Son tres novelas en casi 900 páginas. En todas, se presenta una versión alternativa de Estados Unidos. La primera se ambienta en 1893, con el matrimonio homosexual permitido, y un joven de familia adinerada se debate entre casarse con un pretendiente elegido por su abuelo o escoger a un profesor de música sin dinero pero de quien está enamorado; luego el salto va a 1993, un joven hawaiano quien vive en Manhattan asediado por “la enfermedad” vive con una pareja, con edad e ingresos superiores a los suyos, y le oculta su infancia problemática; y termina en un imaginado 2093 en un mundo asolado por plagas, con un estado totalitario, donde un científico y su familia intentan la manera de sobrevivir en un mundo hostil.

Cosechó un éxito de ventas con Tan poca vida (Lumen, 2016), con la que llegó a los 2 millones de ejemplares vendidos, fue finalista del Man Booker Prize, el National Book Award y ganó el Kirkus. Pero no hablamos de ese libro, ya que Hanya Yanagihara regresa con Al paraíso, su nueva y voluminosa novela vía Lumen.

De alguna forma, la intención de repensar a su país fue la que guió la escritura de esta novela. “La primera parte está basada en un relato de Henry James, entonces comencé a pensar como sería Estados Unidos si en lugar de estar basado en la tradición puritana, no estuviera basado en esa tradición. ¿Cómo hubiera evolucionado todo?, ¿cómo estarían las mujeres?”, dice Yanagihara en una rueda de prensa a la que asistió Culto.

Pero el libro no solo repiensa la historia hacia atrás, como mencionamos, también hay una distopía futurista. Citando al historiador francés Fernand Braudel, sería algo así como un “motor de tres tiempos”, y el último de ellos, para Yanagihara, no está de todo desapegado del pasado.

“Hay un viejo dicho budista de que en realidad, cuando hablamos del presente, realmente estamos hablando del pasado, de forma tal que si hablamos del futuro, seguramente lo que estamos hablando es del presente -dice Yanagihara-. Yo pienso que todo libro que se ambienta en el futuro, en el fondo, está hablando de las inquietudes y preocupaciones del presente. De forma tal que cuando uno escribe un libro de ciencia ficción, en el fondo está hablando de los miedos del presente. Lo que más nos preocupa y no sabemos resolver”.

“En mi libro trato estas tres ramas del terror: el totalitarismo, los problemas climáticos y la enfermedad, y esto es lo que yo tenía en mente cuando empecé a escribir el libro en 2018. Son cosas que se han acentuado enormemente con el paso de los años”, añade Yanagihara.

Aún así, su visión de las cosas no es pesimista. “Es una novela esperanzadora. Es un testimonio de la resistencia, la resilencia individual del ser humano, de la capacidad de amar, de seguir adelante independientemente de la situación terrible en que nos encontremos, que ningún gobierno podrá demoler jamás. Es cierto que si bien no es optimista respecto a la situación actual de los Estados Unidos, sí que es optimista respecto a la capacidad de los estadounidenses”.

Su novela anterior, Tan poca vida, fue muy exitosa, ¿sintió la presión de repetir el mismo éxito mientras escribía Al paraíso?

Cuando escribí Tan poca vida, siempre supe que sería un libro que tendría lectores, que encontraría un grupo de lectores que respondería a una serie de preguntas que yo planteaba, que sería un grupo de lectores apasionado, aunque pensaba que sería pequeño. Fue una enorme sorpresa el éxito y la acogida que tuvo el libro. Para mí fue un honor y un misterio, nadie sabe por qué, ni siquiera en mi editorial, he tenido mucha suerte.

La periodista Yanagihara

Cuando Hanya Yanagihara no está sentada frente al computador siendo escritora, es periodista. De hecho, es la editora del T Magazine, la sección de viajes, entretenimiento, diseño y belleza del New York Times. De alguna forma, ser escritora es una dimensión paralela a su trabajo.

“Como editora del New York Times, yo no tenía posibilidad de expresar mis opiniones políticas. No podemos hacerlo. Con esta novela pude expresar este tipo de preocupaciones de una forma que no me comprometiera”, señala.

Al mismo tiempo agrega: “Son dos trabajos muy diferentes, ser editora jefe no tiene nada que ver con ser escritora. El primero es un trabajo donde una hace una labor de gestión de personas, de fotografías, gestión de dinero; pero si una llega a casa y es disciplinada, y decide ponerse a escribir, es un trabajo mucho más creativo y más egoísta. Como periodista, hay que tener en mente al lector, como escritora no. La labor es mucho más egoísta, no hay que preocuparse por los hechos ni por la longitud de lo que se escribe, nada de eso”.

Esta nueva novela, según la critica, ya ha sido comparada con Guerra y paz, el clásico de Tolstoi, pero Yanagihara huye de esa comparación. “Es más por el volumen, el tamaño del libro. Mi libro va en contracorriente en el sentido de que la tendencia literaria en Estados Unidos y en Reino Unido no es este tipo de literatura, sino la autoficción. Es decir, novelas que interiorizan mucho en el narrador, sino el autor mismo, es alguien que está muy cerca. Esta novela sigue una línea más anticuada de forma deliberada, habla de los temores de la sociedad estadounidense”.

Por estos días, en Estados Unidos ha corrido la noticia de censura de libros, como una junta escolar de Tennessee que prohibió Maus, una novela gráfica sobre el Holocausto, debido al uso de palabras malsonantes y la representación de desnudos femeninos. Y solo hace unos días, un pastor protestante incitó una quema de volúmenes de Crepúsculo y Harry Potter. Por supuesto, Yanagihara tiene una opinión.

“No deja de ser simbólico, porque cada vez que se prohíbe algo, siempre sale el tiro por la culata, prohibir un libro lo único que va a hacer es promocionarlo en cierto modo, porque va a despertar interés sobre todo en los jóvenes, que van a canalizar su rebeldía a través de querer leerlo. Si bien desde un punto de vista político sí que es peligroso e inquietante, desde un punto de vista práctico no tiene ese tipo de efecto”.

Al paraíso, estará disponible en nuestro país en marzo.