Su nombre era uno de los platos fuertes en la cuota urbana del festival, y su llegada al Perry’s Stage la más esperada de la jornada de ayer. Pablo Acevedo, más conocido como Pablo Chill-E, es de las grandes figuras del trap criollo, género musical que cada vez toma mayor protagonismo en la escena nacional.
A los 15 años comenzó a componer sus primeras canciones. Poco tiempo pasó hasta que el sello español La Vendición (fundado por los músicos Yung Beef y Kaydy Cain) lo fichara como una de sus promesas en territorio nacional. El lanzamiento de su EP Antijiles (2016) fue una pequeña muestra de lo que el destino le depararía: hoy, con 21 años, siete álbumes y colaboraciones con artistas de talla mundial como Bad Bunny, lo consagraron como un imprescindible del lineup.
Y así lo demostró. En el Perry’s Stage lo precedió Ceaese, otro grande de la música urbana contemporánea con rúbrica local. Su show finalizó a las 17:15 hrs, pero la mayor parte del público convocado no abandonó el espacio, decididos a esperar 45 minutos de pie para presenciar con la mejor vista posible al líder de los Shishigang, la comunidad que sigue a Chill-E.
A las 17:30, una curiosa caja de dos metros de altura cubierta por una tela aterciopelada era instalada en el centro del escenario. Varios minutos después llegaría la sorpresa para los espectadores. Una serie de sonidos que imitaban el ruido que hacen las balas al encajarse en las pistolas anunciaban el inicio del show.
El velo se descubría y Pablo Chill-E salía de su escondite, desatando la euforia del público juvenil congregado en un rincón del Parque Bicentenario: “Llegaron los flaites”, gritaba desde el escenario, generando las ovaciones de sus espectadores.
La locura desatada por el chileno se mantuvo de principio a fin. Con un repaso por varias de sus canciones más reconocidas como Asueto, Singapur y Big Cut, el puentealtino mantuvo los ánimos a tope en todo momento.
Incluso, invitó a su amigo y colega Polimá WestCoast, con quien tiene varias colaboraciones. Juntos cantaron My Blood y Cuatro, dos temas que ya habían interpretado el viernes pasado durante el show de Polimá, quien sufrió un desmayo a raíz de una descompensación para el final de su recital. Luego se les sumó Harry Nach para interpretar juntos MONEYMAN.
En líneas generales, el show preparado por Chill-E reafirmó todos los elementos que conforman su identidad artística: la visibilización de todo lo que coloquialmente se entiende por “tener calle”, con un mensaje que expone las características de ese mundo y que, a su manera, reivindica temáticas sociales (expresadas en Facts, una de sus composiciones más políticas hasta ahora).
El espectáculo tuvo de todo y más. Incluso hubo una propuesta de matrimonio arriba del escenario, en la que el novio solicitó al cantante ser el padrino de bodas. Pero uno de los momentos que más impacto generó fue el término que el artista urbano dio a su debut en el Lollapalooza.
Con la controversia que lo caracteriza, puso el broche de oro con la canción Jaguar, que comienza con el verso “ahora todos hablan mierda de mí, ahora no me quiere nadie. Ahora están todos sensibles ¿Ya no les gusta la calle?”. Mientras, las pantallas del escenario proyectaban un collage de las notas televisivas que cubrieron algunas de sus polémicas mediáticas, como su detención en el aeropuerto el 2020 y la persecución policial que protagonizó el 2021 por conducir un auto supuestamente robado. Al terminar la canción, un grupo de hombres con vestimentas alusivas a la PDI llegaban para llevarse “preso” a Pablo Chill-E, dando un cierre abrupto a su presentación.