Corría la década del 60 y el movimiento hippie comenzaba a tomar cada vez más relevancia. En Estados Unidos, iba camino a convertirse en una corriente juvenil masificada que en 1969 constataría su envergadura a través de uno de los eventos musicales más importantes de todos los tiempos. Woodstock marcaría un antes y un después en la historia de los festivales musicales.
Un par de años antes, en 1967, un joven Michael Lang de 23 años abandonaba la Universidad de Nueva York para asentarse en Coconut Grove, Florida, para instalar allí una tienda de artículos relacionados al consumo cannábico. Poco tiempo pasaría para que la carrera de Lang diera un giro hacia el negocio de la música.
En 1968, tras producir varios eventos musicales en el circuito de Miami, produjo, junto a Marshal Brevetz, el festival Pop & Underground de ese año, que en su primer día convocaría a cerca de 25 mil personas. Jimi Hendrix, Frank Zappa y John Lee Hooker fueron algunos de los reconocidos artistas que conformaron la parrilla del evento.
Pero el punto de inflexión en la carrera de Lang llegó un año después, en 1969, cuando su camino se cruzó con el de Artie Kornfeld, John P. Roberts y Joel Rosenman. El encuentro sería decisivo para la creación de Woodstock, uno de los hitos más importantes no sólo de sus carreras, sino que de la historia de la música contemporánea.
Woodstock, la veta del financiamiento y la utopía
En el comienzo de lo que sería un año convulsionado por sucesos históricos como la llegada del hombre a la luna y la guerra de Vietnam, dos amigos, John P. Roberts y Joel Rosenman, se presentaban en un anuncio del The Wall Street Journal como “dos jóvenes con capital ilimitado en busca de oportunidades de inversión y otras propuestas de negocios”. Entre medio de las casi 5 mil respuestas obtenidas estaba la de Lang y Kornfeld, cuya idea original era la fundación de Media Sounds, un estudio de grabación ubicado en la ciudad de Woodstock.
Por esos días, la idea de un gran festival que celebrara los movimientos sociales de la década ya rondaba en las cabezas de Lang y Kornfeld, mientras que los otros dos socios buscaban, inicialmente, generar recursos con la producción de algún programa televisivo. Pero la propuesta sobre Media Sounds captó el interés del grupo, que comenzó a pensar en cómo conseguir financiamiento. Y qué mejor forma de ganar capital que a través de un concierto masivo que reuniera a los artistas más importantes del momento.
Sin embargo, el festival de Woodstock terminó siendo un fracaso en términos financieros. La empresa creada para su organización, llamada Woodstock Ventures Inc., recibió la negativa de varios municipios, que rechazaron la idea de congregar a 50 mil hippies en sus dependencias. El único lugar dispuesto a albergar el proyecto fue el campo de Max Yasgur, dueño de 250 mil hectáreas en el sector de Bethel, a pocos kilómetros de Woodstock. El precio fue 50 mil dólares, más otros 75 mil destinados a la restauración del lugar una vez concluido el festival.
Además, los organizadores tuvieron que considerar un sueldo lo suficientemente contundente como para llamar la atención de los artistas que más sonaban en ese tiempo. El monto pactado fue de 15 mil dólares para cada uno. Así, la parrilla quedó compuesta por nombres de la talla de Jimi Hendrix, Janis Joplin, Creedence Clearwater Revival y Santana.
Pese a que el festival fue concebido como una empresa con fines de lucro, las proyecciones iniciales de los organizadores distaron de lo que terminó siendo el evento. Las entradas tuvieron el valor de $18 dólares por adelantado y $24 en la puerta, y fueron comercializadas en tiendas de discos del área metropolitana de Nueva York y por correo a través de la Radio City Station. Y aunque se había anticipado la asistencia de 50 mil espectadores, se vendieron cerca de 186 mil entradas anticipadas, más del triple estimado inicialmente.
Finalmente, Woodstock terminó siendo un festival gratuito casi por accidente. A menos de una semana del comienzo del recital, los cuatro jóvenes fueron notificados de que no se lograrían cumplir los plazos en la instalación de la infraestructura. Así las cosas, tuvieron que escoger entre el término de la construcción del escenario o la instalación de las barreras de seguridad. Sin mucho margen de elección, se inclinaron ante la primera opción. De esta forma, una masa de medio millón de hippies, con y sin entrada, se instalaron en el campo de Yasgur exentos de mayores inconvenientes
El desorden administrativo se tradujo en once años de endeudamiento personal por parte de los jóvenes productores. El éxito cultural de Woodstock se transformó en un desastre financiero que los llevó a vender los derechos de los registros audiovisuales a los estudios de Warner Bros, en cuyo equipo de grabación estaba nada menos que Martin Scorsese, de la mano de quien Woodstock recibiría en 1970 el Oscar a mejor documental bajo el título de Woodstock: tres días de paz y música. Mientras que Warner recaudaba más de 500 millones de dólares sólo con la película, Wodstock Ventures Inc. logró liquidar sus deudas recién en 1980.
Aunque con menos éxito, hubo dos intentos por emular el éxito alcanzado por la primera versión del megaconcierto en 1969. La segunda fue la más polémica: bautizada como Woodstock 99 y apoyada por la emisora MTV, dejó que hablar no sólo por las altas temperaturas, sino también por los precios elevados del consumo al interior del recinto, la falta de baños para cubrir la demanda de público y los hechos de violencia y destrozos generados en el marco de varias presentaciones, entre ellas, la del grupo estadounidense, Limp Bizkit.
Más allá de Woodstock
Aunque fue el hito más importante de su carrera, el currículum de Lang no se limita sólo al histórico festival. A fines de 1969, los Rolling Stones y The Grateful Dead le solicitaron personalmente su ayuda para reubicar el Concierto de Altamont, que en último momento se quedó sin un sitio donde llevarse a cabo. Sin embargo, el cambio de lugar trajo bastantes problemas técnicos e incluso culminó con varios incidentes, entre ellos, la golpiza que dejó inconsciente al músico Marty Balin y la muerte de Meredith Hunter, quien murió apuñalada tras precipitarse al escenario con una pistola en medio del concierto de los Rolling Stones.
Pero gran parte del desarrollo profesional de Lang se dio en Just Sunshine Records. Produjo y lanzó cerca de 40 álbumes de artistas como Betty Davis, Karen Datlon y los españoles El Último de la Fila. También fue mánager de Joe Cocker, con quien se conoció en la primera versión de Woodstock, manteniendo una relación contractual que duró más de 20 años.
También incursionó en el mundo cinematográfico como productor asociado en la película Bottle Rocket, dirigida por Wes Anderson y estrenada en 1996.
Sus últimos años estuvieron abocados en su empresa The Michael Lang Organization (MLO), donde siguió la senda de la producción de eventos en vivo, además de la producción cinematográfica y la gestión de artistas. Sin embargo, su último gran proyecto en vida no logró llegar a buen puerto.
La organización del aniversario número 50 de Woodstock buscaba revivir la épica del primer festival. Sin embargo, tras la cancelación de dos lugares para llevar a cabo el festival en Nueva York, la baja de varios artistas de la cartelera –como Miley Cyrus y Jay-Z–, y problemas en el financiamiento, Lang tomó la decisión de desistir a la idea. El concierto estaba programado para realizarse del 16 al 18 de agosto del 2019, pero nunca pudo llevarse a cabo.
En julio del año pasado, al plataforma HBO+ estrenó un documental que muestra la historia detrás de la organización del polémico Woodstock 99. El filme, disponible en el sitio de la emisora, cuenta con la participación de Lang, es una de los últimos registros del productor en vida.