Annie Ernaux ha llevado desde los 16 años un diario de vida en el que anota lo más íntimo y a la vez colectivo que posee el ser humano: su experiencia. Y justamente allí, entre sus recuerdos y vivencias que componen su propia historia, encontró la materia prima para escarbar y nutrir su literatura.
En ella revisita constantemente los lugares que componen su vida, además de escudriñar entre sus amores, sus pasiones, su deseo, su crianza y una suerte de “traición” hacia la clase baja francesa de la cual proviene.
Leer a Annie Ernaux es entrar a un mundo profundamente personal, pero que desde su íntima perspectiva, dialoga directamente con lo colectivo. En sus libros, exhibe, indaga y reflexiona desde su propia historia, creando un universo autobiográfico que de manera recurrente se revisa a sí mismo, anclando sus novelas con sus diarios.
En ellos, por medio de una prosa directa, muy pulida, con la que no resulta difícil conectar, la escritora alumbra algunos de sus eventos vitales, los que proyectan en su lectura elementos que quizás en la experiencia cotidiana pasan desapercibidos.
Hoy, su labor como narradora en primera persona ha sido reconocida como una influencia por algunos autores franceces contemporáneos como Emmanuel Carrère, Édouard Louis o Didier Eribon. Incluso, durante el año pasado, se mantuvo como una de las favoritas para obtener el premio Nobel de Literatura, reconocimiento que finalmente recayó en el novelista tanzano Abdulrazak Gurnah.
Además, algunas de sus obras han sido llevadas a la gran pantalla. Así, recientemente, se estrenó en Europa la cinta El acontecimiento (2021), basada en la novela del mismo nombre, en que la autora relata su experiencia frente al aborto, que vivió siendo aún una estudiante.
Los primeros años
Nacida el 1 de septiembre de 1940 en Lillebonne en Francia, Annie Duchesne -apellido que llevaba de soltera- se trasladó siendo aún muy joven junto a sus padres, quienes trabajaban por entonces como comerciantes, a la localidad de Yvetot, en lo que por entonces era conocido como la Alta Normandía.
Allí sus padres establecieron una cafetería de abarrotes en una colonia popular, siendo ésta, como ha señalado la propia autora, “la cúspide para unos antiguos obreros que apenas habían asistido a la escuela”.
Siendo aún una niña, Ernaux se convirtió en una precoz y voraz lectora, interés que en sus primeros años fue principalmente promovido por su madre, quien se encargaba de facilitar a ella lecturas que la incentivaran y nutrieran intelectualmente. Ella consultaba con un librero local amigo suyo sobre los títulos que pudieran ser los más idóneos para la formación de su hija.
Si bien esta inquietud resulta medianamente espontánea, la escritora ha sostenido que su paso desde la lectura a la escritura, más que por una inspiración personal, está determinada por eventos vitales.
“No creo en la vocación sino en una sucesión de casualidades: la del nacimiento, los encuentros, lo que te va pasando… Si existiera la vocación de la escritura, ¡resultaría sorprendente que haya sido masculina durante tanto tiempo!”, señaló Ernaux en 2020, en una entrevista realizada para la Revista de la Universidad de México.
De esta forma, son precisamente estas casualidades, citadas por Ernaux, las que van construyendo su universo literario. Por ejemplo, con solo diez años escuchó una conversación que sostuvo su madre con una vecina, por medio de la cual se enteró que su progenitora había tenido otra hija algunos años antes.
Annie Ernaux que hasta entonces se concebía como primogénita e hija única, jamás llegó a conocer a su hermana, nacida dos años antes, pero que fallecería producto de la difteria.
La futura escritora jamás se atrevió a preguntar a sus padres por su primera hija, y ellos jamás lo comentaron con ella. Sin embargo, este descubrimiento la llevó a comprender algunas de las actitudes que tenían sus padres durante su infancia. Por ejemplo, un temor constante a que Annie Ernaux contrajera algún tipo de enfermedad. Es precisamente este silencio, el que empuja a la autora a reinterpretar sus primeros años, lo que queda plasmado en su libro La otra hija.
“No escribo porque estás muerta. Has muerto para que yo escriba, ahí está la gran diferencia”, le escribe en la novela a su hermana que no conoció, pero cuya presencia la compaña incluso en su adultez.
La escritora
Tras pasar sus primeros años en Yvetot, se traslada a Ruan para cursar sus estudios universitarios de Literatura Francesa. Y sería durante este tiempo, cuando ella contaba con solo 20 años, que se instalaría en ella el germen de comenzar a escribir su primera novela.
“Tardé dos años en empezar a escribirla, el tiempo necesario para obtener mi licenciatura en Literatura francesa y para leer una y otra vez a Flaubert, Virginia Woolf, Lawrence Durrell y algunas obras pertenecientes al nouveau roman que dominaba entonces la escena literaria. Estas últimas me permitieron imaginar una forma en la que podían alternarse recuerdos, sueños, la narración del presente y la representación del porvenir, con el amor imposible como tema principal”, señalaría Ernaux en la entrevista con el medio anteriormente citado.
Como ha señalado la propia autora, la pieza era un texto difícil de definir, una mezcla entre ensayo y poema, la que nunca llegaría a publicarse en un libro.
“No me desanimé, estaba decidida a seguir escribiendo, pero en ese momento la casualidad, en forma de encuentro amoroso, estuvo a punto de frustrar toda posibilidad de creación”, señaló Ernaux en una entrevista realizada por la catedrática mexicana, Lydia Vásquez Jiménez.
Lo que estuvo cerca de alejar a Annie Ernaux de seguir su impulso de escritora, fue encontrarse en 1967, con 27 años, casada, siendo madre de su primer hijo y ejerciendo como profesora.
Aunque si bien la autora ha destacado que jamás a dejado de escribir, no sería hasta 1974 que publicaría su primera novela, Los armarios vacíos (1974), en la que narra la historia de una estudiante universitaria que se somete a un aborto. Con esta publicación, ganaría cierta reputación en la escena literaria internacional, aunque por entonces aún no existía en su prosa el yo biográfico por cuyo manejo es hoy en día reconocida. De hecho, el personaje principal es una joven llamada Denise Lesur.
Así, no sería hasta la aparición de su novela El Lugar, estrenada originalmente en Francia en 1983 cuya publicación constituyó un punto de inflexión en su obra. En ella, la autora adoptó un estilo frío y minimalista, en el que entremezclaría la experiencia histórica e individual. De esta forma, Ernaux comenzaría a posicionarse entre la escena literaria francesa.
Desde entonces y de manera intermitente, le seguirían una serie de publicaciones en que con cuyo tono personal y neutro presentaría diferentes etapas de su vida. Entre estos hitos se encuentran libros como El lugar (1983), en donde en parte se narra el ascenso social de su familia; Pura pasión (1991), en que describe su deseo sexual, y quizás uno de los más bullados, El acontecimiento (2000).
Precisamente sería con este libro en que la autora retomaría su experiencia frente a un tema que, incluso en la fecha de su publicación, resultó polémico.
En él, Ernaux da su testimonio de cómo en octubre de 1963, mientras se encuentra en Ruan estudiando filología descubre que está embarazada. Ella, desde el primer momento, reconoce su deseo de no tenerlo y frente a su decisión se encuentra con que gran parte de su círculo universitario le da la espalda.
A su vez, su familia no sería consciente de este hecho, ya que ella decide no comentarlo. Además, su pareja toma la decisión de desentenderse del asunto. Así en medio de un círculo cercano que cierra los ojos ante su situación, el libro relata cómo fue que se acercó a distintos médicos para que pudieran ayudarla, quienes hacen caso omiso de sus peticiones. Bajo este contexto, Ernaux encuentra por medio de unos conocidos el contacto de una mujer que pasó por su misma situación, llegando así a alguien que podría realizar aquel “trabajo”.
La novela refleja en un todo seco, el desamparo que muchas veces sufren las mujeres por parte de su entorno al encontrarse en esta situación, viéndose expuestas a procedimientos de este tipo en lugares clandestinos que ponen en riesgo su propia vida. Además, dentro del relato, sello personal de la autora, se proponen reflexiones en torno a la literatura y el propio libro que se encuentra en marcha.
“Varios de mis libros tienen como punto de partida un hecho que era inconfesable pero que se podía decir en una frase: “Mi padre ha querido matar a mi madre” -La vergüenza-, “Estaba enamorada de quien me violó” -Memoria de chica-, “Tuve un aborto clandestino” -El acontecimiento- o “Durante un año no hice otra cosa que esperar a un hombre, a que viniera e hiciéramos el amor” -Pura pasión-, etcétera. De hecho, lo indecible es lo que me motiva: una vez expresada, lanzada la confesión, explorar qué ha producido la vergüenza, examinar exhaustivamente el territorio de mi vergüenza. De esa forma la transformo en una herramienta, un motor de búsqueda”, señalaría la autora en la entrevista citada anteriormente, sobre su escritura.
El acontecimiento no solo ha sido reconocido por la crítica, sino que también su argumento referido a una problemática de tanto peso en el mundo contemporáneo ha dado paso a una adaptación cinematográfica titulada, al igual que el libro. La película fue dirigida por al cineasta francesa Audrey Diwan y obtuvo un León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia 2021.
El presente
Si bien durante los últimos años, algunas casas editoriales españolas como Tusquets o Cabaret Voltaire han publicado diferentes libros de la autora, los que se pueden encontrar en diferentes librerías de nuestro país, buena parte de su bibliografía continúa aún inédita en castellano. Así, el último libro publicado por Annie Ernaux, titulado Hotel Casanova (2020), de momento, aún no posee traducción a nuestra lengua.
De esta forma, queda aún un vasto universo literario de la autora por descubrir, el que en cada párrafo lucha contra el que quizás es un destino ineludible. Así, tras ser consultada por el suplemento español El Cultural, sobre qué es lo que la empuja a seguir escribiendo, Annie Ernaux ofrece una respuesta tan lucida como cualquiera de sus mejores párrafos.
“Quizá sea esa sensibilidad excesiva, mi plena conciencia del hecho de que vamos a ser olvidados, lo que me empuja a escribir. Pero no es algo narcisista, no lo hago para que no me olviden a mí, sino desde la plena conciencia de que todos vamos a ser olvidados, así que en realidad escribo contra ese olvido general, lucho contra él”.