Lollapalooza se asesora con una epidemióloga y shows en Chile enfrentan incierto panorama
Ante el acelerado avance de los contagios y los retrocesos en las fases del plan Paso a paso, muchos productores ven con incertidumbre y preocupación lo que pueda suceder con los shows agendados en el corto plazo. Algunos han empezado a postergarse, aunque grandes instancias como Lollapalooza se mantienen sin grandes modificaciones y con asesoría de profesionales de la salud para que puedan cumplir con todas las normas exigidas.
“La situación actual de los conciertos en Chile es de muchísima complejidad”. Con esa frase lapidaria, Jorge Ramírez, gerente general de la Asociación de Productoras de Entretenimiento y Cultura (AGEPEC) -que agrupa a casi la mayoría de las compañías de conciertos del país- describe el escenario de incertidumbre que hoy enfrenta la música en vivo.
La acelerada escalada de los contagios por Covid-19 en las últimas semanas -con récords que se baten día tras día- y los retrocesos de fase en el plan Paso a paso en la capital han despertado las dudas en la industria en torno a que los recitales agendados en un plazo inmediato puedan materializarze con un aforo normal o que incluso derechamente puedan llevarse a cabo.
A eso se suma otro punto que los promotores subrayan con fuerza: desde hace ya un tiempo prolongado, la ausencia de protocolos claros y definidos por parte del gobierno para la realización de eventos musicales.
Hoy Santiago está en la fase 3 de Preparación y, de hecho, en el ítem en que se habla de “Actividades sin interacción entre asistentes” -apartado al que pertenecen los shows- sólo se menciona seminarios, ritos religiosos, público en recintos deportivos, cines, teatros y circos, sin aludir a la música en vivo.
En esa misma etapa - a la que toda la Región Metropolitana retrocedió el pasado 19 de enero-, se establece que los recintos pueden funcionar exigiendo pase de movilidad, pero a un 70% de su capacidad, en caso de ser abiertos, y a un 60% para aquellos cerrados.
Al interior del circuito el debate está abierto, existe “mucha preocupación” y no son pocos los que sienten que los recitales inminentes están en un limbo: en caso que los contagios sigan subiendo, ante otro eventual cambio de fase y sin trazados claros al respecto, muchos de ellos podrían empezar a cancelarse o postergarse.
En efecto, ya se han postergado algunos, buscando una fecha en que se proyecten mejores condiciones de toda índole para realizarlos y como una forma de hacer frente a lo que pudiese pasar en términos sanitarios en las próximas semanas. Por ejemplo, los espectáculos de despedida del español José Luis Perales en el Movistar Arena -fijados para el 1 y 2 de marzo- se mudaron en el mismo recinto para el 21 y 22 de abril.
Los nombres chilenos también han sido golpeados por el oscilante panorama. La banda Plumas -integrada por los hermanos Abel y Camilo Zicavo (Moral Distraída)- tenía amarrado su debut estelar en el Teatro Nescafé de las Artes para el pasado martes 25, pero antes los recientes números arrojados por el Covid-19, la venta de boletos se frenó y todo cayó en un limbo incierto que llevó a sus representantes a mover la instancia también para abril.
Guillermo Migrik, mánager de Plumas, comenta: “Como era un show tan importante para nuestra banda, el primero que dábamos, no podíamos arriesgarnos a que el día antes lo suspendieran o que pasara algo por el estilo. Decidimos prevenir y tomas las medidas necesarias. El panorama está complicado y no queríamos que esto entorpeciera el debut del conjunto”.
Asesorías y citas masivas
Y si los conciertos de aforos más acotados están lidiando con un futuro confuso, lo mismo sucede con las fiestas de naturaleza multitudinaria. La más inmediata es Lollapalooza, festival que se hará el 18, 19 y 20 de marzo en el Parque Bicentenario de Cerrillos. Hasta ahora, sus organizadores aseguran que el evento va sin grandes modificaciones, atendiendo a que cumplirán con todas las exigencias gubernamentales y que también esperan que a fines de marzo las circunstancias sanitarias sean más favorables.
Hoy la productora Lotus, encargada de la cita, trabaja con una epidemióloga para tratar en detalle todos los aspectos relativos al funcionamiento del espectáculo y para cubrir cualquier flanco relativo a las actuales coyunturas sanitarias. Al interior del mercado se comenta que, en el caso crítico y extremo de que Lollapalooza no pudiera montarse por tercer año consecutivo, las consecuencias serían dramáticas.
“Mantenemos permanente comunicación con las autoridades, apoyándonos con asesorías de expertos en epidemiología y otras organizaciones de salud y seguridad pública. Nuestra principal prioridad es la seguridad de todos, por lo tanto seguiremos las recomendaciones y pautas que la autoridad sanitaria disponga”, aeguran desde Lotus.
Desde la AGEPEC revelan que han sostenido reuniones tanto con autoridades del gobierno saliente como del gobierno entrante para tratar el tema de la reactivación de los eventos. De hecho, a fines del año pasado se vieron las caras con el comando de Gabriel Boric, con el objetivo de que el gobierno electo conociera las necesidades del rubro y la urgencia con que desean trabajar en ellas, luego de casi dos años paralizados.
“No hemos tenido respuestas claras de ambos lados”, califica Ramírez. Luego sigue: “Ha sido desesperanzador. Un desinterés tremendo. Necesitamos revaluar la estrategia y una postura más nítida y definida. En todas partes del mundo los shows están retomando con toda su capacidad, sin reparos, se está aprendiendo a convivir con el virus, pero aquí no hay mirada de futuro, no hay proyecto, no hay una intención de revaluar las estrategias gubernamentales. Hoy, como están las cosas, hay muchos shows que no se podrían hacer. ¿Por qué los partidos de fútbol pueden funcionar y nosotros, que somos mucho más seguros, tenemos reglas tan perjudiciales? Nos juntamos con el comando del presidente electo y no tenían información al respecto, no dimensionaban la gravedad del asunto y nos dijeron que recién se ocuparían en marzo, cuando ya puede ser muy tarde”.
El ejecutivo califica el llamado de la industria como “desesperado” y, para ejemplificarlo, pone cifras que la asociación gremial ha analizado en el último tiempo: dos de tres trabajadores que estaban involucrados en esta industria hasta 2020, ya no están en ella. Se espera que para los recitales de este año -que involucran nombres tan distintos como Metallica, Coldplay, Justin Bieber o Dua Lipa- se vendan cerca de un millón 500 mil entradas, circunstancias que potencialmente otorgarán cerca de 93 mil oportunidades de trabajo. A su vez, recaudarían alrededor de $72 mil 600 millones. En la catastrófica eventualidad en que no se pudiesen llevar a cabo, las pérdidas para el nicho serían cuantiosas.
El profesional recalca que en general en el país están dadas todas las condiciones para que en los shows sólo se exija pase de movilidad, mascarillas y distancia social, sin exigencias estrictas de aforo o los cambios que puedan existir entre un sitio abierto y otro bajo techo.
“Las medidas actuales con draconianas. Pero nosotros tenemos un plan donde podemos asegurar trazabilidad en los ingresos, podemos habilitar tecnología que nos permita tener un link directo con el Minsal, podemos identicar a cada una de las personas que ingresan a un lugar, etcétera. Por eso nos urge redefinir estratregia para que los shows que vienen se puedan implementar sin problemas. Y para que se puedan hacer. De otro modo, tendremos que bajar la cortina y mejor decir de inmediato que en Chile la música en vivo importa poco y nada”, finaliza Ramírez.
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