Riñas, botellazos y entradas a $10 mil: cuando Bad Bunny debutó en Chile
Hace poco más de cuatro años, el ídolo de la música urbana que en octubre repletará dos veces el Estadio Nacional llegó al país en calidad de promesa, con un par de éxitos a cuestas y una maratónica gira de ocho fechas en seis días. Aquí, asistentes y productores reconstruyen el polémico y turbulento recorrido del puertorriqueño por discotecas, gimnasios y medialunas chilenas.
Hasta hace no muchos años, Benito Antonio Martínez, el cantante que bajo el alias de Bad Bunny se convirtió en el artista más escuchado del mundo, el mayor ídolo actual de la música urbana y -con dos fechas agotadas en el Estadio Nacional para octubre- en el mayor fenómeno de la cartelera chilena de 2022, era algo así como una figura de nicho en el país.
Por esos días el puertorriqueño -de entonces 23 años- se alzaba como promesa del trap gracias a un par de éxitos como Soy peor, que hace un lustro acumulaba más 300 millones de reproducciones en Youtube. Lo mismo Chambea y Krippy Kush, hits incipientes y parte de la banda sonora de fiestas y virales de internet, o Diles, cuyo remix arrasaba en las discotecas nacionales.
El anuncio de su primera visita a Chile motivó a los más entendidos y sorprendió a algunos promotores locales. “¿Bad Bunny? No nos sonaba para nada, no teníamos idea lo que estábamos haciendo, pero de la noche a la mañana explotó la venta”, recuerda José Antonio Aravena, que produjo tres de los ocho recitales que el cantante realizó en el país en sólo seis días. Una gira maratónica y turbulenta que dio las primeras pistas del arrastre del boricua entre la juventud, aunque no exenta de polémicas, desbordes y fechas que derechamente salieron mal, incluso con dos víctimas fatales.
La primera actuación local del solista fue en la tarima dispuesta en el Gimnasio Olímpico de la Universidad de la Frontera, en Temuco. “No recuerdo a qué hora abrieron las puertas pero nosotros estábamos ahí unas cuatro horas antes, y eso que teníamos las mejores entradas, cancha VIP, sólo para 50 personas”, comenta Matías Sánchez, oriundo de Victoria y uno de los asistentes a ese primer cara a cara del puertorriqueño con los chilenos.
Fue el miércoles 30 de agosto de ese año, frente a una audiencia enfervorizada y mayoritariamente joven que cantó cada pieza de un repertorio que partió con Tú no metes cabra. “Terminamos corriendo para entrar. Estaba lleno”, recuerda Sánchez, que entonces tenía solo 15 años y asistió junto con un grupo de amigos. “Hasta le toqué la mano, tengo de hecho un video de cuando pasó por al lado mío. (...) Me acuerdo que era muy cercano al público, se bajaba de la tarima, muy interactivo con todos”, detalla.
Tras el hasta ahora único paso de Bad Bunny por la Araucanía, que se desarrolló sin altercados ni complicaciones, vino un traslado de 1.147 kilómetros hasta La Serena. El Coliseo Monumental de esa ciudad abrió sus puertas al día siguiente a las 19:30, aunque el público del trapero esperaba impaciente desde antes. Uno de ellos llegó a las 8:00 de la mañana y comentó al medio local El Observatodo: “Lo sigo desde que comenzó en esto y aunque las letras son fuertes, también son verdaderas. Quería ser el primero en entrar y lo logré”.
El recorrido saltó de la región de Coquimbo a la de Valparaíso, donde tenía dos fechas programadas 24 horas después. La primera se realizó en el Sporting de Viña del Mar a las 20.00 horas, presentación marcada nuevamente por una alta afluencia de público. Un concierto que se calificó como “para todas las edades” y otra vez con largas filas para ingresar. La réplica fue inmediata: a las 23.00 Bad Bunny se desplazó hasta Ritoque para cumplir con el segundo show de la velada, claro que, a diferencia de su antecesor, cruzada por serios incidentes.
La presentación se realizó en el centro de eventos Espacio Ritoque, un lugar a orillas de la playa que ya había recibido a artistas internacionales como el DJ Claptone. La preventa -según recuerdan asistentes- bordeaba los 10 mil pesos en el sector general, y para el show estaba previsto que Bad Bunny hiciera su aparición a las 00:00 horas. La actuación duró solo unos cuantos minutos.
Pese a que el evento era para mayores de 18 años, Sofía Gallardo pudo entrar con 17. Junto a un grupo de compañeros de colegio se organizaron para trasladarse desde San Felipe a Ritoque, en bus durante la noche. “Estaba lleno, había mucha gente, era todo muy desordenado. Te bajabas de las micros y estaba ahí mismo el escenario, todo lleno de arena, yo siento que era un poquito al lote”, recuerda.
Apenas el cantante salió a escena, una de las tarimas del sector más cercano al escenario cedió, provocando que gran parte del público del sector terminara en el piso. El puertorriqueño siguió cantando pero un par de minutos después cayó un objeto sobre el escenario que provocó la cancelación inmediata del show.
”Estaba grabando y la gente empieza a mirar hacia abajo, en eso se ve que parte de la gente se cae y otra se aferra a una valla”, cuenta Bastián Pineda (25), que viajó desde Quillota al concierto. “Cantó como tres canciones, no sé exactamente, fueron muy pocas, y le tiraron una botella. Me acuerdo de ver botellas volando, y se enojó. Los guardias lo sacaron al tiro. Después salió alguien y dijo que no iba a volver”, rememora Gallardo.
Entre los testigos existen distintas versiones de lo que realmente ocurrió. “Le tiraron un cuchillo al escenario y él obviamente se asustó”, asegura Benjamín Muñoz (23), que también fue al concierto. “Lo vi muy urgido, debe haber pensado que quizás le iban a empezar a disparar o algo así. Entonces empezó a desenchufar las máquinas como desesperado y el concierto llegó hasta ahí”. Según consta en distintos medios, 200 personas cayeron con la tarima y el caos que desató el incidente siguió con una guerra de botellazos entre el público, por lo que también se reportaron algunos heridos tras el show.
“Me enojé porque quería verlo. De hecho, me da mucha pena porque ahora es ultra famoso y en ese tiempo no lo era tanto como ahora, hubiese sido bacán poder haberlo visto más”, finaliza Gallardo.
La noche fatal
El siguiente incidente ocurrió la noche del 2 de septiembre. Ese día Bad Bunny ya había celebrado otro evento en la Medialuna Monumental de Rancagua, sin problemas. Continuó en la noche con un show en Espacio Broadway, el reconocido centro de eventos ubicado en Pudahuel, con entradas que se vendieron desde los $17.000 hasta los $65.000 (muy lejos de los precios para los conciertos de este año, que van desde los $46.000 hasta los $287.500).
El recinto, que cuenta con tres salones, amplia piscina, quinchos y áreas verdes, se repletó esa noche con más de 3 mil asistentes -algunos dicen 5 mil-, divididos en ubicaciones general, VIP y golden. Camila Salces (27) recuerda que en esa localidad más más exclusiva “habían mesas como con narcos, mucho narco. Se notaba de lejos que el ambiente que había arriba era muy malo, y eso de verdad daba miedo”.
El show debía partir a las 21:00 hrs, aunque de acuerdo a diversos testimonios el artista recién salió al escenario a las 2 de la mañana. Francisca Massú (23), otra asistente, relata: “Cantó dos canciones, una de ellas hablaba de pistolas y disparos y cuando estaba en esa se escucha que desde el sector golden empiezan a tirar disparos al techo, que rebotaban y cayeron al VIP, donde se hizo como un hoyo. La gente se empezó a tirar para atrás y comenzó a intentar salir por una de las dos puertas que habían”.
Lo anterior generó una avalancha donde varios de los asistentes tropezaron quedando en el suelo. “Las otras personas pasaban por encima, no les importaba. Salió toda la gente y no quedó casi nadie, sólo los mismos que seguían tirando balazos hacia la bola disco que había. Se escuchaba cómo se caía todo, se rompían botellas y los balazos no paraban”, añade Massú.
Aquí las versiones nuevamente son encontradas. De acuerdo a Carabineros, esa noche no hubo disparos. Manuel Román, responsable del evento, señaló que no hubo balazos al interior del recinto pero sí una riña cuando una persona le arrojó alcohol a otra. Sin embargo, a unos kilómetros del lugar se encontró armamento y municiones, lo que de acuerdo a la 26° Comisaría de Pudahuel quedó en proceso de investigación.
“Hubo disparos de fogueo, o se cayeron unas bandejas con vasos, algo que sonó muy fuerte. La gente salió en estampida pero no hubo heridos”, asegura Aravena, que también organizó ese show.
Camila Salces no está segura de haber presenciado disparos. “Empezaron a tirar botellas, sillas y ahí sonaron como disparos, pero parece que fue algo que se cayó, o explotó un parlante y sonó así. Para los que estábamos allí eran disparos y fue un caos. Yo creo que ha sido la peor experiencia que he tenido en mi vida”, asegura.
“No había seguridad, nadie”, dice Massú. “Ahí la embarraron como evento porque no revisaron, entonces pasaron pistolas, no había detector de metales, no había nadie. Yo por lo menos no vi a ni un guardia en el estacionamiento, solo un gallo que dirigía el tránsito, pero afuera, no en el VIP”.
Los incidentes no terminarían ahí ya que horas más tarde se registró un atropello a dos personas que circulaban en la berma fuera del recinto. Jaime Yañez (22) y Romina Salazar (24) murieron a la altura del kilómetro 13 de la ruta 68. El conductor, identificado como Camilo Astudillo, provenía del evento bajo los efectos del alcohol cuando perdió el control de su vehículo. Fue el punto más negro de la gira local del puertorriqueño.
El show debe continuar
Pese a los altercados, los eventos siguientes se mantuvieron en pie. Tras la noche de ese fatídico sábado el reggaetonero se presentó en el Teatro Caupolicán de Santiago, en su debut en un recinto de prestigio y alta capacidad. La productora, eso sí, no quiso repetir lo acontecido en las fechas anteriores y reforzó la seguridad con paletas detectoras de metales y revisión de pertenencias en el ingreso.
“Con el precedente de Broadway y Ritoque nos preparamos bien para ese domingo y extremamos las medidas de seguridad. Se vendió tan rápido que el mánager del artista empezó a pedir mucha plata por la sobreventa, pero estábamos preparados, el show finalmente fue un éxito, fue muy familiar”, dice Aravena, administrador de la sala.
Se dice que un 5% del público que había comprado su entrada desistió de asistir por lo ocurrido las noches anteriores. Quien sí fue al teatro de San Diego fue Kevin Misquel, quien recuerda “mucha seguridad tanto afuera como adentro” del recinto. “Los guardias nos revisaron completos para poder ingresar y después ordenar los sectores de cada uno”, señala.
Coincide Maximiliano Castro, periodista de la revista Alto en Flow, que también estuvo presente y recuerda un público muy transversal: “Había mucho niño, mucho papá, hasta abuelitos”, cuenta.
Si bien el boricua nuevamente se presentó una hora más tarde de lo presupuestado, no hubo mayores incidentes y tuvo su noche consagratoria en el país, con un setlist cargado a sus éxitos del momento y la participación especial de DJ Luian y la colombiana Karol G, hoy otra figura indiscutida del género urbano, quien por entonces había estrenado Ahora me llama con el trapero.
La gira terminó el 4 de septiembre en la Región del Biobío, con un concierto en Concepción que contó con amplio despliegue policial. Cerca de 3 mil personas llegaron al Gimnasio Municipal de la capital penquista, nuevamente sin altercados. Fue el corolario de una semana acontecida e irrepetible: si bien desde entonces el cantante regresó periódicamente a Chile, en recintos cada vez más grandes como el Movistar Arena y el Festival de Viña, ninguna visita tuvo el vértigo de la primera vez.
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