Ellen tiene 11 años y ha tomado una decisión en firme. No hablará más. Ni una palabra. Esto, debido a que se siente culpable por la muerte de su padre, un sujeto que tiene un trastorno mental que la chica es incapaz de nombrar, y que de alguna forma también estaba dañando a sus seres queridos. Por eso, ella le pide a dios que se lo lleve, y para su sorpresa, es escuchada.
Ese el motivo central que mueve la novela Bienvenidos a América, de la destacada escritora sueca Linda Boström, y que ya se encuentra en Chile traducida al castellano a través de la española editorial Gatopardo, siendo este su primer título en nuestro idioma. Hasta ahora, los libros de la nórdica solo se encontraban disponibles en inglés.
Boström, poeta y narradora, es quizás la escritora sueca más relevante en la actualidad. De hecho, esta es su segunda novela, y además tiene otros volúmenes de poesía. A punta de una pluma delicada y cuidada, y tomándose en serio aquello de que el narrador esconde y no muestra, Boström se ha hecho un nombre por méritos propios.
Eso sí, también ha estado en el comidillo tras su matrimonio y posterior divorcio con el escritor noruego Karl Ove Knausgård, quien en su saga de novelas Mi lucha, se dio la licencia de narrar pormenores de la vida junto a Boström, convirtiendo la ficción en un espejo casi prístino de la realidad.
Contar su historia
Pero en Bienvenidos a América es la misma Boström quien se empodera de su historia y decide narrarla ella misma, aunque a diferencia de lo hecho por Knausgård, mantuvo una cierta barrera entre la dimensión personal y la narrativa. “Si Knausgård buscó en Mi lucha hacer lo más delgada posible la malla entre la realidad y la representación, la ficción de Boström Knausgård es más intencionalmente literaria, sus narraciones cargadas de mitología, su prosa eufórica claramente formada por su poesía”, escribe Lisa Abend, de Vanity Fair.
Aunque la misma Boström, en una de las pocas entrevistas que ha concedido al respecto, aclaró: “Casi todo sucedió en la vida real, pero no es una autobiografía”, explicó al mismo medio.
De todos modos, hay cosas que Linda comparte con la pequeña Ellen. Por ejemplo, también es hija de una actriz, Ingrid Boström, una de las destacadas intérpretes suecas. Con ella mantuvo una relación especial, ya que desde muy pequeña la acompañaba a los ensayos. La madre, viendo un potencial en su hija, la animó a dedicarse también a las tablas. De hecho, A los 9 años participó en un montaje de La novicia rebelde, donde interpretó a una de las hijas Von Trapp.
Sin embargo, Linda no acabó por encajar bien en la actuación. “El segundo año, comencé a mirarme: ‘¿Qué estoy haciendo aquí? Ahora tengo que cantar, ahora tengo que decir esto’. Con esto de la autocrítica comenzando, creo que fue mi primera depresión”, relató al New Yorker.
Además, como Ellen, de niña tampoco quería crecer, y le gustaba que el tiempo simplemente transcurriera sin pensar en los vicios del mundo moderno. “Montar a caballo, nadar, estar con mis amigos, quería que fuera así para siempre. Miraba a los adultos y pensaba: ¿Qué es eso que les pasa?”, comenta al Vanity Fair.
Como el padre de Ellen, el suyo también sufría de una enfermedad mental. “Mi padre era bipolar. Cuando le estaba yendo bien, podía ser realmente agradable. Pero él era una amenaza cuando no lo era. Lo encontré muy aterrador durante esos tiempos. No pude defenderme de él”, relata en Vanity fair, y como la chica de su novela, también oró por su muerte.
De hecho, hasta ahora, sigue recordando la última charla que tuvo con su progenitor, la que no fue pacífica. “En nuestra última conversación tuvimos una pelea y me preocupa el impacto que tuvo. Quería que yo negara algo, y le dije: ‘No, es verdad, no voy a decir que no lo es’. Murió una semana después de eso”.
Incluso, la misma Böstrom fue diagnosticada con la enfermedad a los 26 años. “Sentí un verdadero horror. Una cosa fue ver la lucha y el dolor de mi padre. Cuando fui yo quien tuvo que estar en el hospital por períodos, estaba realmente asustada y me sentí humillada”, recordó con VF.
Bienvenidos a América es una novela breve, de 86 páginas, sin capítulos, en la que Boström narra eligiendo cada palabra con pinzas, sin estridencias. Quizás, tiene que ver con sus rasgos personales. “Su cabello es oscuro y corto. Su voz, baja, melodiosa, contrastaba con su lenguaje corporal: asustadiza, casi incómoda”, cuenta Katy Waldman, del New Yorker. Si bien es narrativa, tiene un aroma a poema largo y se puede leer como tal.
En junio, según confirman desde Gatopardo a Culto, habrá otro libro de Boström disponible en nuestro país, Niña de octubre.