Este sábado siguió atenta la presentación de su compatriota Cami en el evento gracias a la transmisión oficial del festival. En su turno en el Parque Bicentenario de Cerrillos apuesta por dedicarle un segundo de su show a Doja Cat, la estadounidense de la que se declara fan y para cuyas seguidoras pide un grito.

Aludidas y quien alude tienen entre 25 y 26 años, son debutantes en la edición chilena de Lollapalooza y se aproximan a su oficio retando las inequidades históricas de la música. En vivo todas salen a imponer sus propios términos y en general no requieren contar con invitados para robustecer su propuesta artística.

Foto: Matías Delacroix / LollapaloozaCL

“Pinky promise, te juro amiga/ Que siempre estaré pa’ ti/ Tú eres mi gata, pussy family”, entona Princesa Alba en Pinky promise, parte de su álbum debut, Besitos, cuídate (2021), y una canción pop pegajosa con actitud aguerrida en que cristaliza uno de los temas de los que quiere hablar en su etapa actual: la incondicionalidad de la amistad femenina, la complicidad entre mujeres como salvación ante los embates de la vida. Las composiciones dedicadas al amor, alguna vez presentes en su creación, tal vez regresen. Pero no por ahora.

Admiradora de megaestrellas anglo de comienzos de los 2000 como Britney Spears y Christina Aguilera, la artista sale a defender su LP con sentido del espectáculo: está a la altura de la compleja labor de cantar y bailar en simultáneo, y encuentra buen respaldo en guitarra, batería y pistas; en tanto, las coreografías (un cuerpo de baile de cuatro mujeres y dos hombres) dialogan con coherencia con la energía que irradian sus canciones.

Trinidad Riveros –el nombre real de la cantante nacida en 1997– disfruta arriba del escenario pero no da nada por sentado, al salir a ganarse desde un arranque los aplausos como si esta fuera la oportunidad de su vida o el punto de inflexión de su carrera. Puede que esta ocasión lo sea, porque en el Perry’s Stage la recibió un gran marco de público y es una garantía que sumó nuevos devotos tras su paso por la décima edición de la cita.

Aunque sus inicios están en el trap (Del cielo mixtape, 2018), hoy busca consolidarse como estrella pop con identidad propia. El disco que lanzó en septiembre pasado es un paso adelante en ese sentido (hay una canción sobre la masturbación femenina, otra es acerca del amor propio, pero sobre todo prevalece la inventiva y el talento de una figura con potencial), y su interpretación en vivo le agrega estimable nervio a su obra de estudio, a ratos flirteando con el pulso de un acto de pop rock con matices de ritmos urbanos. De hecho, su primer álbum le proporciona material suficiente para decidir omitir de su set la popular My only one (2017) y cualquier tema de su EP de hace tres años, descartando títulos como Diamantes y Agua, que ayudaron a situarla como un nombre a tener en cuenta en el plano local.

Foto: Matías Delacroix / LollapaloozaCL

Esta vez Princesa Alba prioriza interpretar la mitad de su disco de 2021 y completar su presentación con singles que ha lanzado en el último par de años, los que rápidamente la pusieron a dialogar con el pop que disfruta desde adolescente: Mi culpa, Me equivoqué, Ya no quieres quererme y Convéncete. También elige incorporar Summer love (“la primera canción que canté en Lollapalooza”, en referencia a su aparición en 2019 en el show de Gianluca, su expareja) y Diario de vida, su más reciente tema, en que invitó a los asistentes a “sacar su lado más púber”.

Aunque el sonido tuvo algunos ripios, la artista respondió con un derroche de carisma y con una puesta en escena a años luz de la excesiva sobriedad que dominó durante el fin de semana entre los números chilenos que salieron a escena en el Perry’s Stage. El futuro se esboza auspicioso para la cantante y para brillar no necesita de nadie más que de sí misma. Sólo quizás también de sus amigas.