Para inicios de 1987, el cineasta John McTiernan estaba preocupado. Para su nueva película no tenía un protagonista, el guión de Duro de matar (Die hard, en inglés) había rebotado de las manos de varias estrellas del cine de acción a quienes la trama no los convencía nada: Sylvester Stallone, Harrison Ford, Richard Gere, Clint Eastwood, Burt Reynolds, Robert De Niro y Don Johnson. Todo se habían negado.
“No olvidemos que esto era 1987. Lo que funcionaba en el cine era Rambo, Comando, Depredador. Todos protagonistas claramente heroicos, rudos y perfectos. Y acá el rol central era para un hombre común y corriente, que a muchos les habrá parecido un cobarde”, puntualizó el guionista Jeb Stuart en el libro Die Hard: An Oral History.
Curiosamente, al primero que le ofrecieron el rol de John McClane fue al cantante Frank Sinatra, entonces de 72 años. Pasa que la película es una adaptación de la novela Nothing Lasts Forever (1979), de Roderick Thorp, best seller del mercado de libros comerciales de los Estados Unidos. Su precuela fue El detective, también escrita por Throp, y cuyo filme, en 1968, estelarizó “La voz”. Por contrato, quedó destablecido que si se trabajaba en alguna secuela de ese libro, Sinatra tendría la prioridad, pero lo rechazó.
Resignado, McTiernan lo terminó ofreciendo a un actor casi desconocido: Bruce Willis. Por entonces tenía 32 años y solo había hecho un papel protagónico: la olvidable Cita a ciegas (1987). Inicialmente, Willis rechazó el papel debido a su participación en una serie de TV, Luz de luna, pero el embarazo de la actriz Cybill Shepherd hizo que esas filmaciones se detuvieran. Entonces, ahí decidió aceptar el rol.
Nadie tenía mucha fe en Willis, pero necesitaban cerrar cuando antes al protagonista del filme, porque las críticas hacia su rol en Cita a ciegas habían sido devastadoras. Para la audiencia, Willis era un cómico de la pantalla chica. Dicho en simple: es como si Stefan Kramer protagonizara una cinta de acción.
El elenco se completó con un reparto de nombres importantes: Alan Rickman como el villano Hans Gruber; Bonnie Bedelia, como la mujer de McClaine; Alexander Godunov como secuaz Hans Gruber; y Reginald VelJohnson, como el Sargento Al Powell.
La locación del rodaje fue el edificio Fox Plaza, en Los Angeles, California, que pertenecía a los estudios Fox, que en la película aparece como Nakatomi Plaza. “Casi toda la película se filmó en ese edificio. La escena en la que pierde sus zapatos, por ejemplo, y tiene esa gran pelea... ¡Fue en unas oficinas que luego alquiló Ronald Reagan! De hecho, cuando su equipo comenzó a amueblar el sitio, encontró marcas de balas y algunos cartuchos en las esquinas porque el rodaje había sido semanas atrás. Se enloquecieron, creyeron que era un atentado y llamaron al FBI”, recordó el guionista Steve E. de Souza en el citado libro.
Malas pulgas y caminar sobre vidrio
El rodaje comenzó en noviembre de 1987, y contó con un presupuesto de 28 millones de dólares, y contra lo que se suele realizar, muchas escenas se fueron escribiendo en el camino. Por ejemplo, cuando McClane camina sobre vidrio.
“Toda la escena de Bruce caminando descalzo sobre vidrio se nos ocurrió a la tercera semana del rodaje. La verdad es que no teníamos mayor indicación que pensar qué haría el personaje en determinadas situaciones, creíamos que era algo que el espectador también quería ver. Entendimos que no nos resolvía nada mostrar a un gran héroe, precisábamos ver el dolor al pisar vidrio, el sufrimiento al equivocarse”, recordó el director, McTiernan.
Pero escenas como esa le fueron dando un condimento especial al filme. De alguna manera, fueron sacando a Willis del traje de superhéroe arquetípico. “Esos detalles impidieron que McClane se viera como un agrandado o superado, sino que lo devolvía a la senda de la valentía”, rememora el cineasta. En el fondo, mostraban a Willis como un héroe de carne y hueso.
Además, los actores debieron soportar el particular carácter de McTiernan, conocido por ser un tipo malas pulgas. “McTiernan puede ser muy intimidante, nadie quiere contradecirlo. Pero también es un genio. Me acuerdo que un día a las 4 de la mañana decidió que la muerte de Takagi debía ser por un disparo que le volara literalmente los sesos. Llamó a los de efectos especiales y les dijo: ‘Necesito que el cerebro explote en la cara del espectador así me van a pedir que quite esa escena y no van a mirar el resto de la película, que sí será violenta’”, recordó el publicista Andy Lipschultz en el citado libro.
Nace una estrella
Con todo, el rodaje tomó 10 semanas cuando el plan original contemplaba 8. Se estrenó el 15 de julio de 1988 e inicialmente apenas recaudó 600 mil dólares. Los críticos la destrozaron, sobre todo el hecho de que el protagonista fuera un hombre común, pero eso fue lo que le empezó a gustar a la gente. A la semana siguiente, las cifras fueron otras y recaudó 7 millones de doláres. A los dos meses, ya había recaudado 83 millones solo en Estados Unidos y otros 57 en el resto del mundo. Todo un exitazo.
Desde ahí, Bruce Willis cambió de estatus. Pasó de ser un actor del montón a una superestrella, y vinieron roles en filmes fundamentales, como Pulp Fiction, 12 monos, El quinto elemento y Armaggedon.
Como la trama transcurre en época navideña, en Estados Unidos se le suele considerar “Película de Navidad”, algo que su director ha dementido tajantemente. “No teníamos la intención de que fuera una película navideña, pero la alegría que generó es lo que la convirtió en una película navideña”, dijo John McTiernan en en un posterior video del American Film Institute. “Realmente se trataba de que la cara severa de la autoridad interviniera para arreglar las cosas de nuevo”, añadió.
En 2018, en declaraciones al sitio Variety, y en su particular estilo, Bruce Willis dijo: “Duro de matar no es una película navideña ¡es una maldita película de Bruce Willis!”.
Como caballo que gane, repite, Duro de matar tuvo secuelas en 1990, 1995, 2007 y 2013, aunque ninguna fue tan exitosa como la primera.