Este miércoles el mundo del cine honró el final de la carrera de uno de sus mayores héroes de Hollywood de los últimos 40 años. “Rezando por lo mejor para ti y tu maravillosa familia”, escribió Sylvester Stallone en su mensaje dirigido a Bruce Willis. En una tecla más emotiva, M. Night Shyamalan, su director en Sexto sentido (1999), El protegido (2000) y Glass (2019), expresó que el intérprete “siempre será ese héroe en ese afiche en mi pared cuando era niño”.
De manera pública, ayer el círculo de la estrella de El quinto elemento (1997) y la saga Duro de matar detalló que Willis fue diagnosticado con afasia, enfermedad causada por daño cerebral que afecta la capacidad de comprender y expresar el habla.
“Estamos atravesando esto como una unidad familiar sólida y queríamos exponer esto a sus fanáticos porque sabemos cuánto significa él para ustedes, al igual que ustedes para él. Como Bruce siempre dice, ‘vívelo a lo grande’, y juntos planeamos hacer precisamente eso”, rezaba el texto compartido en Instagram por Rumer Willis, la mayor de sus hijas junto a Demi Moore, y firmado por su exesposa y por el resto de su descendencia.
Pero, de manera más reservada, en el corazón de la industria no era un secreto que los últimos pasos del intérprete denotaban una actitud errática, que incluía el olvido de sus diálogos, fallas en escenas de riesgo y jornadas más reducidas que sus pares. Bruce Willis hace rato no era el mismo, y eso trascendía la calidad o el alcance de sus películas.
En concreto, en su etapa más reciente el intérprete se había volcado casi por completo al cine B, a películas de entretención a la vena en las que él era el principal gancho, el resto de los implicados no tenían un gran currículum y la historia era sólo una simple excusa para darle un nuevo papel a quien dominara la pantalla grande desde los 80. Muchos de esos títulos iban directo al formato casero o tenían una circulación limitada en el mundo.
Ese aparece como el principal motivo de que, pese a su impresionante racha de filmes en el último lustro, haya que remontarse hasta 2019 para encontrar una cinta suya en la cartelera de los cines chilenos: Glass y Huérfanos de Brooklyn, películas de estudio y firmadas por nombres reconocibles del circuito, Shyamalan y Edward Norton, respectivamente. El tipo de largometrajes con cierto peso que con el paso de los años fue haciendo cada vez menos, en favor de cintas de presupuesto bajo para los estándares de la industria.
El director estadounidense Mike Burns fue testigo directo de la progresiva disminución de sus capacidades. El realizador trabajó con Willis en el rodaje de Out of death (2021) y se vio forzado a rebajar su cantidad de líneas de diálogo, de las 25 iniciales a sólo cinco, debido a la complejidad del actor para recordar sus escenas.
“Después del primer día de trabajo con Bruce, pude verlo de primera mano y me di cuenta de que había un problema mayor y por qué me habían pedido que acortara sus líneas”, señaló el cineasta en diálogo con Los Angeles Times. Pese a su difícil experiencia en ese filme, aceptó volver a dirigir al actor en otra producción titulada Wrong place (2022), luego que le dijeran que su estado de salud había mejorado. Pero el balance volvió a ser negativo.
“No pensé que estuviera mejor; pensé que estaba peor. Después de que finalizamos, dije: ‘Terminé. No voy a hacer ninguna otra película de Bruce Willis’. Me alivia que se esté tomando un tiempo libre”, añadió.
El mismo medio detalla otros incidentes que podrían haber puesto en riesgo la vida de colegas y técnicos. Mientras grababan la película Hard kill (2020) en Cincinnati, Willis habría disparado por error un arma cargada con fogueo. No hubo heridos, de acuerdo con lo que aseguran dos testigos, pero el hecho desató las alarmas de los miembros del equipo.
En su etapa más reciente, las condiciones para que lo contrataran estipulaban que las jornadas de trabajo de la estrella estarían acotadas a dos días y que durante estas no debía estar más de ocho horas diarias. Una fuente citada por el periódico apunta a que muchas veces su presencia se reducía a la mitad de horas. Un método que por ahora se desconoce si estaba avalado por médicos o aprobado por todo su núcleo familiar.