“Cuando se termine de contar, te doy firmado que va a ser uno de los decomisos más grandes a nivel de Latinoamérica”, dice tajante a Culto Jorge Muñoz Rau, presidente de la Corporación del Libro y la lectura, aún calibrando el gigantesco decomiso de libros piratas que la PDI realizó la tarde del miércoles los pisos 4 y 8 de Nataniel Cox #107. Es que, preliminarmente, se habla de unos 60 mil ejemplares falsificados y estiman hay cerca de 400 y 500 millones de pesos involucrados.
“Eso es un conteo al ojo, en cantidad de estanterías. Vi las bodegas y un número eran 50 mil, pero ahora se está haciendo el conteo uno a uno”, añade Muñoz, por lo que la cantidad involucrada podría ser mucho mayor.
El hecho comprometió a un conocido librero de calle San Diego, Manuel Vásquez, quien además de tener una cadena de tres librerías (Megalibros), era uno de los socios y directores de la Cámara Chilena del Libro, a la cual renunció tras conocerse el hecho.
La entidad, que organiza la FILSA, en un comunicado hecho público ayer, señaló al respecto: “Presentó su renuncia como director y socio de la Cámara Chilena del Libro, manifestando que con esta decisión busca no perjudicar a la asociación gremial ante los hechos en los que se le ha involucrado, esperando esclarecer todo lo sucedido en el proceso judicial”.
Tan grande fue la cantidad que incluso, desde la Corporación tuvieron que darle una mano a la PDI para poder retirar todo ese material pirata de las bodegas. “Aportamos seis camiones, tres camionetas y estuvimos dos días ida y vuelta sacando todo”, señala Muñoz.
El tema del volumen no es menor, puesto que influye directamente en la industria, asegura Muñoz. “Rescatar de la cuneta 6, 8 libros, o 50 libros piratas de una librería de provincia no es mucho avanzar, pero encontrar la imprenta, encontrar la bodega de distribución, eso sí es un golpe a estas mafias del comercio ilícito”.
Los principales daños
¿Cuál es el daño que genera dicha cantidad a la industria? Lo principal, indica Muñoz, se encuentra en el tema de la defensa de los derechos de autor. Es quizás, el principal motivo que mueve a la Corporación a denunciar a estas mafias. “Es el justo pago a la creación, cada libro pirata que se vende es un ingreso menos para los autores. Y acá estamos hablando de un volumen impresionante”, indica.
Además, Muñoz cita el daño a nivel del no pago del impuesto al libro, en rigor, el IVA equivalente al valor neto del producto editorial, cuyo porcentaje en Chile es de un 19%. “Está el daño fiscal -agrega Muñoz-. Aquí no hay tributación del IVA Nosotros estamos oficiando al SII para que se haga parte del proceso”.
Daniela Correa, directora ejecutiva de la Corporación del Libro y la lectura, entidad que agrupa a los sellos más grandes como Penguin Random House, Planeta, Zig Zag, Catalonia y Santillana, y que organiza el FAS (Festival de autores de Santiago), señala: “Lo grave de todo esto es que la piratería está siendo una industria enorme y afecta a la cadena del libro, libreros, editores y autores, que ya está debilitada por la pandemia. Se pasan a llevar derechos de autor”.
“Esto es que alguien se está haciendo rico a costa del trabajo de mucha gente -añade Correa-. La piratería no es como un acceso a la ciudadanía, sino un delito. Deja de pagar impuesto a un Estado que más que nunca hoy lo necesita, no paga a los escritores, a los libreros. Es bien grave la escala a la que ha llegado. Si son más de 50 mil ejemplares y que los distribuían a todo el país”.
Francisca Jiménez, presidenta de Editores de Chile, la agrupación gremial que reúne a las principales editoriales independientes y universitarias y que organiza la Primavera del Libro, señala al teléfono con Culto: “Nos parece súper grave y terrible para el ecosistema del libro este tipo de prácticas. Es un delito y tiene que zanjarse de forma judicial”.
La crisis del papel
El daño es más cuantificable, indican los involucrados, si se piensa que desde los días más duros de la pandemia en las imprentas hay una fuerte escasez de papel bond ahuesado, que es el que habitualmente se usa para la impresión de libros. Lo cual ha derivado en retrasos en las salidas de ejemplares de nuevos ejemplares originales. Por lo tanto, que además en el decomiso se haya encontrado una imprenta, fotocopiadoras, guillotinas, resmas de papel y un número ingente de ejemplares piratas, es algo que llama profundamente la atención.
“Hay una compra de papel por parte de esta gente, en volúmenes que no son menores y podemos creer que no se han comprado con factura y ahí hay que hacer un análisis a la cadena de producción”, señala Jorge Muñoz.
“Efectivamente, el tema del papel está terrible -señala Francisca Jiménez-. A las editoriales les han subido los costos entre un 30% y 40% porque no hay. Y que se esté yendo para piratear libros es súper grave”.
Por su parte, Daniela Correa agrega: “Eso es súper impresionante, porque además se pillaron imprentas. Es muy raro porque hoy, las imprentas están con crisis de papel, y ellos tenían papel de sobra para hacer fotocopias e impresiones”.
Contactados para esta nota desde Culto, desde la Cámara Chilena del Libro optaron por no dar declaraciones y se remitieron al comunicado entregado durante el día de ayer: “Nuestra asociación gremial condena las acciones de piratería, falsificación y comercio ilegal que afectan gravemente a toda la cadena del libro, escritores, editores, impresores y personas que trabajan en el sector”.