marco de uno de los muchos homenajes realizados al compositor.
Trabajaron juntos por primera vez en 1974, con Loca evasión, el primer largometraje del director. De esta forma marcaron el comienzo de una relación colaborativa que llevó a que Williams compusiera la banda sonora de 28 de las 34 películas dirigidas por Spielberg. El éxito para ambos llegó de la mano de Tiburón, en 1975: no sólo arrasó en la taquilla –siendo la película con mayor recaudación hasta la llegada de La guerra de las galaxias unos años después, sino que fue la banda sonora que le valió a Williams su segundo Oscar.
De la mano de Spielberg, el compositor ganó tres de sus cinco estatuillas a mejor composición original. Además de Tiburón, el pianista se llevó los premios por E.T (1982) y La lista de Schindler (1993). Los otros dos galardones de la academia obtenidos por Williams fueron gracias a la banda de El violinista en el tejado y La guerra de las galaxias: episodio IX – Una nueva esperanza (1997).
El lado B de Williams
Si bien su fama y prestigio mundial se deben a su desempeño como compositor de bandas sonoras, no toda la carrera musical de Williams ha estado dedicada a la musicalización de películas. En su extenso currículum versan también varias obras más bien personales y que, sin embargo, no han obtenido el mismo reconocimiento que sus composiciones cinematográficas.
Entre sus obras de corte autoral se encuentran Concierto para flauta y orquesta, escrito en 1968 y estrenado en 1981; y Concierto para violín, escrito en 1976 en memoria de su esposa fallecida un par de años antes.
Aunque sus primeras dos obras fueron catalogadas de experimentales por parte de la crítica especializada de la época, el resto de sus trabajos en solitario estuvieron más en la línea del estilo alcanzado por Wiliams en sus composiciones para el cine, donde destacan Concierto para clarinete y orquesta y Fanfarria de la libertad, escrita en 1986 para el centenario de la Estatua de la Libertad.
Otro lado menos conocido del pianista es su participación como compositor de los temas principales de los Juegos Olímpicos de 1984 en Los Angeles; de 1988 en Seúl; y de 1996 en Atlanta, todas fanfarrias que acompañaron las respectivas inauguraciones de las olimpiadas más importantes del mundo.
La vida de John Williams está cargada de éxitos tanto dentro como fuera de la gran pantalla. En febrero próximo, el compositor cumplirá 90 años. Nueve décadas de melodías que quedarán para la posteridad, reafirmando en la historia su condición de ser uno de los más grandes compositores del séptimo arte.
*La Orquesta Filarmónica de Santiago presentará la cita donde revivirá en concierto la música de John Williams este 13, 15, 16, 18 y 19 de enero de 2022, bajo la dirección de Pedro-Pablo Prudencio.
Entradas desde $3.000 y se pueden conseguir en la página web del teatro.
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