Con 58 años de vida y 43 de carrera musical, el precoz y siempre inquieto Johnny Marr no se aferra al pasado y luce bastante más vigente que varios de sus contemporáneos. “Dejé el colegio para entrar a Sister Ray, una banda de adultos drogones y aquí estamos, en lo mismo, desde que tengo 15 años”, dice desde su estudio en Manchester el célebre guitarrista y fundador de The Smiths, con energía juvenil y cargado de novedades.

Aunque el pasado siempre está ahí, tironeando, ahora con una nueva polémica de declaraciones cruzadas con su excompañero Morrissey -con quien dice no hablar hace 15 años-, quien le pidió dejar de mencionarlo en entrevistas, el músico inglés destila actualidad y parece bastante ocupado en proyectos múltiples.

Antes de la pandemia sacó una canción junto a la estrella pop Billie Eilish para la última película de James Bond, extendiendo un vínculo con la música para cine que partió con Inception. Hoy, de hecho, sus temas más populares en Spotify son los que hizo junto a Hans Zimmer para El sorprendente hombre araña 2. En abril y mayo saldrá de gira con Blondie y en el segundo semestre hará lo propio junto a The Killers en Estados Unidos, aunque por estos días su atención está en Fever Dreams Pts. 1-4, el álbum que publicó en solitario la semana pasada y que ha sido abrazado con entusiasmo por la crítica.

“No sé... pienso en la idea de tocar sólo guitarra durante una gira completa y lo encuentro aburrido. Lo he hecho con Hans (Zimmer) pero es distinto porque es con orquesta. Ahora me divierte cantar cosas, compartir palabras y conceptos, me gusta cómo sonamos con mi grupo ahora”, sintetiza sobre su última década como cantautor y líder de su propia banda, luego de una extensa y prolífica trayectoria que desde fines de los años 80 incluyó colaboraciones con Talking Heads, The Pretenders, Modest Mouse y el célebre dúo Electronic, por nombrar sólo algunas.

Sobre su flamante cuarto LP como solista, cuyo título se podría traducir como “delirio”, dice que lo comenzó a trabajar antes de la era Covid. “Cuando empecé a hacer el disco ya tenía el título en mi mente. Ni siquiera entendía qué significaba lo de parte 1 a 4, simplemente me gustó y dije ‘voy a hacerlo’, se volvió una misión. Pero todo esto fue antes de la pandemia. De todas formas, vivimos tiempos extraños y pensé que había que empezar a hablar un poco de lo que nos pasa en nuestro interior, no algo necesariamente confesional sino más bien sobre cierta alienación”, explica.

El resultado es un álbum doble que adelantó por entregas y en el que Marr, sin dejar de sacarle brillo y posibilidades a su guitarra, se pasea libremente por diversos sonidos, temáticas y tonalidades, a ratos más oscuras y en otros, luminosas.

“Es mi banda así que puedo hacer la mierda que se me antoje”, dice riendo el músico sobre un material que va del “glam gospel”-en sus palabras- de la hipnótica y contagiosa Lightning people al pop rock con sintetizadores de Night and day, de efectividad británica y atemporal, la que según cuenta está inspirada en el asesinato de George Floyd.

“Finalmente es un disco sobre confusión pero al mismo tiempo sobre optimismo. Las cosas están raras entre todos nosotros, no sólo por la pandemia”, explica el músico, quien ya de vuelta en las giras también tiene algo que decir sobre los cambios que ha visto en la industria de los conciertos del primer mundo: “Tal como en el 9/11 o en cualquier crisis económica, los intereses corporativos sacan ventaja de una tragedia humana y usan esto como una oportunidad para cobrarle de más a la gente. Los músicos están entre los más afectados porque no ha habido ingresos y los jóvenes tienen que ser financiados por sus padres, lo que significa que los músicos de clase trabajadora no tienen opción”.

Con todo, Marr no baja el tranco y promete un reencuentro con el público chileno para 2023. “Llevaba como 30 años en la música y nunca había ido a Chile, pero apenas llegué a Santiago salí a correr y la gente en la calle sabía quién era, me gritaba mi nombre, algo realmente muy especial”, recuerda.

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