Mi abuela ya no está: un libro íntimo para vivir el duelo
El cuento, escrito e ilustrado por Carla Infanta, narra la experiencia de la pérdida familiar desde la perspectiva de Sofía, una niña de diez años que busca en las cosas cotidianas el rencuentro con su abuela. A través de una historia personal, la autora grafica las distintas formas en que los recuerdos pueden ayudar a sanar la herida del duelo.
Algunas historias nacen desde la necesidad de expresar algo, ya sea un pensamiento, un sentimiento o para canalizar las experiencias propias. Así lo sintió Carla Infanta Gabor (47), arquitecta de profesión, ilustradora de oficio y autora del libro Mi abuela ya no está, un cuento gráfico de 38 páginas que cuenta la historia de Sofi, una niña de diez años que busca a su abuela fallecida a través de sus recuerdos y las cosas cotidianas.
Sofía, la protagonista del cuento, es la hija de Infanta. Y Sylvia, la abuela de Sofi, su mamá, que falleció hace cuatro años a raíz de una leucemia fulminante. La relación entre ambas inspira parte de la historia, pero también lo hace la vida de quienes quedan en el mundo tras la muerte de un ser querido.
Para la familia de la ilustradora, el cáncer de su madre fue un proceso veloz y complejo. Desde el diagnóstico, pasaron apenas tres meses para que la enfermedad escalara a niveles irreversibles, y cuatro para su fatal desenlace.
“Ella es la que más ha manifestado la pena posteriormente. A Sofía le pasa esto de cada cierto tiempo acordarse, a veces por una canción, por una película, o por alguna conversación que hemos tenido. Se acuerda y le da pena. En el fondo fue eso, la necesidad de, por un lado, ayudarla a ella, y también ayudarme a mí. Para mí, el dibujar de verdad es una necesidad, es mi manera de expresarme en todo”, señala la autora.
Sobre la ilustración y escritura, Infanta comenta que fue un proceso más bien rápido, que fluyó desde esa necesidad de ayudar a su hija y de hacerle saber que entendía por lo que estaba pasando. Para Infanta, la pregunta era “de qué manera traigo de vuelta a mi mamá. Y pensé en que bueno, la tenía que traer de vuelta con el dibujo. Como es Sofía la que siempre está recordándola, más que mi otro hijo, ella sería a ser la protagonista de esta historia. Tenía que hacer algo físico, que ella pueda ver y tomar, que sea una manera de tener a mi mamá”.
Así surgió el libro a cargo de la editorial Recrea, que recolecta varias situaciones ilustradas del día a día, en que el recuerdo vivo de una abuela que ya no está se hace presente. “Pensé, bueno, tengo que mostrar lo que le pasa a Sofía porque es seguro que hay muchas niñas o niños, incluso mujeres, que les pasa lo mismo. En el fondo, el centro del libro es que Sofía busca a su abuela, todavía. Para nosotros los adultos es más fácil asumir una pérdida”.
En su estructura, la autora explica que es una mini recopilación de experiencias propias y otras que consultó con cercanos: “Por ejemplo, me acordé que mi mamá le enseñó a tejer y que ese fue un momento súper bonito. Así parte el libro, además. Y esto sumado a que también le pregunté a otra gente que ha perdido a su mamá cómo lo han vivido sus hijos, qué cosas recuerdan”.
Un relato contingente
Una de las consecuencias irreparables que dejó la llegada de la pandemia a nivel mundial fueron los millones de muertes asociadas a la enfermedad. En Chile, la cifra se acerca a los 43 mil fallecidos. Casi por accidente y sin premeditación, Mi abuela ya no está surge en un momento donde la muerte se ha vuelto una realidad mucho más cotidiana en nuestra sociedad.
“Es un tema. Porque claro, a los niños no sólo se les están muriendo los abuelitos. También los papás, me imagino, porque hay mucha gente más joven muriendo. Es terrible pensar en eso. No quiero que se lea de esa manera, como que por eso se va a vender el libro. En el fondo, lo importante es que la gente se sienta identificada”, señala Infanta.
Las redes sociales se han transformado en una plataforma de difusión muy importante para los artistas visuales, permitiéndoles compartir su trabajo con sus seguidores de forma bastante horizontal. Al publicar algunos pasajes del cuento, la autora comenta que recibió muchos comentarios de personas que se sentían identificados con la historia, pero no necesariamente por la pérdida de una abuela.
“Fue súper lindo porque mucha gente me decía que se sintieron identificados. Y no solamente las niñitas que perdieron a su abuela, ya que uno podría decir que es un libro dedicado específicamente a ellas. Hubo gente que me comentó sobre abuelos, nietos, diferentes relaciones, no solo la de la nieta con la abuela”.
De esta forma, y a través de las reacciones que pudo constatar a través de su cuenta de Instagram, la ilustradora cayó en cuenta de que la historia que había creado como un cuento infantil, tenía la particularidad de poder llegar a un público más bien transgeneracional.
Confiesa que se sintió sorprendida: “Pensé que podía ser más como esta cosa específica de los nietos, pero claro. No lo había pensado, pero es bacán que se emocionen y que lo sientan, porque ellos también fueron nietos y también, así como a mí me duele que Sofía no va a tener esta relación con mi mamá, me imagino que a otros les pasa lo mismo”.
La importancia de los abuelos
Por otro lado, la intimidad del relato de Carla Infanta también releva la importancia que tiene la figura de los abuelos para los niños y niñas, y que en este cuento queda reflejado a través de la relación entre Sofía y Sylvia.
“Creo que la figura del abuelo y la abuela es súper importante para un niño. Y también creo que de allí surge lo que más me duele en el caso de mi mamá, y que aparece en una de las páginas: que no va a ver crecer a mis hijos”, confiesa Infanta.
Según datos del Centro de Estudios de Vejez y Envejecimiento UC, para el 2013, un 40% de los adultos mayores en Chile declaró que cuidaban a sus nietos, mientras que datos del 2008 de la Unicef mostraban que un 42% de los niños y niñas declaraba que en su crianza participaba un tercer adulto significativo.
“Hay mucha gente que ha tenido un apoyo constante de sus abuelos, incluso de grandes cuando han sido más jóvenes los abuelos. Y han pasado todas sus etapas más importantes con sus abuelos presentes. Entonces, es súper heavy no tenerlos. Yo no tuve mucho de esta relación de los abuelos. Por eso me da tanta pena que, en el caso de mi mamá con Sofía, se haya truncado, que no exista esta cosa de que se acompañen en el tiempo. Pero así es la vida, hay que aceptarlo. Pero uno tiene derecho a soñar y a pensar cómo hubiese sido”, comenta la ilustradora.
Varios pasajes del libro se mueven sobre las cosas que la nieta no alcanzó a vivir con su abuela. Sin embargo, el desenlace apunta a la esperanza de creer que, de alguna u otra forma, el recuerdo siempre será parte del futuro. En palabras de su autora, el final del cuento “representa la búsqueda de Sofía, que en algún momento se va a dar cuenta de que su abuela está en ella. Algo de mi mamá está en Sofía, genéticamente y también psicológicamente”.
La necesidad de vivir el duelo
Durante los dos años de pandemia han sido varios los aspectos de la vida en sociedad que se vieron permeados. Entre ellos, el ritual fúnebre, una de las costumbres más antiguas de la humanidad y que viene de la mano con el proceso del duelo.
Los protocolos funerarios, especialmente en los primeros meses, fueron estrictos en todos los casos, especialmente en aquellas muertes causadas por el COVID 19. Esto se expresó en medidas como la reducción en los aforos, la limitación del velorio previo e incluso la prohibición de acercarse al féretro.
“Supe de mucha gente que ni si quiera pudieron ver a los parientes que se les morían. Y eso es terrible, porque quizás por el apuro del momento o la contingencia no había otra manera. Pero creo que el daño para esa gente es irreparable”, comenta la ilustradora, agregando que “a todo el mundo esto lo pilló sin aviso. Y sé que las cosas se han tratado de hacer lo mejor posible, pero específicamente en el tema del covid, creo que fue súper duro para mucha gente”.
En su opinión, y en base a su experiencia personal, la ilustradora es tajante en su postura: no poder despedirse de un ser querido no da lo mismo. “Es un tema súper relevante y creo que las autoridades deberían sacar conclusiones y pensarlo a futuro, porque es muy importante, sobre todo para los niños. Los adultos podemos sobrellevar muchas más cosas, pero para un niño, que no esté su mamá, su abuelita, y que de repente le digan que ya se murió y que ya la enterraron, y no le pudiste ir a poner una flor encima... Es algo que es parte del ser humano. Por algo tenemos los cementerios, nuestros ritos. Son cosas que no tienen que mirarse tan a huevo, como pensando que podemos saltarnos esto. No sé si es tan así”.
***Mi abuela ya no está ya se encuentra disponible en el sitio web de editorial Recrea, y próximamente en librerías.
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