“Él tenía proyectos que quería hacer. Todos teníamos proyectos y él quería hacer cosas”.
Carlos Corales -guitarrista y una de las partes de Aguaturbia- suena emocionado al teléfono. Habla de Guillermo Rifo, percusionista, director orquestal, compositor, arreglador y académico, quien falleció este domingo 23 de enero. Juntos iniciaron proyectos musicales y siguieron viéndose como parte de la amistad que forjaron.
“A Guillermo lo conocí de hace tiempo. Nos conocimos grabando con unas niñas que se llamaban Frecuencia Mod. Él hizo los arreglos. Luego nos seguimos juntando e hicimos unos proyectos. Bueno, él los hizo y me invitó a participar”.
Uno de esos proyectos sería Latinomusicaviva en 1978, que se encargaba de mezclar el folclore con la música clásica y el rock. Ahí Rifo tocaba el vibráfono y componía junto a varios músicos.
“Él siempre estaba muy preocupado por la música. Aprendí todo el buen humor que tenía y que era importante. Para él era fácil hacer las cosas y te daba la oportunidad de explayarte. Era muy abierto con las ideas y trataba bien a la gente”. recuerda Corales.
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Con solo seis años, Guillermo Rifo inició su afición por la música. De acuerdo a una entrevista que el músico brindó al programa Arte-Facto, le gustaba quedarse hasta altas horas de la madrugada escuchando a las orquestas de Vicente Bianchi en Cooperativa, en una radio de tubos Emerson que le habían regalado sus padres.
“A los diez años empecé a obligar a mi madre, como buen hijo único, a que me llevara a los auditorios a ver estas cosas en vivo. Para entrar había que tener sobre quince años de edad o algo así pero el llanto de una madre hace milagros. Mi mamá sobornaba al tipo de la puerta y entrábamos igual”, decía en ese entonces.
Discípulo de Jorge Canelo, Rifo se desarrolló como percusionista por su necesidad de estar en contacto con la música. Inspirado en artistas como Duke Ellington y Lionel Hampton, el músico es considerado el “primer vibrafonista del jazz chileno” de acuerdo al portal musicapopular.cl.
Además de la interpretación, su vida se vio vinculada con la música en más de una arista. La docencia fue otra de sus pasiones, fundando en 1968 la carrera de percusión en la Pontificia Universidad Católica de Chile y más tarde en la de Valparaíso. También fue el cofundador de la Escuela Moderna de Música de la que fue director hasta hace un par de años.
“Bueno, yo de adolescente fui su alumno. Yo estuve estudiando en la UC y él impartía la cátedra de percusión entonces tengo hermosos recuerdos de maestro - alumno”, cuenta Sergio “Tilo” González, baterista y fundador de Congreso.
También recuerda con cariño a Guillermo Rifo. El instrumentista asegura que todavía puede ver al percusionista en la sala de clases donde, creando sus propios métodos de enseñanza, se encargaba de traspasar sus conocimientos.
“No habían todos los libros que hay hoy, entonces él escribía los métodos de lectura, percusión y ejercicios para cada nivel de estudiante”.
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Así mismo se desarrolló en la orquestación y arreglos musicales de diversos compositores chilenos. Uno de sus trabajos más conocidos fue la composición musical de El tiempo en las bastillas, ganadora del Festival de Viña del Mar junto al cantautor Fernando Ubiergo, con quien mantuvo una estrecha amistad hasta sus últimos días.
Se conocieron el año 1977 cuando Ubiergo solicitó a la disquera RCA Víctor que lo contactara para ser arreglista de su primer disco homónimo, lanzado el año 1978. En ese mismo período deciden competir en el festival que ganarían en febrero y siguieron trabajando en conjunto en otros proyectos del cantautor.
“Yo soy un músico intuitivo, no soy de academia, no estudié en conservatorio y cuando yo me sentaba con él y le decía que me imaginaba algo, él lograba no solo traducir lo que quería, si no que además hacía arreglos maravillosos con eso”.
Docente, músico y compositor, Guillermo Rifo (a quien todos se refieren como maestro) es recordado como un aporte a la música chilena. Para todos los entrevistados de este artículo sin embargo, este no recibió el reconocimiento suficiente. Carlos Corales destaca: “Él le subió el nivel a la música chilena. Es una lástima que no se le reconozca. Sería lindo que el Estado le reconociera toda la obra que hizo para todo el mundo.
Así mismo Ubiergo afirma: “El tuvo la gran virtud de transitar entre la música docta y popular. Para Rifo no existían las fronteras entre estas dos y trató con el mismo talento y dignidad a ambas. Mi tributo, mi gratitud, tristeza y esa sensación de gusto amargo de que nunca recibió el homenaje que se merecía en Chile”.