El día en que murió la música: el accidente aéreo que cambió la historia del rock
Un 3 de febrero de 1959, tres artistas que estaban en la plenitud de su éxito se embarcaron en un avión modelo Beechcraft 35 Bonanza, sin saber que, tan solo unos kilómetros más adelante, serían protagonistas de un fatal accidente que marcó la historia de la música para siempre. Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper tenían 22, 17 y 28 años, respectivamente. En Culto, recordamos sus últimos días antes del fatal accidente.
A las 00.55 de la noche se produjo el despegue desde la pista número 17, sin mayores inconvenientes. Sin embargo, el clima no era el más óptimo para volar. A la hora de emprender el viaje, había sido descrito como una ligera nevada que no despertó preocupaciones en Roger Peterson, joven piloto de 21 años a cargo del trayecto que llevaría a los músicos Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper desde Iowa a Minnesota, en el marco de una gira denominada Winter dance party, que recorrería 24 ciudades de Estados Unidos.
Habían pasado varias horas del despegue y no se tenían noticias de Peterson. Hubert Jerry Dwyer, dueño de la compañía aérea, se subió a otro avión para seguir la ruta de los jóvenes. A las 9:35 de la mañana, y tras avanzar menos de 9 kilómetros, Dywer visualizó desde lo alto el lugar del accidente. La avioneta estaba estrellada en un campo de maíz, y los cuerpos de Holly, Valens y Bopper fueron encontrados a varios metros del vehículo.
La investigación posterior arrojó que todos los tripulantes murieron de forma instantánea. En el caso de los músicos, la causa de muerte quedó estipulada a raíz de un “trauma severo al cerebro”. En el de Peterson, se registró como “daño cerebral”.
Sobre las causas del accidente, inicialmente se responsabilizó a los informes climatológicos recibidos por el joven piloto, que, aparentemente, no habrían contado con los detalles necesarios para una evaluación completa del estado del tiempo de aquella madrugada. Pero luego se estipuló que Roger Peterson no contaba con los conocimientos y las facultades necesarias para pilotear dicho modelo de avión, especialmente en una noche con aquellas condiciones climáticas.
Las repercusiones por la muerte de los artistas fueron inmediatas. Los tres se encontraban en buenos momentos de sus carreras musicales, y varias de sus canciones se habían convertido en hits que penetraron las listas de éxitos en la escena de los años 50.
Winter dance party: una gira mal planificada
Buddy Holly ya se había hecho de un nombre en el rock and roll. Junto a su banda, The Crickets, lanzó en 1957 el sencillo That’ll be the day, que llegó al número uno en Estados Unidos y el Reino Unido. Por su parte, la canción Peggy Sue se posicionó en el puesto tres en el territorio estadounidense y en el sexto en Inglaterra.
Ya en 1958, Holly terminó su relación con la banda para iniciar su carrera como solista. Se había casado hace pocos meses, y ante los apuros económicos tomó la decisión de unirse al Winter dance party, una serie de conciertos en cerca de veinticuatro ciudades. Para la gira, el músico se hizo de una banda conformada por Waylon Jennings en el bajo, Tommy Allsup en la guitarra y Carl Bunch en la batería.
Ritchie Valens, con tan solo 17 años, ya era reconocido por ser pionero del rock and roll en español. Su máximo hit fue La bamba, sindicado hasta el día de hoy como un clásico universal del género. J. P. Richardson, más conocido como The Big Bopper, trabajaba como DJ en la emisora local KTRM. Allí, estableció un precedente mundial al pasar cinco días, dos horas y ocho minutos sin parar, tocando 1.821 canciones continuas. Su mayor éxito fue la canción Chantilly lace, que en 1958 fue el tercer track más escuchado de Estados Unidos.
Ambos músicos, más Dion DiMucci y The Belmonts, también formaron parte del cartel promocional de la gira, que inició en Milwaukee, Wisconsin, el 23 de enero de 1959. Pese al entusiasmo, la organización no tuvo en consideración la distancia entre cada concierto, con lugares incluso separados hasta 640 kilómetros.
El autobús destinado a movilizar a los músicos durante los viajes no estaba en condiciones técnicas óptimas para soportar las bajas temperaturas de ese invierno. La nieve era abundante y los termómetros oscilaban entre los 20 y 36 grados centígrados bajo cero. Al poco tiempo de iniciada, la calefacción del vehículo se descompuso y varios de los músicos empezaron a presentar síntomas de gripe.
Richardson y Valens se enfermaron, y el baterista Carl Bunch debió incluso ser hospitalizado al percartarse de que sus pies se congelaron, siendo reemplazado por Carlo Mastrangelo, baterista de The Belmonts, aunque hubo algunos conciertos en que Buddy Holly tomó las baquetas. El autobús descompuesto fue cambiado por un bus escolar, con el que se movilizaron por el resto de conciertos.
El 2 de febrero se agregó una nueva fecha que no estaba considerada en la planificación inicial de la gira, en el pueblo de Clear Lake. A la hora de llegar al concierto esa noche, Holly ya se encontraba frustrado por las malas condiciones en que estaban viajando. Así, tomó la decisión de arrendar un avión para llegar a la próxima fecha en Fargo, Dakota del Norte. El resto de los conciertos estaban programados dentro de Minnesota, por lo que el traslado vía cielo le ahorraría no sólo el viaje en bus, sino que también le daría un día extra de descanso.
La avioneta contratada por el músico sólo podía llevar a cuatro tripulantes, contando al piloto. Por un costo de 36 dólares por cabeza, Richardson le pidió su lugar en el avión a Jennings, pues ya se había contagiado de gripe una vez durante los viajes. Holly, al enterarse de que su compañero no viajaría con él, le dijo en tono juguetón “¡Espero que tu viejo autobús no se congele!”. Jennings, sin si quiera imaginarse lo que sucedería al día siguiente, le respondió “¡Bueno, espero que tu avión no se estrelle!”.
Ritchie Valens, el tercer pasajero del avión, le pidió a Tommy Allsup que le cediera su puesto en el avión. Apostaron lanzando una moneda que falló a favor del joven cantante. Dion, que en un principio también fue considerado para ocupar uno de los cupos, se rehusó a pagar esa cantidad de dinero, pues era el equivalente a lo que sus padres pagaban de renta cuando era niño.
El resto sería la historia que dejaría una marca en la música para siempre.
De “American Pie” a The Beatles
La fecha de la muerte de Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper es conocida como el día en que murió la música gracias a la canción American pie, del cantante estadounidense Don McLean. El sencillo, perteneciente a su álbum homónimo, fue lanzado en enero del 1972, a trece años del fatal accidente.
“No recuerdo si lloré/ Cuando leí sobre su novia viuda/ Pero algo me tocó profundamente en el interior/ El día en que murió la música murió”, versa el hit de McLead que se posicionó como la canción más popular de Estados Unidos durante dos semanas consecutivas. El fragmento, que menciona la reconocida frase, hace referencia a la viuda de Buddy Holly, que tenía dos semanas de embarazo cuando se enteró por la prensa del fallecimiento de su esposo y que, tras recibir la noticia, sufrió un aborto causado por el estrés del trauma.
Los tres artistas son reconocidos hoy como precursores del rock and roll, siendo piezas fundamentales de los primeros años del estilo universalizado por Elvis Presley. En el caso de Buddy Holly, su breve pero fructífera carrera inspiró nada menos que los Beatles, una de las bandas más influyentes de todos los tiempos.
En 1958, un año antes del accidente, los jóvenes John Lennon, George Harrison, Paul McCartney, Collin Hanton y John Lowe, llegaron al Phillip’s Sound Recording Services, un pequeño estudio de grabación casero donde registraron dos canciones. Una de ellas era That’ll be the thay, uno de los mayores éxitos de Holly que penetró las listas inglesas.
En el libro The Beatles Anthology, Paul McCartney recuerda que la música del estadounidense, que también destacaba por ser el compositor de todas sus letras, los motivó a escribir sus propias canciones desde muy temprano. “Todavía me gusta el estilo vocal de Buddy. Y sus composiciones. Algo digno de destacar de The Beatles es que comenzamos a escribir nuestro propio material desde el principio. Hoy día la gente da por sentado que vas a hacerlo, pero nadie lo hacía entonces. John y yo comenzamos a componer por Buddy Holly. Era como: ‘¡Guau! Él escribe y es un músico”, expresa en el libro.
Al músico le debemos, incluso, la denominación final de la banda, cuyo nombre se inspiró en el grupo de Holly, The Crickets (en español, “los grillos”). “Yo buscaba un nombre como ese, que significa dos cosas, y a partir de ellos se me ocurrió los beetles (escarabajos). Cambié la segunda E por una A, porque beetles no tiene dos significados. Cuando la gente lo escucha, piensa que es un bicho, y cuando la leías, pensabas en música beat”, expresa Lennon en la misma antología escrita.
En 1978, se estrenó la película The Buddy Holly Story, una biopic que logró tres nominaciones a los premios Oscar, por Mejor actor, sonido y banda sonora, ganando en la última de estas categorías. Sin embargo, la producción hollywoodense se tomó varias licencias creativas. Eso fue lo que inspiró a McCartney a producir su propio largometraje, un documental titulado The real Buddy Holly Story, donde se propuso, tal como indica el título, contar la verdadera historia de la estrella musical.
En el caso de Ritchie Valens y The Big Bopper, sus canciones quedaron consagradas en los clásicos del rock and roll. La Bamba, de Valens, marcó todo un precedente en el género, pues fue nada menos que el primero en cantarlo en español. Su vida inspiró una película que tiene el mismo nombre que su éxito, y donde también se aborda la historia detrás del accidente aéreo, inmortalizado dos veces en la pantalla grande.
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