La trilogía de secuelas de Star Wars todavía tenía pendiente su resolución cuando Lucasfilm fichó a Jon Favreau. Se había estrenado El despertar de la fuerza (2015) y Los últimos jedi (2017) venía de polarizar a los fanáticos, cuando en marzo de 2018 el estudio decidió apostar por la contratación del director de Iron Man y Zathura: Una aventura espacial para que escribiera The Mandalorian, la primera serie con actores de la franquicia.

La fanfarria de la saga creada por George Lucas siempre ha estado en la pantalla grande, por lo que lo más simple era observar esa producción televisiva con interés pero como un intento más modesto que lo que podían deparar las aventuras de Rey, Poe y Finn, que se esperaba tuvieran una resolución mínimamente satisfactoria en su episodio final (spoiler: no ocurrió con El ascenso de Skywalker).

Foto: © 2021 Lucasfilm Ltd. & ™. All Rights Reserved.

Ambientada cinco años después de la caída del Imperio en El regreso del jedi (1986), The Mandalorian terminó semejando un milagro para los fanáticos de la franquicia nacida en los 70. Presentó como protagonista a un personaje nuevo –aunque parte de un linaje del que se habían hecho referencias en los filmes– que completa misiones para el mejor postor, hasta que se encuentra con una criatura que decide proteger como si fuera un hijo propio (llamada inicialmente The Child y luego Grogu).

Con una narración influida por el western y el cine de samuráis, esa premisa fue la excusa perfecta para que la historia mostrara una parte diferente de la galaxia muy muy lejana –más sucia, sin leyendas sobre elegidos, donde sobrevivir es una proeza diaria– y encantara a los seguidores con el regreso a planetas y personajes ya conocidos a partir de las anteriores cintas. La serie protagonizada por Pedro Pascal no está inventando la rueda, pero saber escoger sus ingredientes y cocinarlos en el punto exacto.

Además de alcanzar altas cotas de emoción, el desenlace del segundo ciclo presentó algo inesperado: una nueva serie llamada The book of Boba Fett anunciada para diciembre de 2021. Ahora interpretado por Temuera Morrison (Jango Fett en las precuelas), el cazarrecompensas que participó en la trilogía original fue traído de regreso en The Mandalorian en el memorable sexto episodio de la temporada dos dirigido por Robert Rodriguez y acompañó al protagonista hasta el final. Pero Lucasfilm observó más potencial en ese retorno, suficiente como para armar una producción aparte centrada en él y en Fennec Shand (Ming-Na Wen), su dupla de fechorías.

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La nueva ficción encuentra a Fett instalado en el trono de Mos Espa en el planeta Tatooine, el mismo que antes ocuparon Jaba y posteriormente su mayordomo, Bib Fortuna. Es evidente que en esa nueva posición tiene problemas para ejercer su poder, sobre todo si quiere gobernar “con respeto” y no “con miedo” como quienes lo precedieron. Pero para la serie ese esquema en el presente es tan importante como intentar explicar qué ocurrió con el personaje después de aparentemente haber muerto en El regreso del jedi.

De ahí que la historia se abra a extensas secuencias situadas en el pasado, cuando fue prisionero y luego trabajó a la par con los moradores de las arenas, según se revela aquí por primera vez. Aún está por resolverse cómo ambas líneas temporales confluyen y adquieren sentido en la lógica de la producción creada nuevamente por Jon Favreau, pero los dos primeros capítulos resultaron dispares al aplicar esa dinámica. El episodio uno, notoriamente más flojo, abusó de ir y volver entre uno y otro punto, mientras que el segundo, además de tener escenas de acción más contundentes, presentó una narración más ordenada.

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Fuera del equilibrio que alcance la serie en ese punto a lo largo de su temporada de siete episodios, los ejes que conducen a la ficción no son demasiado diferentes que los que convirtieron en un éxito a The Mandalorian: expandir el universo a costa de regresar a territorios familiares de la saga y recuperar la tradición de Star Wars como una montaña rusa de diversión, pero indagando en zonas más duras y viscerales.

Es lo que probablemente quede esperar de todos los proyectos ya anunciados para Disney+ (los más inminentes son Obi-Wan Kenobi y Andor, sobre los papeles encarnados antes por Ewan McGregor y Diego Luna, respectivamente), historias que se instalan en una línea temporal ya abarcada por algunas de las películas previas que, bajo una apuesta consistente pero sin aspiración de reinventar la franquicia, convencen a los fanáticos decepcionados con las últimas décadas de la saga.