Si hablamos de mujeres transgresoras, quienes a punta de talento, desplante, valentía y una privilegiada voz no solo supieron hacerse un lugar en la industria, sino también abrieron el camino a toda una generación, poniendo sobre la mesa temas como el empoderamiento femenino, uno de los nombres ineludibles es el de Bessie Smith.
Desafiando las actitudes sociales de su época y reconocida como la “Emperatriz del blues”, Smith es considerada como una de las cantantes más influyentes de todos los tiempos. Si bien la cúspide de su fama la alcanzó durante la denominada “era del jazz” en Estados Unidos, su renombre como cantante de blues la convirtió en la voz femenina afroamericana más popular de su época durante la década de 1920.
Sus letras retrataban el dolor que emanaba desde la raíz misma del suelo por el que transitaba, evocaban las problemáticas raciales de principios de siglo XX en Estados Unidos, y, a su vez, se posicionaban de una manera muy poco común durante la época sobre el desamor y las relaciones amorosas.
Por ejemplo, en su sencillo de 1923, Sam Jones Blues, no existía en su voz atisbos de remordimiento al narrar la historia de una mujer que se divorciaba. Más bien, abrazaba el evento como una liberación, hablando sobre la independencia femenina en tiempos en que esto no era algo común, ni en tópicos musicales ni en la sociedad.
“Solía ser tu compañera, pero el juez cambió mi destino.
Hubo un tiempo en el que podrías haber entrado y llamar a este tu hogar, dulce hogar.
Pero ahora es todo mío para siempre, soy libre y vivo sola.
No necesito tu ropa, no necesito que pagues la renta…”.
***
Bessie Smith, hizo siempre lo que quiso, cómo quiso y dónde quiso, sobre todo durante su apogeo como cantante.
Su convicción y su carácter fuerte, la impulsaron desde sus primeros días a perseguir la fama y la grandeza. Para ella, no existió nada que la detuviera a vivir la vida que quería para sí misma: ni los hombres, ni los tiempos, ni siquiera el considerar que durante su época era prácticamente imposible para un afroamericano, y si cabe, menos aún para una mujer afroamericana, llevar una vida más privilegiada.
Sin embargo, esta motivación no impidió que, como cantante, también reflejara la lucha que debían vivir millones de afroamericanos al igual que ella, así como también hacer frente a la violencia de género. Esto último quedó reflejado en letras de canciones como I used to be your sweet mama, que la artista publicó en 1925.
“Grito al mundo que ningún hombre me puede maltratar ni esperar mi amor todo el tiempo.
Cuando él deambule será mejor que se quede por ahí
Y si vuelve, me va a encontrar”.
Su estándar como la emperatriz del blues, sumado a su imagen de diva, la que exacerbaba vestida con brillantes y vistosos vestidos, adornada con pelucas, plumas y elaborados tocados, no ocultaban su riqueza, pese a haber vivido difíciles comienzos. Era esta su brillante carcajada ante una vida que jamás consiguió doblegarla.
“Fui pobre y fui rica, pero prefiero lo segundo”, señaló alguna vez.
El primer contacto
Los primeros años de Bessie Smith han sido difíciles de descifrar, sobre todo, considerando que fines de siglo XIX y comienzos del XX en Estados Unidos, la gran mayoría de los afroamericanos aún no contaban con actas de nacimiento.
De cualquier forma, se reconoce que Bessie Smith nació un 15 de abril de 1894 en Chattanooga, en un pequeño barrio mayoritariamente negro ubicado en Ninth Street, llamado Bluse Goose Hollow.
La cantante provino de una familia sumida en la extrema pobreza, y sus padres fallecieron de manera prematura, dejando a Smith junto a sus cinco hermanos a merced de su propio destino. Se dice que era solo una niña cuando comenzó a actuar por las calles para poder conseguir algo de dinero y así poder alimentarse junto a sus hermanos. Su hermana mayor, Viola, se encargó por entonces de todos sus demás hermanos.
Dado que desde muy pequeña no contó con la presencia de sus padres, Smith no tuvo educación y fue absolutamente una autodidacta en cuanto al canto y baile. Todo lo que aprendió lo supo de sus experiencias actuando en las calles.
De esta forma, Smith en compañía de su hermano Andrew Smith cargaron sobre sí todo el peso de tener que llevar dinero a su hogar. Ella, cantaba y bailaba, mientras él tocaba la guitarra, transformándose en los verdaderos dueños de su vereda frente al White Elephant Sallon, que se erigía en el corazón del barrio afroamericano de su ciudad.
Fue durante estos días en que una incipiente y pequeña Bessie Smith aprendería todo lo que le serviría durante sus años posteriores.
Tras un tiempo, el primer contacto con la industria musical se daría gracias a su hermano mayor, Clarence Smith, quien había tomado la determinación de marcharse junto a Moses Stokes, una agrupación musical que viajaba de ciudad en ciudad en el año 1904.
“Si Bessie hubiera tenido la edad suficiente, se habría ido con él. Es por eso por lo que se fue sin decírselo. Pero Clarence me dijo que ella ya estaba lista, incluso entonces. Por supuesto, ella era solo una niña”, señalaría la viuda de Clarence, Maud, según consigna el medio inglés, Foraut Magazine.
Fue casi ocho años después de su partida, cuando en 1912, Clarence Smith regresó a su ciudad natal junto a Moses Stokes. Por entonces, su hermano mayor se encargaría de promover una audición para que Bessie Smith se presentase frente a Lonnie y Cora Fisher, quieren eran los principales promotores de la banda itinerante.
Así, pese a su capacidad vocal, Bessie Smith fue contratada exclusivamente como bailarina.
Tras un breve tiempo, más tarde formaría parte de la agrupación Rabbit Foot Minstrels, también como bailarina, ya que, por entonces, el puesto de cantante principal de la agrupación lo llevaba nada menos que la mítica Ma Rainey, leyenda de la música popular norteamericana reconocida como “la madre blues”.
La influencia de Ma Rainey en Bessie Smith, sería crucial. De hecho, durante su época -y no exentas de escándalo- las canciones interpretadas por Ma Rainey hablaban directamente sobre su bisexualidad. Así, sencillos como Prove it on me blues, grabada en 1928, eran tanto una declaración abierta, así como un desafío a la sociedad de la época.
“Mis amigos me dicen que estoy torcida, yo no sé de dónde lo habrán sacado.
Quiero que el mundo entero lo sepa
Dicen que lo he hecho, nadie me ha pillado
De seguro tengo que demostrarlo en mí.
Salí anoche con muchos de mis amigos
Deberían haber sido mujeres, porque no me gustan los hombres.
Es verdad que llevo un cuello y una corbata
Hace soplar el viento todo el tiempo
No dices que lo hago, nadie me ha pillado
Seguro que debes probarlo en mi”.
Bajo su alero, en 1913 Bessie Smith comenzó poco a poco a ganarse un espacio como cantante, desarrollando sus espectáculos principalmente en el recinto reconocido como Teatro 81 en la ciudad de Atlanta. Sería aquí donde ella comenzaría a posicionar su nombre como una de las cantantes más importantes del sur y la costa este de Estados Unidos. Por entonces solo faltaba un pequeño golpe de suerte.
Gana una, ganan todas
Así, en 1920 la canción Crazy blues de la cantante Mamie Smith, con la que no poseían relación salvo el alcance de apellido, fue lanzada por el sello Okeh Records, cosechando un enorme e insospechado éxito. Por entonces, las grandes discográficas eran renuentes a comercializar discos de afroamericanos por motivaciones racistas. Sin embargo, el éxito cosechado por Crazy Blues, provocaría que todas las miradas se volvieran hacia cantantes que, por entonces, no habían tenido mayor difusión a nivel industrial.
De esta forma, en 1923 Bessie Smith sería fichada por Columbia Records, por medio de la gestión de Frank Walker, un reconocido cazatalentos.
Su primer sencillo, Downhearted blues, originalmente escrito por la pianista Lovie Austin y la cantante Alberta Hunter, vendió cientos de miles de copias, lo que incluso ayudó a su sello a salir de una complicada crisis financiera. Así, durante el resto de la década Bessie Smith se transformaría en una de las primeras cantantes femeninas del blues clásico establecida en la industria.
Y con ello, vino también la estabilidad laboral: se dice que llegó a ganar más de dos mil dólares por semana, transformándose así en la primera mujer afroamericana en ser el centro estelar de la industria musical y del espectáculo, además de la mejor pagada.
Por entonces, su banda alcanzó a albergar a 40 integrantes, con quienes recorrió gran parte de los Estados Unidos, siendo profundamente aclamada. Sin embargo, las restricciones raciales seguían vigentes en el país norteamericano, por lo que, para evitar conflictos al viajar en tren, se compró un exclusivo vagón para realizar sus giras.
Su música, por entonces, fue un fenómeno disruptivo, sobre todo en cuanto a su temática. Incluso años antes que el hip hop denunciara la precarización de la vida de los afroamericanos de los barrios bajos, Smith evocó y dio voz a mujeres pobres, afroamericanas, desde esa realidad cotidiana que ellas mismas vivían, instándolas a vivir la vida al máximo.
Por ejemplo, en su primer gran éxito, Downhearted blues, la cantante narra la historia de una mujer que está loca por un hombre, el que la maltrató y le “rompió el corazón”. Sin embargo, la actitud que enuncia, comprometiéndose consigo misma a evitar esta situación en el futuro denuncia que “el próximo hombre que tendré”, debe ser todo suyo.
“Tengo el mundo en una jarra, el tapón en mi mano
Tengo el mundo en una jarra, el tapón en mi mano
Voy a aguantar hasta que ustedes estén bajo mi mando”.
De esta forma se mostró ante el mundo como una mujer decidida, con el poder de rechazar lo que le hacía daño y que no se permitiría volver a pasar por una situación similar. Por entonces, esto era completamente revolucionario, considerando que la voz que encarna este personaje proviene de una mujer negra y, durante sus primeros años, pobre.
Así, Bessie Smith se transformó en una de las primeras mujeres iconoclastas de la música norteamericana, transgrediendo y exponiendo temáticas durante los años 20 que no serían aceptadas sino hasta los años 60.
De la misma forma, a mediados de la década de 1920, en el auge de su éxito, llegó a presidir la Asociación de Reservas de Propietarios de Teatro, conocido en sus siglas en inglés como TOBA, uno de los circuitos de teatros más importantes de su época.
A fines de 1920, Bessie Smith ya había grabado con gran parte de los músicos y cantantes más importantes de su época, como Joe Smith, Fletchet Henderson e incluso el trompetista Louis Armstrong, con quien grabó la canción St. Louis Blues.
El declive y un legado imperecedero
Sin embargo, su carrera en la música y el posicionamiento como diva sería relativamente fugaz, alcanzando a durar solo 10 años. Con el estrellato, el glamour, el dinero y la fama llegaron también los excesos en su vida. Ella no solo pregonaba sobre vivir de manera salvaje y a su antojo: también lo hacía.
Se dice que, por entonces, algunas de sus parejas se quejaban y comentaban que Smith era “adicta al sexo”. De cualquier forma, la cantante se casó en dos ocasiones, y tras la ruptura de su última relación se mantuvo en pareja con otra mujer y adoptó un hijo. Por entonces, sus problemas con el alcohol se hicieron cada vez más frecuentes.
En total grabó cerca de 160 discos para el sello Columbia. Pese a que, a comienzos de los años 30, Smith perdería cierta popularidad, ella conseguiría mantenerse relativamente vigente junto a su agrupación, coqueteando con ritmos que fueron desde el jazz al swing.
No obstante, la Gran Depresión financiera que azotó a Estados Unidos en 1929 y que causaría estragos en el mundo, lo haría también en las finanzas de una consolidada Bessie Smith. De esta forma, la cantante se vio obligada a vender su tren, además tuvo que acotar los escenarios de sus presentaciones, volviendo a bares, salones y prostíbulos.
Su última grabación la realizaría cuatro años después, si bien ya el formato vodevil ya no gozaba del glamour que lo rodeaba durante sus mejores años, su voz jamás perdió su sello distintivo.
Finalmente, algunos de los acontecimientos que de derivaron en su muerte, así como sus primeros años, tampoco está del todo claros.
Lo concreto es que Bessie Smith se encontraba en un automóvil junto a su amigo Richard Morgan la mañana del 26 de septiembre de 1937, camino a una función de Memphis a Darling, Mississippi. En el camino, sufrieron un grave accidente de tráfico que resultó con Morgan ileso y con la diva gravemente herida. Por entonces Smith tenía 43 años.
Tras el accidente, una de las teorías señala que la cantante falleció debido a que tras ser trasladada a un hospital en el que se atendían solo personas blancas (por entonces esto aún existía) se le negó su atención.
Por su parte, el etnomusicólogo estadounidense Alan Lomax en su libro La tierra que vio nacer el blues (1993), respaldaría años después esta teoría. Sin embargo, otras fuentes señalan que resulta difícil que se le haya trasladado directamente a un hospital destinado a personas blancas, ya que cerca del lugar del accidente existían otros hospitales destinados para afroamericanos al que se le podría haber dirigido de manera más rápida. Estos hechos eran algo común en el sur de Estados Unidos en aquella época.
De cualquier forma, sería entonces que la primera gran diva del blues abandonaba el mundo. Sin embargo, su legado marcó profundamente a una serie de cantantes que quienes alcanzaron una gran influencia en épocas posteriores.
Así, cantantes de la talla de Billie Holliday, Dinah Washington, Mahalia Jackson o incluso la mítica Janis Joplin se han visto influenciadas por Smith.
De hecho, se dice que debido a que los familiares de Bessie Smith no pudieron costear una lápida, su tumba se mantuvo prácticamente anónima durante varios años. Sin embargo, tras enterarse de esto durante los años 70, sería la propia Janis Joplin en compañía de una enfermera de Filadelfia quienes se encargarían de cubrir los gastos de una gran lápida.
En su epitafio, a modo de tributo para una de las más importantes cantantes de la música popular estadounidense, escribieron: “Bessie Smith, 1895-1937. La cantante de blues más grande del mundo nunca dejará de cantar”.