Tocó el cielo y mordió el polvo. El envidiable éxito de Sexto sentido (1999) abrió un periodo dorado en su filmografía; luego, entre 2006 y 2013, entre el debut de La dama en el agua y Después de la Tierra, encadenó cuatro cintas que hicieron dudar hasta al más incondicional de sus adeptos.
M. Night Shyamalan (Mahe, India, 1970) pasó de hijo pródigo a sobreviviente de Hollywood en menos de una década. Pero hoy, a sus 51 años, vuelve a disfrutar de una etapa dulce, coronada con el reconocimiento que le brindó el Festival de Berlín al elegirlo como presidente del jurado de la edición que comienza el 10 de febrero. “Un cineasta que se ha mantenido fiel a su visión”, lo celebró el encuentro. Sigue siendo el hombre que encantó con El protegido (2000), pero ha perfeccionado su técnica y es más astuto ante las trampas del medio. Un ejemplo: aunque le reportaría un caudal de dinero, se ha negado en más de una ocasión a hacerse cargo de una franquicia de superhéroes o de una saga ya establecida.
“He sido un inmigrante haciendo películas en el sistema de Hollywood. Siempre me sentí como un forastero. Nunca me sentí parte del sistema en absoluto. Sentí que tenía que abrirme camino en el sistema, que iba a haber mucha resistencia”, señala el realizador en el marco de una conversación en la que participa de Culto.
Es el mismo director que para financiar Los huéspedes (2015) pidió un préstamo de US 5 millones a su propio patrimonio, y que luego del arrastre del filme en las salas del mundo colgó en una pared de su productora una copia con los nombres de todos los ejecutivos que rechazaron la cinta. “No hay nada malo con las personas en esa lista. Mi trabajo es inspirarlos”, dijo alguna vez.
Shyamalan recondujo su carrera una vez que abrazó el thriller y el género sobrenatural como el corazón de su cine. Con Fragmentado (2016) alcanzó su cumbre reciente en la pantalla grande y lo propio ha hecho en televisión con Servant, la serie de la plataforma Apple TV+ que con apenas cuatro personajes y una sola locación se ha convertido en una de las ficciones más consistentes y divertidas del streaming.
“Es nuestra mejor temporada por muchas razones, pero creo que la audiencia la encontrará particularmente satisfactoria porque es muy visceral, es muy física”, sostiene el también productor en la previa al debut del tercer ciclo de la historia creada por Tony Basgallop, este viernes 21 en el servicio de streaming. Lo que en 2019 se presentó como la trama de un matrimonio (Lauren Ambrose, Toby Kebbell) que cubre la pérdida de su hijo recién nacido con una muñeca realista, a la que debe cuidar una joven niñera (Nell Tiger Free), en la tercera tanda de capítulos suma capas y giros retorcidos.
“Esta es la temporada en la que la serie se convierte abiertamente en (televisión de) género, comienza a moverse hacia el género de una manera completa y sin disculpas. Ver esa transformación creo que es emocionante e impactante”, explica. Ambientada en Filadelfia, donde ha situado gran parte de sus películas y él mismo vive desde hace años, la producción le permite desenvolverse a sus anchas, incluso si no está dirigiendo todos los capítulos y debe comandar a un grupo de cineastas, entre ellos el estadounidense Daniel Sackheim (Los archivos secretos X), la francesa Julia Ducournau (Titane) y la sueca Isabella Eklöf (Border).
-Muchas series pierden impulso cuando llegan a la tercera temporada. ¿Cómo se aseguran de que Servant no sufra eso?
Hemos tenido mucha suerte. Es por eso que tuvimos luz verde para la temporada cuatro: la audiencia sigue multiplicándose. De la primera temporada a la segunda esta se triplicó, en la medida que la han encontrado y la ha recomendado. La respuesta a tu pregunta es que es increíble la cantidad de integridad que hay en todo lo que hacemos. A los cineastas y a todas las personas con las que trabajamos les digo que somos fabricantes de sushi. Cómo hacemos el arroz, qué pescado elegimos, de dónde lo sacamos, todo tiene sentido, porque estamos en el juego de la resonancia. No quiero distraerte y hacerte sentir algo con contenido de azúcar.
“Creo en que el coeficiente intelectual del público es extremadamente alto. Para que ellos puedan sentir esto, yo pongo cada efecto de sonido, cada paso lo decido yo, nadie más. ¿Por qué estoy haciendo todo esto como si se tratara de sushi? Es porque creo que lo estás sintiendo y que hay una resonancia. No quiero ser transaccional. Quiero que lo sientas y lo recuerdes. He encontrado eso en el cine. Por eso tenemos una presencia muy fuerte en todos los países del mundo a partir de mis películas. Y me doy cuenta ahora con la serie que ustedes pueden notar la diferencia entre el arroz normal y el arroz hecho a la perfección”.
-Desde que se lanzó el primer ciclo de Servant, Ud. ha estrenado una película (Viejos, 2021) y ha escrito otra (Knock at the cabin, 2023). ¿De qué manera su rol como director de la serie ha influido en sus nuevos filmes?
Tuvo un gran impacto. Hay algo práctico, porque encontré muchos colegas al hacer Servant –editores, directores de fotografía, primer asistente de dirección– que utilicé en la serie y que ahora estoy utilizando en estas películas. Y más que eso, diría que trabajar con tantos directores y ver las fortalezas de ellos. Otros tienen más músculo que yo. Algunos de ellos son mejores con el misterio. Algunos son más atrevidos en sus movimientos de cámara. Todos me están enseñando cosas que puedo tomar. Me siento con la licencia para hacer más, porque he estado expuesto a observar esto desde el inicio. Es un hermoso detrás de escena con todos estos diferentes artistas de los que soy parte.
“Pero creo que uno de los grandes aprendizajes es que he estado pensando los episodios de Servant como secuencias de 30 minutos. Si miras los que he dirigido son una secuencia de 30 minutos. Luego dije: ¿si pensara esto como una secuencia de dos horas? El error en el que podría caer es que estoy haciendo muchas mini películas (separadas). Estoy haciendo cien pequeñas películas que están unidas entre sí, en lugar de ser un solo movimiento. Entonces, Servant realmente comenzó a hacerme pensar en términos de una secuencia, una secuencia larga de 30 minutos. Creo que eso lo ves en Viejos y su movimiento, y definitivamente también lo verás en este nuevo filme, que se siente como una secuencia”.