Debutante no es un término que suela asociarse a Beto Cuevas y sus más de tres décadas de trayectoria musical. Protagonista de llenos en anfiteatros y recintos de importante capacidad, además de participante del festival Vive Latino en 2014 junto a su exbanda, La Ley, sorprendentemente ayer era el momento de su primera vez en la edición local de Lollapalooza. Un estreno que tuvo que esperar dos años, porque el músico estaba confirmado para la versión de 2020 que la pandemia postergó hasta este fin de semana.
Pasada la quinta canción en el escenario Axe, la voz de Tejedores de ilusión transparentó la liberación que implicaba por fin irrumpir en la cita musical más multitudinaria del país luego del frenazo que decretó el Covid para la música en vivo. “Ya estaba chato de los acústicos frente al teléfono”, soltó aliviado cuando ya había conseguido entibiar al público. La audiencia, muy debajo del promedio de edad del evento y notoriamente más madura que la que apareció en simultáneo a ver al trapero Pablo Chill-E en otro punto del recinto, agradeció la oleada de hits que eligió para timbrar su aterrizaje en el Parque Bicentenario de Cerrillos.
Poco importó que el vocalista saliera un tercio de hora más tarde de lo planificado –producto de la demora en cadena que sufrió desde más temprano la programación de los escenarios Axe y Lotus–. Había pocas ganas de pifiadera por los minutos de desfase según la grilla oficial. Más bien, un respeto irrestricto por uno de los representantes más experimentados de la armada chilena del décimo aniversario del festival. El músico respondió abriendo su show con Aquí, declarando desde un inicio que su set estaría consagrado a la rica historia que comparte con la agrupación disuelta en 2016.
El puñado de temas que seleccionó para cerrar su show de una hora (Mentira, Prisioneros de la piel, Doble opuesto, Día cero, El duelo) fueron un combo perfecto para transportar a los asistentes a 30 o 20 años atrás. Condimentado por un cielo nuboso que ocultaba los últimos rayos de sol, la postal animó la emoción de un público que hace rato dejó de ser prioridad número de los organizadores del evento pero que aún tiene algunos números con los que pasar la tarde, ya sea en pareja o luego de acompañar a los hijos a Kidzapalooza.
Con trajín de sobra, Beto Cuevas salió a ganarse los aplausos de la cita, según sus palabras, “una cuenta pendiente”. Incluso se sobrepuso con temple a la molestia de implicaba que se escucharan los elevados decibeles de los estadounidenses A Day To Remember desde uno de los dos escenarios principales. En respuesta, llamó a que los presentes rugieran más fuerte, aunque el ambiente estaba más para la emoción honesta y comedida que para los chillidos.
Su presentación sólo se salió de libreto dos veces. Hacia el final, para interpretar su cover de Digan lo que digan, de Raphael, y antes para incluir una alusión puntual a la guerra en Ucrania. “Descubriste el fuego/ Para facilitar tu vida/ Y ahora lo usas para encabezar/ Marchas de guerra/ Abuso de poder demente/ Tu necia manera de jugar/ A dónde vas”, canta en Hombre, el tema por el que apostó para incluir gráficas con la bandera ucraniana y un llamado antiguerra.
Sin embargo, no hubo menciones directas del cantante a la invasión que comenzó Rusia hace algunas semanas. Debe haber considerado que sobraba ser más explícito en ese momento. La tarde estaba totalmente volcada a celebrar aquellos himnos que junto a sus viejos compañeros instaló en el cancionero popular.