Seguro que cuando dieron el “sí” (ambos por segunda vez) el 31 de agosto de 1940, Vivien Leigh y Laurence Olivier solo imaginaban que lo que vendría sería miel sobre hojuelas. Para esa fecha, ambos se encontraban parados en el hombro de los gigantes. Olivier había sido nominado al premio Oscar como mejor actor por su rol en Cumbres borrascosas, la adaptación al cine de la esencial novela de Emily Brontë; Leigh, huelga decirlo, venía de ganar el Oscar a la mejor actriz por su interpretación de la caprichosa Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó.

Sin embargo, nada salió como lo esperaban. La historia acaba de ser desvelada a través del libro Truly, madly, una biografía del matrimonio escrita por el periodista Stephen Galloway, antiguo editor del portal de espectáculos The Hollywood Reporter.

Vivien Leigh y Laurence Olivier

Hacia el final del libro, se encuentra una escena que resulta reveladora. En 1955, ambos se encontraban compartiendo escenario mientras eran parte del elenco del montaje Titus Andronicus, de Shakespeare en Stratford, con Oliver haciendo de Titus, y Leigh como su hija, Lavinia. Para el público fue un montaje más, pero quienes compartieron escena, no lo olvidaron nunca más.

Galloway rescata el testimonio de Anthony Quayle: “Mientras Titus le decía palabras de amor y consuelo a la pobre mutilada Lavinia, [Leigh] maldecía [a Olivier] con las obscenidades más extremas imaginables, con un trozo de sangre sangrienta. gasa atada sobre su boca. El público no podía oír lo que decía ni darse cuenta de que estaba hablando, pero era perfectamente audible para los que estábamos allí”.

Para el libro, Galloway se basó en todas las biografías y autobiografías disponibles, además de entrevistas con aquellos que siendo parte del mundo hollywoodense, eran niños para entonces: la actriz Hayley Mills; el editor Michael Korda; o Tarquin Olivier, hijo del primer matrimonio de Laurence. Asimismo, Galloway recurrió a las memorias de Marlon Brando y las cartas de Noël Coward.

De esas cartas, Galloway cita un extracto revelador: “Su vida juntos es realmente horrible y aquí están atrapados por la aclamación del público...Son eminentes, exitosos, envidiados y adorados, y los más miserablemente infelices”.

“Una persona encantadora mientras vomitaba”

Otro punto que toca el libro de Galloway, es una pesada carga que tuvo que llevar Vivien Leigh: un trastorno bipolar. Aunque por entonces, era denominado como una depresión maníaca, y el desarrollo de la siquiatría y la medicina no estaba tan avanzado, por lo que -plantea Galloway- las terapias y medicamentos que podrían haberla ayudado en ese momento no existían.

Leigh, tenía momentos en que era simpática y sociable: “La única persona en el mundo que podía ser encantadora mientras vomitaba”, señaló el director y productor Alexander Korda. Sin embargo, tras esos momentos emocionalmente más agradables, venían instantes de mal genio y nervios desatados.

El libro cita el testimonio de un amigo de la actriz: “Lo más triste es que no nos dimos cuenta de que tenía una enfermedad. Todos pensamos que simplemente se estaba portando mal”, lo que da cuenta de que para entonces había escasa conciencia sobre la bipolaridad como un problema de salud mental.

Aún así, el matrimonio duró 20 años, entre 1940 y 1960. Para Alejandra Jacobs, del New York Times, y quien leyó el libro: “La pareja se elevó bruscamente hacia los cielos, luego fue sacudido por turbulencias antes de su inevitable caída a la tierra y directamente a través de al infierno”.

Los destinos de ambos fueron muy distintos tras su divorcio en 1960. Olivier volvió a casarse solo un año después con la actriz Joan Plowright, quien tenía 22 años menor que él, además, en 1963 fue parte de la creación del Teatro Nacional de Inglaterra, el cual tuvo a cargo hasta 1976. Incluso, el público chileno ha podido ver uno de sus buenos roles en la pantalla chica, personificando a Nicodemo en la miniserie Jesús de Nazareth (1977). Murió en 1989.

En tanto, Vivien Leigh nunca más volvió a casarse, y falleció poco después, en 1967, a los 53 años, producto de tuberculosis. En 1961 hizo una de sus últimas apariciones masivas para una proyección en Atlanta de Lo que el viento se llevó para el centenario de la Guerra civil de secesión. Se ubicó junto a Olivia de Havilland, y la actriz quien interpretara a Melanie Hamilton, recordó años después algo que Leigh le comentó mientras veían el ya añoso filme: “Es tan extraño, Olivia. No recuerdo esto. Simplemente no recuerdo”.

Truly, madly, por ahora solo está disponible en inglés. Se puede adquirir desde Amazon.