Fue la gran estrella de las noches de glamour, plumas y bohemia del Santiago de la década del 50 y 60. La única que pudo hacerle competencia a las vedettes argentinas que por ese entonces dominaban el escenario del Bim Bam Bum, la célebre compañía de espectáculos de revista que funcionó en el Teatro Ópera de calle Huérfanos, entre 1953 y 1978.
Isabel Ubilla Allende fue considerada la primera gran vedette chilena y su nombre, como el del clan de hermanas que ella inició, se convirtió en leyenda. Una que se terminó de apagar ayer: según confirman sus familiares, la artista falleció en su casa producto de un paro cardiorrespiratorio. Vivía sola (“por decisión propia”, aclaran) y tenía 89 años según su carnet de identidad. Aunque su hijo Juan Carlos Díaz cree que en realidad tenía un par de años más.
“Su carnet dice que ella nació en julio de 1932, pero según ella recordaba la llevaron a inscribir (al Registro Civil) caminando, así que probablemente tenía un par de años más, 90 o 91″, explica el hijo, en una pausa en medio del shock, la pena y el ajetreo propio de los trámites fúnebres.
La artista estaba siendo velada esta mañana en la iglesia de San Crescente (Salvador con Santa Isabel, en Providencia) y para las 14.00 horas estaba programado el funeral en el Cementerio General.
No sólo la edad de la bailarina es tema de debate. También el apodo con el que se hizo famosa en Chile -su rostro y curvas ilustraban periódicamente las revistas nacionales de la época- e incluso en otros países, llegando a actuar en recintos del continente y de Europa, incluso junto a Nat King Cole en un teatro de Lima según ella misma recordó alguna vez.
La historia tiene versiones encontradas pero es más o menos así: la verdadera “Pitica” en realidad fue originalmente una de sus hermanas, Elba, quien también brilló en la bohemia capitalina usando ese nombre artístico. Si bien Isabel, la mayor, fue la primera primera del famoso clan Ubilla en llegar al Bim Bam Bum, le siguieron sus pasos algunas de sus hermanas menores, como Raquel y la mencionada Elba, “una lola imponente, de opulentas curvas y que demoró muy poco en estar en la primera fila. A su cuerpo, había que agregar una cara graciosa, que irradiaba simpatía. Ella y un monumento llamado Taty Segura se les iban en collera a las argentinas”, consigna el sitio Santiago Nostálgico.
Se dice que fue el humorista Manolo González el que la bautizó con ese apodo. Otros afirman que fue el periodista de espectáculos, Osvaldo Muñoz Romero, “Rakatán”. Lo concreto es que Elba se ganó su alias por su supuesto parecido con Lucho Gatica, que por entonces era la gran figura de la música chilena y del bolero en Latinoamérica. El cantante, conocido como “Pitico” en su Rancagua natal, terminó de rebote rebautizando a una de las integrantes del clan Ubilla. O a más de una, en rigor.
Isabel y Raquel también fueron en su momento conocidas como “Pitica”. Y si bien hasta ese entonces lo anterior no parecía ser un mayor problema en el ambiente ni dentro de la familia, los enredos comenzaron años después, a mediados de los 70, cuando la hermana mayor registró “la marca” a su nombre.
“Mi mamá era la propietaria legal de la marca. Y yo ahora la podría heredar”, confirma Juan Carlos Díaz. “El apodo inicialmente era de ella, después metió a mi tía Elba, que tenía la nariz parecida a Lucho Gatica”, asegura.
Luis Miguel Hojas Ubilla, productor de eventos y sobrino de la vedette, comparte una visión levemente distinta a la de su primo. “Pitica se le nombraba a Elba, para que hablemos con la verdad. Pero Isabel lo patentó en 1975 en el registro de marcas, para que nadie lo usara con mala intención”, explica. La decisión - cuenta- causó un quiebre importante entre las hermanas, que hoy le sobreviven repartidas por el mundo.
“El camino que ellas eligieron”
La familia Ubilla Allende estaba integrada por diez hijas mujeres y cuatro hijos hombres. De las primeras, ocho fueron vedettes, partiendo con Isabel.
“La agraciada y morena chica de entonces 17 años, era miembro de una modesta familia que vivía en una vieja casona de quinta en el Barrio Franklin de Santiago, capitaneada por don César Ubilla Briceño, un mueblista que había enviudado al morir su primera esposa Nieves Allende, debiendo sostener su hogar con más de una docena de criaturas, la mayoría de ellas mujeres”, consigna el sitio Urbatorium.
Reconocida en el barrio como “una morenita de ojos chispeantes y muy alegre”, a fines de los años 40 Isabel trabajaba en cualquier cosa que le permitiera ganarse unos pesos, al tiempo que administraba la casa. En los ratos libres se escapaba con algunos de sus hermanos para participar en actividades musicales y concursos de canto como el que se organizaban entonces en la carpa de los Juegos Diana, de calle Franklin. Se dice que siempre ganaba.
En algún momento conoció a la actriz Iris del Valle, que la llevó a probarse en el teatro Opera que por entonces administraba Buddy Day. Estudió canto y aprendió a moverse sobre el escenario. “Mi papá, supo y me sacó la contumelia”, recordaba Isabel en 1972, en entrevista con revista Paloma, de la editorial Quimantú. “Y qué se le iba a hacer”, se lamentaba el patriarca Ubilla en el mismo artículo. “Es el camino que ellas eligieron, que me las ha llevado a vivir a otros países. A repartirse por el mundo. Es su camino, y allí las tiene”.
Por esos días Isabel se refería a su hermana Elba como la verdadera dueña del apodo. “A la Pitica la aconsejé que se acercara al Municipal, y con los coreógrafos aprendió pasos de ballet, y hacía piruetas así y asá, tan refinadita ella. Parece que hubiera sido de otro padre. La Pitica es la más fina, la más burguesa y callada”, declaraba la hermana mayor.
Con los años la fama fue aminorando y la bohemia revisteril comenzó a apagarse con el toque de queda de la dictadura de Pinochet. Isabel se casó con Teobaldo Díaz, corredor de autos, y en los años 80 inició una esporádica carrera como cantante publicando tres discos, el último de ellos en el año 2000, con repertorio de salsa y baladas y firmado, claro, como “Pitica”.
Su nombre comenzó a revalorizarse con los años. En su primer EP de 2005, la extinta banda nacional de pop rock Teleradio Donoso incluyó un tema en su honor llamado justamente Pitica. Cuatro años después, la actriz Paulina García reconstruyó parte de su historia como guionista y directora de la obra teatral Apoteosis final BBB-UP, que se estrenó en Santiago a Mil. Le siguió una serie de televisión en TVN, de 2013, protagonizada por Juanita Ringeling y Celine Raymond, que revivió aquellos días de glamour y plumas del Bim Bam Bum.
Luis Hojas cuenta que su tía Elba sigue viva y reside en Ecuador, y que Carola, otra integrante del clan, está instalada hace años en Venezuela. La distancia entre las hermanas no sólo era geográfica, ya que sus caminos y decisiones personales también las fueron alejando, sobre todo después que Isabel se quedó con la marca.
Juan Carlos Díaz cuenta que su madre vivía sola, que era orgullosamente independiente. Si bien no estaba particularmente deteriorada por su edad avanzada, su hijo asegura que la artista convivía con las consecuencias de su humilde infancia, cuando “los resfríos no se trataban bien y le quedaron secuelas en los pulmones”.